El último cocido del histórico restaurante Astorga de Alicante

El bullicio inunda el ambiente. Una gran masa alrededor de la mesa principal -la barra tras la que permanece Abilio Rodríguez- en la que conviven comensales de todo tipo, en cuanto a oficio y edades se refiere. Y es que el estómago no entiende de clases, solo del buen comer como bien saben ofrecer en este restaurante del barrio de San Blas de Alicante, casa de muchos durante sus más de 42 años de historia.

Es a las siete de la mañana cuando este bar abre sus puertas y da los buenos días a sus vecinos, desde antaño convertidos en amigos. Desde ese momento, su clientela -la de toda la vida- aguarda a tomar el primer café de la mañana y hablar con Abilio, así como saludar a Luis en los fogones. Es hasta las cuatro de la tarde -y algo más tarde también- cuando ambos, como buenos hermanos, dedican su vida a alimentar a su gran familia.

Junto a ellos hay seis personas más ofreciendo los servicios, repartidos en tres salas: la principal con su barra y cinco mesas, y dos salones que esperan con ansia su emblemático plato: el cocido de maragato, autóctono de León, su tierra natal. «Nadie lo quería al principio y ahora ya ves, no queda ni un hueco» para deleitar el paladar con este delicioso manjar que se come al revés -y del que pueden llegar a servir 200 unidades en solo una jornada-, manifiesta con orgullo Abilio.

Será esta receta la que ponga fin a 42 años, tres meses y siete días de historia viva y sabrosa en la ciudad de Alicante. Y es que el restaurante Astorga cerrará sus puertas, de forma inminente, el próximo 30 de diciembre por la jubilación de sus hermanos -pese a que Abilio quiso haberse retirado el año pasado, pero tras la marcha de su cocinero arropó a su hermano en su último año en activo-. «Despedimos ese día con cocido», todo un hito ya que dicho plato tan solo se sirve los martes y viernes. Por tal conmemoración de toda una vida, los hermanos harán una excepción para la que ya no queda hueco, pues sus habituales han reservado todas y cada una de las sillas que prevalecen en su segunda casa.

«Ya llegó la hora», celebran con pena. Será en quince días cuando ambos hermanos se dediquen a «disfrutar de la vida» gracias a su merecida jubilación. Abildo aprovechará para hacer más visitas a León, mientras Luis se quedará en Alicante. Estos días anuncian con un cartel sobre su nevera -la cual está coronada con un imán del escudo del Hércules- su despedida, a la que sus clientes y amigos se refieren para comentar los buenos momentos vividos entre tapas, gastronomía e historietas.