La alerta por lluvias devuelve la pesadilla a Alicante: 28 años de la peor riada en la ciudad
Durante la riada del 30 de septiembre de 1997 cayeron más de 167 litros por metro cuadrado, que provocaron cuatro fallecidos
Siempre que la Agencia Española de Meteorología (Aemet) decreta la alerta por lluvias en Alicante, vuelve la pesadilla. Los alicantinos tienen en la memoria el mal recuerdo de inundaciones y riadas en sus calles. Septiembre ha sido siempre un mes aciago, por cuanto que la amenaza de lluvias torrenciales ha estado presente. Pero nunca como aquel día: el 30 de septiembre de 1997, del que hoy se cumplen 28 años de la peor riada en Alicante, que causó cuatro fallecidos.
Fue un día normal. Los alicantinos se habían levantado, tomado el café y los niños se desesperazaban en las camas, con los padres apurándolos para levantarse antes de ir al colegio. Pero las nubes tenían otros planes. Sobre las 8 horas las primeras precipitaciones empezaron a caer. Un diluvio que en solo una hora y media, hasta las 9.30 horas, recogió más de 156 litros por metro cuadrado.
En esos 90 minutos, las ramblas y barrancos se llenaron, ocupando su lugar natural, ahora ocupado por asfalto, calles y aceras. La calle Calderón en dirección a Méndez Núñez era un río, donde el agua corría sin freno buscando el mar. Tras dejar sótanos y bajos anegados, calles inundadas y vehículos y mobiliario urbano flotando, el agua dio una tregua a la ciudad. Todo parecía que se había detenido y había sido un susto, pero lo peor estaba por llegar.
A partir de las 13 horas, la lluvia se recrudeció. Con los niños en los colegios y la ciudad en plena jornada laboral, llegó una tormenta que superó los 260 litros por metro cuadrado en San Vicente. Más combustible para una ciudad anegada que ya había visto convertirse las obras del aparcamiento de Alfonso el Sabio -en plena construcción- en la piscina más grande de la ciudad.
La vuelta de las lluvias supuso el caos definitivo. El suministro eléctrico se vio interrumpido en amplias zonas de la ciudad, la estación de Renfe quedó inundada por la fuerza del agua de lo que entonces se llamaba 'gota fría' y el tráfico ferroviario cortado. Cuatro personas murieron arrastradas por la fuerza del agua dentro de sus vehículo o cruzando las calles de Alicante.
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Y es que el agua llegó a superar en algunos puntos de la ciudad el metro y medio de altura, especialmente en las calles más cercanas a barrancos como el de Juncaret, Bonhivern o el de Orgegia que recuperaron su fuerza e inundaron zonas como La Albufereta, Sangueta o la playa de San Juan.
Si en las anteriores inundaciones en 1987 y 1982 la zona más afectada había sido el sur de la ciudad con San Gabriel como zona cero y un barrio entero incomunicado, en 1997 el agua se desplazó hacia el norte, a apenas unos kilómetros que hicieron que la zona de playas de la ciudad acabara convertida en un lodazal.
Cuando las aguas se fueron retirando y dieron paso a la calma surgió el germen del plan antirriadas, una obra faraónica de más de 40 kilómetros de canalizaciones de gran tamaño, 18 de ellas por debajo de la ciudad que pusieron calles como la Rambla patas arriba. Bajo las arterias de la capital hay una red paralela a sus calles y avenidas, las obras que permiten absorber el agua en caso de inundación.
Hace diez años, en 2015, se construyó el parque inundable de la Marjal en la playa de San Juan para evitar inundaciones en la zona más baja de Alicante. En su aspecto hidráulico, el parque es capaz de retener hasta 45.000 metros cúbicos frente a una lluvia de alta intensidad, y posteriormente, derivar el caudal de lluvia a la red de drenaje o a la depuradora. Gracias a esto, se ha solucionado de forma totalmente diferente a las tradicionales de depósitos cerrados o canales de evacuación al mar, un gran problema de inundaciones en la zona de playa de San Juan.