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Las 'Dinastías' regresan al Museo Arqueológico Provincial de la Diputación de Alicante. En esta ocasión, dejan atrás el lejano Oriente para dar paso al legado y los tesoros procedentes de los primeros reinos de la Europa prehistórica. Son un total de 482 piezas -muchas de ellas vuelven a España después de 120 años- las que dan forma a la nueva exposición temporal del Marq, inaugurada este martes, la cual podrá visitarse hasta el próximo 13 de octubre.
Esta nueva exposición internacional del Marq va más allá de lo que los visitantes puedan admirar con sus propios ojos. El amplio trabajo llevado a cabo por más de 70 investigadores -entre científicos, arqueólogos y trabajadores- se da cita en sus tres salas temporales, con el fin de mostrar por primera vez la relación entre tres sociedades primitivas del viejo continente: las culturas de Unetice, en Alemania; el Argar, en España; y Otomani-Füzesaboni, en la cuenca carpática.
Así, el gran detonante de 'Dinastías' presume de ser la primera muestra que relaciona estas sociedades al estar emparentadas biológicamente entre sí, además de «política y socialmente», según han demostrado las pruebas de ADN. Este apunte lo ha hecho Robert Risch (Universidad Autónoma de Barcelona), uno de sus tres comisarios presente en la inauguración, junto a Juan Antonio López Padilla (del Marq) y János Dani (del Museo Déri de Debrecen de Hungría).
Con motivo de la inauguración de 'Dinastías', el Marq celebrará jornada de puertas abiertas con horario de 15 a 19 horas durante la tarde de este martes. Además, el próximo fin de semana, días 29, 30 y 31 de marzo, el museo abrirá gratuitamente sus puertas para que el público pueda conocer la nueva exposición. El viernes y el domingo, días festivos, el horario será de 10 a 14 horas, mientras que el sábado el margen de visitas será de 10 a 19 horas.
«Vamos a ver una exposición que les va a maravillar». Estas han sido las palabras del presidente de la Diputación de Alicante, Toni Pérez, durante la inauguración de 'Dinastías' en el Marq. El dirigente provincial ha apuntado a las más de 200 personas que han participado en su puesta en marcha con el objetivo de acercar a los espectadores al arduo trabajo museográfico y de investigación que desde este martes invade el museo arqueológico. De este modo, el Marq se convierte en «un polo de atracción y una manera de inyectar cultura a la sociedad en general» a través de piezas que «no se han exhibido nunca antes». Esto ha servido para convertir 'Dinastías' en «una de las exposiciones más relevantes que podrá verse en Europa», lo cual pondrá en el foco a la provincia de Alicante «como polo de tracción económica, turística y cultural». Por su parte, el diputado de Cultura, Juan de Dios Navarro, ha señalado que la inauguración de 'Dinastías' es «una fecha importante» para la provincia, pues «nos posicionará de nuevo en el panorama museístico nacional e internacional». En este sentido, ha destacado que «no es una exposición más, sino que nos hemos coordinado con siete países y 20 museos para poner en valor nuestra historia y nuestro pasado».
La muestra se inicia con un mapa interactivo y explicativo sobre cómo nacen estas sociedades y se convierten en los primeros estados. Tras esta primera toma de contacto, la primera de las salas del Marq se adentra en el año 2.200 a.C con la tumba de Halberstadt, el esqueleto de un guerrero campaniforme de Alemania que representa la élite guerrera y constituye «uno de los elementos catalizadores de construcción de la Edad de Bronce».
La primera sala expone la historia del mundo que abandona la Edad del Bronce y la formación de los nuevos estados, su construcción y la conformación de las bases de los dirigentes políticos y los reinos. Muestra diferentes yacimientos y ajuares, así como elementos armamentísticos, como grandes hachas de bronce, una alabarda de cobre, el «primer objeto metálico diseñado para el combate», o la diadema de oro de Quinta da Água Brava (Portugal).
El visitante abandona la era de cobre tras adentrarse por una puerta diseñada por Ángel Rocamora, que dará paso a un espacio dominado por una colección de recipientes cerámicos de las tres sociedades, con la identidad de cada una de ellas, así como su relación entre sí, porque «la identidad de los pueblos donde más se refleja es en la cotidianeidad». Algunas de estas piezas de cerámica regresan a España tras 120 años de ausencia, después de ser hallados en Almería en el siglo XIX y depositados desde entonces en el Museo del Cincuentenario de Bruselas (MRAH).
También se muestra la vida diaria de las sociedades y los distintos sectores de la economía, como la fabricación de textil o las comunicaciones, donde se muestran pesas de Alemania, otras de Callosa de Segura (Alicante) o Linares (Jaén) o modelos de carro en cerámica que provienen de Eslovaquia y Hungría. La exposición también se centra en el momento en que las sociedades pasaron a ser estados, con la recolección de impuestos y su gestión, una sociedad de clases y los privilegios hereditarios, que llega a estas tres zonas diferentes al mismo tiempo.
La segunda sala muestra las redes de intercambio que comparten objetos preciosos como el oro, ámbar o estaño, además de cómo se trabajaban y qué se fabricaba con ellos. Estas piezas acababan depositadas en la tierra de forma ritual, en depósitos o acompañando a sus poseedores en las tumbas, ha detallado el comisario Juan Antonio López, quien ha añadido que la metalurgia de cobre es «pieza angular» de los intercambios.
En este espacio se reúnen objetos como mazas de minero, vasijas, lingotes, moldes de armas o yunques, además de los primeros lingotes fabricados en Europa. Además, se exponen figuras a tamaño natural para mostrar la extracción y preparación de la fundición, que se acompañan con distintos sonidos, además de la música de Luis Ivars, para que los espectadores se adentren en los procesos de elaboración de materiales.
En esta simulación de personajes aparecen también mujeres, puesto que las evidencias arqueológicas revelan que ellas forjaban las joyas, ha precisado Risch, quien también ha puesto en valor los trabajos de investigación, «fundamentales» para armar esta exposición. También se exhibe un conjunto de pequeños cinceles de metal, una tumba excavada en 1884 en Bruselas y ajuares de enterramiento metalúrgico de la cultura de El Argar y otro de la otomana.
La tercera sala del Marq ofrece una explicación de cómo esos personajes se convierten en héroes y cómo su impulso de perpetuar esos privilegios permite, por primera vez, la construcción de las dinastías. Se muestra la generación del cuerpo militar, uno de los elementos para sustentar a las élites, con «uno de los conjuntos de alabardas más importantes de Europa», que se encontraron como parte de un depósito en Meltz (Alemania).
Sin embargo, esta arma se sustituye por otras de «combate más heroico», como las espadas, que también llegan a las tres sociedades en la misma época, como las de Peñalosa y Jaén. También se muestra un conjunto de hachas, que aparecían con regularidad en los depósitos, enterradas tras la muerte de un rey y que se presupone que representan las unidades militares.
También se muestra la importancia de las mujeres como garantes de la continuidad y pervivencia de los derechos hereditarios, con los ajuares de tres mujeres -dos del extremo oriental de Europa, con ámbar; y otra en el sur de Alicante, con un ajuar argárico-, todos ellos con conos de oro que se cosían a los trajes.
La exposición cuenta con piezas inéditas que se exhiben por primera vez, algunas de excavaciones de Hungría, como un modelo gigante de brazalete de bronce, que posiblemente estaba formando parte de una escultura o adornando un poste de madera; así como tesoros de Dohmsen y Teicha, hallados en Alemania y restaurados recientemente.
Entre las piezas «más emblemáticas» de El Algar, se encuentran una diadema de oro de Caravaca y una espada con pomo de oro de Guadalajara, que es la primera vez que se expone fuera del Museo Arqueológico Nacional.
Este espacio también muestra una reproducción del Disco de Nebra, la primera representación conocida de la bóveda celeste en Europa, donde representa «fielmente» la constelación de pléyades, elaborado en Europa central con oro de las Islas Británicas y con el conocimiento astronómico de Mesopotamia, para ajustar el año lunar y el solar. Con la decadencia de estas tres sociedades, alrededor del 1.550 a.C., las élites pierden privilegios y en Europa central «intentan salvar lo más valioso» por lo que depositan el Disco con el sol y la luna creciente.
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La exposición la cierra un sombrero de oro de Schifferstadt (Alemania), enterrado junto con tres hachas, «como una especie de alegoría de que el mundo de los primeros estados acaba en crisis, depositando elementos emblemáticos», ha expresado Risch.
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