Secciones
Servicios
Destacamos
Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
Opciones para compartir
Dan las nueve de la mañana cuando el timbre del colegio hace saber a sus alumnos que las clases van a comenzar. Se despiden de sus padres, cruzan las puertas y recorren el pasillo -acompañados de profesores y monitores- en busca del aula. Allí les esperan nuevas personas que han preparado una jornada muy especial en un espacio muy lejano, solo visible a través de unas gafas de realidad virtual.
Antes de dar comienzo la sesión, estos desconocidos se presentan. Son miembros del grupo de investigación Educación Inclusiva y Tecnología (IncluTIC) de la Universidad de Alicante, quienes se encuentran en la fase de desarrollo de un proyecto pionero en el campo de la investigación educativa que permitirá mejorar las habilidades e interacciones sociales en niños y niñas con trastorno del espectro autista (TEA).
Una vez hechas las presentaciones iniciales en el aula, una decena de alumnos -de edades variadas- con este trastorno permanecen con la vista puesta en tres elementos que les han llamado la atención: unas gafas y dos mandos de realidad virtual. Y es que las personas con TEA «tienen una gran afinidad por la tecnología», reconoce el investigador Gonzalo Lorenzo Lledó, director de este proyecto.
Lo que los alumnos desconocen todavía es que van a hacer una excursión. Más bien un intercambio, pues van a salir de las paredes físicas que componen su clase diaria en este centro ordinario para viajar hasta un nuevo entorno en el que conocerán a nuevos compañeros y con los que aprenderán acciones habituales aplicadas en su día a día.
Es aquí donde arranca la primera fase del proyecto, con una inmersión en la realidad virtual mediante dispositivos 'Head Mounted Display (HMD)'. Sale el primer voluntario y se acerca a la mesa donde permanece el equipo investigador de la UA, quienes le ayudan a colocarse las gafas y le explican el funcionamiento de los mandos. Todo preparado, así que toca pulsar el botón de arranque.
Es necesario contar con una serie de conocimientos en materia de espacios virtuales y robótica para desarrollar este proyecto pionero. En el caso de Gonzalo Lorenzo Lledó, cuenta con formación en tecnología y educación, todo ello sumado a un equipo investigador cuyos conocimientos permiten avanzar en el área.
El grupo de investigación InlucTIC de la Universidad de Alicante cuenta con los profesores Asunción Lledó Carreres, Eliseo Andreu Cabrera, Alejandro Lorenzo Lledó, Elena Pérez Vázquez y Alba Gilabert Cerdá, junto al técnico Ángel Rodríguez Quevedo.
Una de las cuestiones que engloban también este proyecto es hacerlo accesible a personas que no cuenten con la formación necesaria para aplicarlo en sus aulas o en su día a día. De este modo, según Lorenzo Lledó, resulta necesario romper «la barrera» de la tecnología para implementarlo a todos los niveles y personas.
Las gafas se conectan y dejan entrever una pizarra, un reloj, una puerta, además de sillas y pupitres. El alumno está sentado en su silla y frente a él tiene una serie de tarjetas que todavía no puede utilizar. De nuevo, suena el timbre y la puerta se abre. Por ella entra su profesora -un avatar virtual personalizado- acompañada de un alumno más. «Hola, me llamo NAO», le dice. «Voy a ser tu compañero en esta clase».
Este nuevo acompañante va vestido con un 'baby' y alza su mano para recibir una respuesta. El pequeño humano alza también su mano para devolver el saludo. Primer estímulo superado. Ya son amigos. Sin fronteras, pues NAO no es un estudiante como ellos, es un robot que vive en este aula virtual, pero ambos saben que cada vez que conecten la pantalla volverán a verse. Mientras tanto, disfrutan aprendiendo el uno del otro en un «entorno seguro».
La inmersión en un aula virtual permite desarrollar «actividades sencillas más controladas», destaca Lorenzo Lledó. De este modo, los alumnos con autismo pueden aprender a desenvolverse sin dificultades, además de conocer «las pautas a seguir para afrontar esa misma situación en un entorno real». Por ello, entre las rutinas básicas de esta primera fase del proyecto piloto se encuentran cómo saludar, dejar y guardar la mochila o entrar a clase y permanecer sentado hasta que el docente diga lo contrario.
La ayuda de NAO en este proyecto resulta imprescindible, pues «estos niños y niñas tienen una serie de problemas para imitar determinados movimientos». Así, es con ayuda de su nuevo amigo cómo asimilan «movimientos que los niños pequeños llegan a aprender de manera natural». Además, la interacción con el robot permite crear «afinidad» y, en algunos casos, han visto resultados «muy significativos».
Asimismo, también aparecen otros estímulos que buscan fomentar la interacción social con los pequeños. Desde preguntas de «¿cómo te llamas?» o «¿en qué curso estás?» a juegos y dinámicas que potencian estos parámetros. Es con su apariencia y carácter lo que hace que «el niño le vea como un compañero con el que puede jugar. Así, con las tarjetas que aparecen sobre la mesa y los mandos que el alumno porta en sus manos puede seguir las pautas que marca el robot virtual e interactuar con él.
Tras una de las sesiones, el niño devuelve las gafas y los mandos, mientras su profesora le responde si le ha gustado conocer a NAO y visitar su colegio virtual. Acto seguido, este alumno con autismo –«no tenía comunicación social»- intentó decir un sí. «Estaba contento, pero no hablaba, hacía aspavientos», por lo que su tutora y el equipo investigador quedaron altamente sorprendidos ante tal reacción. Igual que ocurrió en otra ocasión, cuando otro alumno explicó a su profesora al día siguiente de la sesión que quería jugar con Nao.
Ante tales resultados el equipo investigador no puede más que resaltar la positividad de esta primera fase preliminar, la cual permitió identificar signos de comunicación e interacción social en el alumnado con TEA, además de una aceptación de la tecnología de la realidad virtual inmersiva.
Poner en marcha este tipo de proyectos e iniciativas con la tecnología y lo digital como punto de partida permite obtener «muy buenos resultados», además de una «aceptación» por parte del alumnado con TEA. Por ello, el equipo investigador presentó este «proyecto de I+D de ámbito nacional» al Ministerio de Ciencia de Innovación, quien les ha dotado de financiación para su desarrollo durante tres años, de 2021 a 2024.
Con una primera fase valorada de forma «positiva», los miembros de IncluTIC se preparan la desarrollar la segunda fase de este proyecto pionero en el campo educativo. Para ello, el robot NAO se va a trasladar de manera física al aula del colegio para que pueda interactuar con los niños y niñas con las actividades planificadas.
Al final, esta herramienta «buscamos que sea una ayuda, no queremos que el niño se olvide de interactuar con el humano». Por ello, es imprescindible dar pasos en las diferentes fases del proyecto para que «a lo largo de estas sesiones, los comportamientos que aprenda puedan extrapolarlos a situaciones reales».
Tras este piloto, los investigadores pondrán en marcha otra serie de situaciones y estímulos con los que trabajar las emociones, la atención y la comunicación. «Hay diversos ámbitos que en la intervención se van a ir trabajando», adelanta Lorenzo Lledó, para mostrar si la combinación de estas herramientas -realidad virtual y la robótica- permite la mejora de la comunicación y la interacción social en el alumnado con trastorno del espectro autista.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Estos productos de Mercadona parecen saludables pero «no lo son»
El Diario Vasco
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.