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Situación en Valencia tras el paso de la DANA. EFE/MANUEL BRUQUE
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Tribuna

Por respeto

La ciudadanía tiene mucha más conciencia del bienestar común que los que rigen las direcciones políticas de este país

Antonio Manresa

Alicante

Miércoles, 6 de noviembre 2024, 10:08

No quería escribir nada sobre la DANA de Valencia por respeto a los fallecidos. Quería esperar al funeral del último fallecido, pero es imposible. Epero que estas líneas sirvan de homenaje, por parte de este quien escribe, a todas las personas que se han visto afectadas de una manera o de otra por esta catástrofe meteorológica.

El daño causado va mucho más allá del visible, de lo que se nos cuentan y que vemos por las imágenes. El daño está en el exterior de los edificios, está en las calles y plazas, pero sobre todo en el interior de los habitantes de los núcleos afectados.

Allí es donde hemos escuchado la desesperación, el miedo y el silencio de la tristeza por haber perdido, su pasado, esfumado su presente y sin visión en el futuro. El ser humano tiene una cualidad extraordinaria de la cual hablamos poco: la resiliencia. ¡Sí! Esa capacidad de adaptarse y superar desafíos emocionales y situaciones adversas.

La resiliencia mostrada por los habitantes donde la DANA ha dejado su huella nos viene a decir una cosa importante, algo que ha quedado patente en estos dos últimos días. La ciudadanía tiene mucha más conciencia del bienestar común que los que rigen las direcciones políticas de este país.

Desde el inicio de esta catástrofe meteorológica estamos viendo cómo cada administración tira por su lado. Durante este lunes y martes se han anunciado medidas de ayuda para los afectados, medidas buenas que seguro agradecen, pero hay tanta distancia entre las administraciones que no se les ha ocurrido que una situación como la actual, una muestra de unión (manteniendo cada uno sus siglas), hubiese sido presentar conjuntamente las medidas de ayuda de cada Administración para los afectados ya que las de Comunitat no eran excluyente de otras ayudas.

Otro ejemplo, no jugar con las competencias o dejarlas de lado y que alguien, en este caso el más fuerte, tienda la mano con humildad a la administración inferior teniendo en cuenta la situación de desamparo en la que se encuentra el ciudadano, olvidarse de quién tiene que pedir el qué, y llamar oficialmente para decir, aquí tienes los recursos del Estado que son de todos, «¿qué necesitas?».

Pero no ha sido así, se ha jugado a negar que somos una nación, igualitaria, justa y solidaria para meternos el federalismo asimétrico en plena emergencia nacional, porque depende de si tienes siete votos o no.

Una catástrofe de esta magnitud no es una emergencia regional, aquí estamos hablando de colapso de la vida cotidiana de varias poblaciones en varias comunidades, en unas con más afectación que en otras, pero que forman parte de nuestra geografía sentimental. ¡Sí! Hay separadores que nos quieren dividir, pero ¿cuántas noticias de gente que está viajando hacia Valencia para ayudar?, ¿cuántos bomberos, policías, militares y Guardia Civiles, en activo o no, de toda España están bajando a ayudar? Del País Vasco, de Cataluña, de Murcia, etc. ¿Por qué todas esas personas vienen a ayudar? Porque somos una nación que nos une muchas más cosas que nos separan. La prueba está en todas esas localidades que han sido afectadas. Todos sus habitantes, voten a quien voten, se han puesto a trabajar y a ayudar a salir de este terremoto meteorológico.

Los políticos de la administración central y la autonómica han quedado retratados. Algunos porque siguen utilizando la catástrofe para arrimar el ascua a su sardina, otros porque no han estado a la altura y se han visto superados por la explosión climática, más adelante seguro que se verán ceses o dimisiones, la ciudadanía lo espera.

Hay una teoría que anda bullendo por las redes: la del Estado fallido y niego la mayor. No estamos en ninguno de los requisitos para denominarnos así, tenemos un Estado moderno, con muchos mecanismos de respuestas para la población, pero como todo ente es perfectible. Lo que sí tenemos son políticos fallidos en primera, segunda y tercera línea que hacen que momentos como los que estamos viviendo se conviertan en más calamitosos de los que deberían de ser.

Para terminar diré que sigo teniendo fe, esperanza como ustedes quieran denominar, en nuestro Estado, en España. Creo en el ser humano y que el humanismo debe impregnar, más la política y no el amiguismo, que si en esta ocasión hemos pagado la irresponsabilidad de algunos por no saber dónde están y creerse que el cargo es solo un escaparate (el nombramiento es fácil, ganárselo día a día es lo complicado), la falta de acción ha costado más vidas de lo debería y, económicamente nos está endeudando más de lo necesario.

A partir de ahora, hay un antes y un después de esta tragedia; esperemos que sepamos entre todos, sacar las conclusiones certeras y que la unión, la creencia en nuestro Estado, a pesar de las decisiones desacertadas, no nos abandone.

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