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Adrián Mazón y Miriam Gil Albert
Alicante
Miércoles, 21 de agosto 2024, 07:23
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Son muchas las historias que suceden y se cuentan bajo la gran carpa del Circo del Sol. Muchas de ellas van más allá del escenario, pues es en su trastienda, o mejor dicho entre bambalinas, donde surge la magia que envuelve a la compañía canadiense.
Es al cruzar la puerta trasera donde un nuevo aire se respira. Zonas de descanso, vestuarios, aseos, salas de entrenamiento, enfermería... Una ciudad completa dentro del recinto ubicado en el solar del Pau 5 de Alicante. Y como en toda buena calle también está la gran manzana, aunque con poco carácter comercial.
Una vez dentro, al girar la vista a la izquierda, las máquinas de costura y las perchas llaman curiosamente la atención. En ellas, un equipo preparado para cualquier contratiempo. Cuatro personas capitanean -una de ellas ilicitana- cada cambio de ropa y atienden cada detalle del vestuario de 'Alegría. Bajo una nueva luz'.
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Adrián Mazón
Entre ellas está Estibaliz Corral, bilbaína de nacimiento y con domicilio itinerante desde que tiene 19 años. Fue a esa edad cuando el Circo del Sol acudió a su tierra y accedió a trabajar -como local, remarca- en un espectáculo. Tras el buen hacer, le dieron la oportunidad de viajar con la compañía en otros muchos espectáculos. «Es lo bueno de Cirque du Soleil, que dan oportunidades a todo el mundo».
Con Corral y el resto del equipo principal de vestuario hay otras dos personas que trabajan en turno de mañana y de tarde, con claras funciones definidas. El horario matinal sirve para poner a punto la ropa y accesorios de la función, además de su refuerzo en caso de perder cualquier elemento por mínimo que sea; mientras el vespertino lo hace para vestir cada acto y proceder a su lavado y secado para el día siguiente.
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A pesar de que 'Alegría' tiene una duración de 100 minutos, son muchos los trajes y accesorios que salen a escena. En concreto, según detalla Corral, son 1.200 prendas las que iluminan los focos del escenario. Junto a ellas hay otras 5.200 guardadas, pues «no están operativas» y esperan a un cambio global de diseño. Asimismo, en caso de romperse cuentan con taller propio para su rápido arreglo en este tramo de la gran carpa.
Cada una de las prendas tiene mil historias y, también, curiosidades. Es el caso de los zapatos. Por muy barrocos que puedan parecer, llevan consigo tecnología punta. Su base es una deportiva ornamentada con la forma del personaje -«son bonitos por fuera y acrobáticos por dentro»- y en su interior se halla un código de barras que ofrece información sobre el artista, el rol e ítems y su número de inventario. Además de si está activo en escena o no.
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El maquillaje es otra de las curiosidades del Circo del Sol. Los artistas aprenden a camuflarse de su rostro verídico en Montreal para, después, hacerlo de forma autónoma en cada destino. Allí, en la sede de Canadá, les enseñan paso a paso cómo emplear los materiales y trazos. Y, por si acaso, se les olvida tienen una «biblia» con fotografías de cada indicación.
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