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Hacia final de la primavera y principios del verano los árboles de algunas calles de Alicante se tiñen de una flores moradas preciosas que le dan a la estampa un aire bucólico. Es tan solo el preludio de la pesadilla de muchos vecinos. Cuando las flores anegan las aceras, cubren coches y la resina que cae con ellas ensucia hasta el pavimento de la calle en el que se quedan pegadas. Son las temidas jacarandas.
Y es que Alicante cuenta con una historia de amor-odio con estos árboles que decoran algunas zonas de la ciudad como el entorno de la antigua estación de autobuses, algunos viales de La Torreta y la playa de San Juan. Cuando florecen son preciosos con un tono lila que engalana las calles durante unos días. Pero cuando las flores empiezan a caer, librarse de ellas es un infierno.
El problema es el terrible pulgón, una plaga que se hace fuerte en este árbol de origen tropical y que es la responsable de la molesta resina que se adhiere a coches, bancos o cualquier superficie que tenga la mala suerte de estar debajo de estos ejemplares. Para tratar de minimizar su persistencia en esta especie el consistorio de Alicante usa entre otras medidas la suelta de mariquitas.
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Tere Compañy Martínez
Este simpático insecto rojo con puntos negros es capaz de comer cada día su propio peso en pulgón, un superdepredador de la plaga que ayuda a controlarla en las jacarandas de Alicante.
Pero no es la única medida que el consistorio alicantino está poniendo en marcha para minimizar las molestias antes incluso de que ocurran. Entre las actuaciones también se encuentra el lavado del arbolado con agua jabonosa, que ayuda a eliminar esta plaga sin el uso de productos insecticidas o plaguicidas.
Además de otras opciones como, por ejemplo, intervenciones de poda en el momento indicado para estos ejemplares, que además permiten evitar una floración excesiva de estos árboles.
Además de las medidas para evitar demasiada floración en los árboles o incluso a reducir la cantidad de pulgón que tiene cada uno de estos ejemplares. El Ayuntamiento de Alicante también refuerza la limpieza durante los días en los que caen las flores en las zonas afectadas.
Según informan a este diario fuentes municipales, durante estas jornadas se realizan barridos mecánicos, baldeos y lavados a presión en las calles afectada, así como en los puntos necesarios durante el periodo de floración.
El odio de los alicantinos por las jacarandas se ha forjado a fuego lento desde que los primeros de estos árboles llegaran a la ciudad. Una falta de cariño que nace de un coche lleno de flores pegadas a primera hora cuando cualquier ciudadano va de vuelta al trabajo.
Igual, justo por eso, el Ayuntamiento ha limitado la plantación de jacarandas a «las necesarias reposiciones» de los ejemplares actuales. Además, en las nuevas calles o incluso en las reurbanizaciones –como la llevada a cabo en el eje Gadea-Marvá– esta especie ya no se utiliza sino que «se cambia por arbolado de otras variedades» para evitar las molestias que genera.
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