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Son los minutos previos al mediodía de uno de los días previos a la Santa Faz. Las mesas se extienden por su terraza, con la mirada puesta en el caserío. En su interior, los camareros preparan los servicios mientras el equipo de cocina maneja los fogones.
En la barra que separa ambas estancias, aparecen los emblemáticos azulejos que Gibeller regala año tras año durante la romería de la Santa Faz. Este gastrobar, el Santa Bar de Dani Frías, ha encontrado su manera de aprovecharlos: servir en ellos el pan recién hecho con aceite.
«Son el alma de Luis Torregrosa», explica Patricia, el alma de Santa Bar. Es vecina de toda la vida de Santa Faz y conoce a la perfección la historia de la Reliquia y del monasterio, la cual no duda al contar con una sonrisa y mucho orgullo.
Esta alicantina habla de cuando la Reliquia cayó en manos del sacerdote Pedro Mena. Fue regalo de un cardenal en Roma, al ser nombrado Cura de San Juan. «Es supuestamente uno de los cuatro trozos del paño», matiza también, antes de incidir en cómo la ciudad lo venera tras aquel milagro, el de la lágrima en el año de 1489.
Un año después se alzó el caserío, pegado al Santa Bar desde el que a día de hoy Patricia relata esta historia y también explica cómo se vive la Santa Faz desde su interior. Primero de todo presume al incidir en que «es la segunda con más aglomeración de gente de España».
Es desde el interior de Santa Bar donde ven cómo la calle -aquella que un día fue la carretera nacional de Murcia a Alicante y Valencia- se convierte de jueves a domingo en «un río» de personas que participan en la peregrina.
Los hay de todo tipo, explica Patricia, los que tras el camino acceden al monasterio y rezan, y los que pasan de largo y viven un día de mona. También los hay que, al tomar una u otra decisión, entran a Santa Bar para reponer fuerzas con uno de sus almuerzos.
Y es que la Santa Faz obliga a este gastrobar a modificar su carta durante el día de la peregrina. «La adaptamos a las necesidades» de la jornada, señala. El establecimiento ha sido finalista del concurso de Madrid Fusión a la mejor croqueta de España, un plato que cocina a diario y que combinará este jueves con otro muy distintos a sus habituales.
El Santa Bar abrirá sus puertas a las 8 de la mañana con los tradicionales churros de Manolo Tejero, el churrero de Sant Joan, conocido también por sus patatas fritas. Además, también ofrecen desayunos con tostadas y almuerzos con bocatas. Será de viernes a domingo cuando repitan, pero a partir de las 10 horas.
Durante el día de Santa Faz, este establecimiento cuenta con un portero que regula el tránsito en su interior. No quieren una aglomeración constante, tampoco un caos. Buscan mantener su esencia y dar el mejor servicio al peregrino, a través también de sus productos como el pan recién hecho sobre el azulejo de Gibeller.
La cerámica se aprecia en numerosos rincones del Santa Bar, junto a otras creaciones que vecinos y visitantes han regalado. Muchas de ellas, dibujos sobre servilletas, recién creadas en este lugar enfrentado al templo; mientras otras han sido concebidas y donadas con premeditación. Tal es el caso de uno de los dibujos, finalista del concurso de azulejos que no logra pasar desapercibido entre las historias que narra Patricia.
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