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Fin del recreo. Los escolares ultiman el partido de fútbol, los almuerzos, los saltos a la comba y las conversaciones sobre el fin de semana. Recogen todo lo esparcido y forman una fila para acceder al centro. En la puerta les espera el profesorado ... para acompañarles a sus aulas y dar comienzo a una nueva clase.
En esta ocasión, el reloj marca una hora especial. La de conocer a un nuevo compañero que se integrará entre el alumnado. Ya han tenido la oportunidad de hablar y jugar. Fue a través de una experiencia inmersiva mediante las gafas de realidad virtual. Sin embargo, es en esta mañana cuando podrán estrecharse la mano, darse un abrazo y hablar de tú a tú. Sin barreras.
Este nuevo compañero es algo tímido. Le gusta compartir espacio en pequeños grupos. Por ello, sus nuevos amigos -alumnos con trastorno del espectro autista (TEA)- salen de su aula y se dirigen hacia otra clase. Allí les espera NAO, el robot que les ayuda a mejorar la comunicación y la interacción social.
Nada más cruzar las puertas de este aula del centro educativo San José Hijas de la Caridad de Alicante, los niños y niñas quedan algo perplejos. Y es que, tras haber compartido momentos con NAO en su escuela virtual, es ahora cuando el robot les devuelve la visita para conocer su colegio y conocer en persona a sus nuevos compañeros.
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Va vestido con un babi rojo con las tres letras que conforman su nombre bordadas sobre este. Es así como le identifican y se preparan para jugar con él y aprender cosas tan específicas, a la par que importantes, que marcarán el futuro de sus vidas. Quizá ahora no sean conscientes, pero en el futuro -cuando hablen con otros humanos- recordarán siempre a NAO, el robot que les ayudó a trabajar la atención y las emociones.
La visita de NAO a este colegio llega de la mano del grupo de investigación InluTIC de la Universidad de Alicante. Su equipo, dirigido por el investigador Gonzalo Lorenzo Lledó, cuenta con cinco profesores de la Facultad de Eduación y un técnico de la UA para desarrollar este proyecto con el que «ayudar a desenvolverse al alumnado autista en un entorno real».
Tras la primera fase del proyecto, a partir de una experiencia inmersiva en un aula virtual, Lorenzo Lledó junto a Asunción Lledó Carreres, Eliseo Andreu Cabrera, Alejandro Lorenzo Lledó, Elena Pérez Vázquez, Alba Gilabert Cerdá y Ángel Rodríguez Quevedo, han aplicado la robótica para trabajar la atención y las emociones en los niños y niñas con autismo.
En este sentido, con la llegada del robot NAO al aula, en contacto directo con sus nuevos compañeros- el alumnado con TEA sale a un entorno real «con muchos estímulos», matiza el director del proyecto. Así este elemento les ayudará a mantener la atención, así como a desenvolverse en este espacio que espera convertirse en «seguro» para estas niñas y niños.
Durante su visita al centro, NAO ha preparado tres actividades. Primero, nada más entrar al aula, saluda a sus nuevos compañeros. Mientras hace el gesto, estos nuevos amigos le imitan. Alza un brazo, luego otro y finalmente los dos. Varios movimientos que estos niños ejecutan también con sus propias extremidades al unísono con el robot.
Durante una de las pruebas del robot NAO, el equipo investigador pensó en cómo personalizar el físico del robot para que el alumnado con TEA pudiera familiarizarse con él. Tras mucho pensar, llegó la idea de vestirlo con un babi, igual que los niños y niñas a los que ayudará.
Dicho esto, se eligieron varias telas, junto a hilo y aguja, se cosió este atuendo que acto seguido colocaron al robot. Además, el babi lleva también bordadas las tres letras que conforman el nombre de NAO.
Tras el protocolo inicial, llega el turno de hacer un juego con el fin de que los alumnos «se familiaricen» con él. NAO tiene una cesta con pelotas de colores a sus pies (también hechas por los integrantes del grupo), las cuales tendrán que recoger estos niños según les vaya diciendo el robot. «Dame la verde» y tras la orden, el alumno busca la pelota se la da en mano al robot y este la vuelve a dejar en la cesta.
Eso sí, NAO también es muy curioso y quiere conocer a fondo a sus compañeros. Por ello, lanza una serie de preguntas, pues tiene interés en aprender cómo son sus amigos y amigas, «sencillas para que el niño intente interactuar», apunta Lorenzo Lledó. Algunas de ellas son «¿Cómo te llamas?», «¿A qué curso vas?» o «¿Cómo se llama tu profesora?».
La combinación de ambas líneas -realidad virtual y robótica- pretende «conseguir la inclusión del alumnado fomentando su autonomía y la mejora en la interacción y la comunicación social». Esta es la premisa principal de este proyecto piloto, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, que se desarrollará con varias intervenciones en centros educativos a lo largo de este año.
Gracias a la puesta en marcha de esta tecnología, se pueden contemplar avances en un primer «entorno más controlado», a través de la inmersión de la realidad virtual, y en otro real «con muchos estímulos», como viene a ser un aula corriente. Es así como los investigadores, con la ayuda del robot, promueven que «el niño pueda desenvolverse en un entorno real» con total normalidad.
Sin embargo, las limitaciones están presentes en el proyecto, ya que es el tiempo de estudio, la financiación y los recursos o la «barrera de la formación tecnológica que se debe dar a docentes para trabajar con estar herramientas» los que convierten esta investigación en un proyecto a corto y medio plazo.
Aun así, el equipo docente e investigador trabaja también en una nueva línea con la que aplicar otros conocimientos y materiales, como hologramas y el uso de la realidad aumentada, como «apoyos para ofrecer información en el entorno real».
De hecho, según incide Gonzalo Lorenzo, se plantea la enseñanza a estos niños con autismo con estas herramientas tecnológicas, además de los pictogramas. «Si de pequeños se les enseña a utilizarlas, con el paso del tiempo cuando sean mayores serán capaces de generalizar sus aprendizajes mediados con realidad virtual y robótica a otros contextos y con ello mejorar su comunicación e interacción social».
Es de este modo, con nuevas herramientas y la formación adecuada cómo desde IncluTIC se apuesta por fomentar la educación inclusiva mediante nuevas herramientas digitales y robóticas con las que dar respuesta a las necesidades de estos niños y niñas.
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