El sueño de calzar las botas del primer equipo de fútbol de Alicante

Han transcurrido 53 años desde que la alicantina Andrea Piñero se calzara las botas de su primo para debutar con el equipo femenino del Hércules Club de Fútbol. Esta fue su máxima, dedicarse y entregarse al deporte rey en una época en la que este no contaba con mujeres. «Me parecía un sueño y lo conseguí», reconoció décadas después durante una entrevista con TodoAlicante.

Esta fue una de las etapas más felices de su vida, junto a aquellos partidos que jugaba con sus primos y amigos en los alrededores de la plaza de la Viña, en cuyas inmediaciones nació. Era allí donde sus padres -Pepe y Fina- regentaban una pequeña tienda en la que los prejuicios entraron sin llamada previa. «Aguantaron muchos insultos porque en los 70 no era normal que una niña jugara al fútbol con los chicos».

Sin embargo, su familia -y ella misma- hicieron oídos sordos a las críticas ajenas. «Yo era feliz», confiesa esta alicantina, que años después de ser vista en estos partidos lúdicos en el campo del Betis Florida fue convocada por otras valientes que decidieron, como ella, dar el paso. Era tal su maestría con el balón que «unas niñas me dijeron si quería jugar con el Hércules», a lo que Piñero respondió, «si soy una chica».

Tras estas palabras, surgió el germen. «Vamos a hacer un equipo, te hemos visto jugar y lo haces muy bien». Así, a los pocos meses, su sueño comenzó a tomar forma y Andrea Piñero debutó con 13 años junto al primer equipo femenino de la ciudad. Fue durante el primer Trofeo de Hogueras con motivo de San Pedro, en el año 1971.

Este fue su primer éxito en el campo, el cual corrió de forma previa «como la pólvora» por el barrio y entre sus conocidos a través de sus padres, sus hermanas y sus amigos, todos bien orgullosos de esta aventura. Así, al ver la expectación, Andrea Piñero salió «nerviosa». Sin embargo, la «euforia» se apoderó de ella y con dos goles, su equipo salió victorioso de esta primera competición.

Con este llegaron otros tantos partidos. De todos ellos recuerda con especial ahínco la figura de Tomás Tarruella, presidente del Hércules en aquella época. A él agradece su apuesta: subvencionó al primer equipo femenino para poder realizar salidas a otros campos y proporcionó a sus jugadoras el vestuario y las dietas. Y es que tras Tarruella, «nadie más apostó por nosotras».

Aquellos años de deporte con el Hércules femeninos, sus jugadoras cosecharon otros tantos éxitos y victorias, como los campeonatos de La Rosaleda o el trofeo Costa del Sol. Sin embargo, la desaparición del club hizo que la vida de esta alicantina tomara otro rumbo, el de su carrera profesional dedicada a la enseñanza. «He cumplido un ciclo».

Y es que su maestría con el balón y los pies permitió también ayudar a las chicas de cursos más altos durante su etapa en el instituto, antes de debutar con el Hércules femenino. Estas le propusieron jugar para recaudar fondos con los que costear los gastos del viaje de fin de cursos.

Entre estas anécdotas y vivencias, otras tantas y sin mirar los sexos ni géneros. De hecho, Piñero recuerda cuando jugaba de pequeña con los chicos e iba sin miedo para «correr, jugar, centrar y rematar de cabeza como uno más». Hasta el punto que «cuando hacían 'chapí y chapó' para repartir los equipos, el que salía primero me pedía a mí».

Este todo este tiempo después el que le ha enseñado una gran lección que comparte con todas aquellas que tiene oportunidad. «Quiero que las niñas de hoy en día no tengan miedo ni pudor. Que si en Reyes quieren una equipación de fútbol, que se la regalen sus padres», apunta y remata, pues «hablamos mucho de juegos sexistas, pero luego el papá o la mamá quienes dicen a una niña que se apunte a balé o baloncesto».

Por ello, «si te gusta el fútbol, practícalo», como bien viene haciendo ella también en sus Noches de blanco y azul en X y su blog 'Vivencias de una herculana'.

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