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Para muchos alicantinos la Santa Faz no acaba con la llegada al monasterio. El tradicional mercadillo que se sitúa en la zona se llena de peregrinos que disfrutan de manjares como las almendras garapiñadas, el arrop y tallaetes o la caña de azúcar. Se pueden comprar en puestos como el de Ana, que lleva más de 60 años vendiendo, entre otras muchos productos, pan de higo o manzanas caramelizadas. «Todo el mundo pasa por aquí a comprar algo, son productos tradicionales, todo se hace a mano y es un orgullo poder seguir aquí», reconoce a TodoAlicante la misma Ana.
Hacia este comercio se dirige Marisa, de 64 años, ha caminado hasta Santa Faz con cinco amigas y van directas a comprar unos dulces, garrapiñadas y manzanas. Antes han pasado a por las tradicionales estampitas de la reliquia y un rosario.
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También ha adquirido uno de estos recuerdos de la reliquia, Carmina que ya tiene su collar, pero quiere uno para el coche. «La Santa Faz es muy importante para los alicantinos y nos protege», explica. Nati se ha acercado a un puesto para hacerse con una medalla para su hermana, que no ha podido venir porque su cuñado está enfermo.
Otro de los puestos para los que no pasa el tiempo son los de gaiatos, que se han modernizado y tallan 'in situ' el nombre de los compradores. «Es precioso ver cómo la gente sigue comprando, aunque no todo lo que nos gustaría», explica Vicente. El también lleva más de 60 años acercándose a esta feria, «desde que estaba en la barriga de mi madre», dice orgulloso. Este comerciante comenta que la tradición de comprar bastones en Santa Faz sigue pasando de padres a hijos y muchos compran los bastones más pequeños para sus nietos.
Entre los puestos también está Ángel, que mantiene la tradición familiar vendiendo regaliz y caña de azúcar. Este dulce es uno de los clásicos. «Llevo 40 años vendiendo aquí, en la Explanada y en Maisonnave», reconoce. Mantiene la tradición de feriante de su familia; de hecho, sus hijos montan una de las atracciones de la feria.
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Muchos peregrinos aprovechan el paseo hasta el Caserío para ver el mercadillo aunque no todos compran. María y Nuria han decidido desistir «Hay demasiada gente ahora vamos a por una cervecita», reconocen. Eso sí, antes de irse pasarán a por unas garrapiñadas.
El pueblo de alicante sigue acercándose a este mercadillo, como se lleva haciendo desde hace siglos, para comprar productos como los botijos, los 'xiulets' o las tradicionales huchas de cerdito en las que los niños ahorran las monedas y las familias hacen acopio para las vacaciones. La Santa Faz mantiene vivas las tradiciones también con estos productos que el resto del año es difícil encontrar en la ciudad.
Los comercios de la zona viven esta jornada uno de sus días grandes. El restaurante del hotel Santa Faz ha montado unas barras fueras para evitar las aglomeraciones que otros años atestaban el local. «Vendemos más bocadillos que cafés», explica una camarera que no para de atender pedidos.
En la puerta de este establecimiento varias decenas de personas buscan la sombra mientras toman un descanso. «Hemos salido a las 8, ahora con una cerveza y un bocadillo se ve todo mejor», explica Álvaro, uno de ellos.
En la Despensa de Conchi la propietaria no da a basto. La gente compra bebidas y hielo, pero también rollitos de anís, de vino, coca amb tonyina o de verdura. «Hemos llegado a las 5 y no hemos podido ni montar todo bien, hay más gente que nunca», reconoce Conchi, que un año más se ha convertido en protagonista de la romería más multitidinaria de todas las que se celebran en España.
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