51 años del Rico Pérez: un estadio mundialista en estado crítico
Lo que un día fue orgullo de la ciudad, es ahora un símbolo del desinterés institucional y la falta de voluntad política
El Rico Pérez cumple 51 años, y está en estado crítico. Desde que se inaugurara el 3 de agosto de 1974 con una derrota 0-4 ante el Barcelona de Johan Cruyff, el templo herculano ha vivido ascensos, descensos e incluso ser el bastión de la Argentina de Maradona en el Mundial de 1982. Ahora, más de medio siglo después y tras pasar por diferentes manos, el campo pasa sus peores momentos.
Este domingo, el Rico Pérez celebra el aniversario sumido en el abandono y el desencanto. Lo que un día fue orgullo de Alicante y escenario de partidos internacionales, es ahora un símbolo del desinterés institucional y la falta de voluntad política.
Panales de avispas, basura en las inmediaciones, asientos arrancados, mendigos en las puertas... son algunos de los detalles que convierten al estadio, propiedad del Instituto Valenciano de Finanzas (IVF), en uno de los campos peor conservados de España.
Un templo mundialista abandonado a su suerte, perdido entre promesas de reforma e incluso de proyectos «espectaculares» como el 'Arena Alicante'. Nada, todo humo.
Los herculanos, veteranos en el encaje de menosprecios rivales por la salud del estadio, piden una solución urgente. Mientras, el club, inquilino hasta 2032 tras un fallo judicial, y la Generalitat, propietario del inmueble, callan y se lavan las manos.
Dos avisos
Dos desprendimientos podrían haber acabado en tragedia. En 2013, antes de un entrenamiento, parte de la estructura de una de las torres de focos del Rico Pérez se vino abajo y quedó suspendida en el aire, lo que requirió la intervención de los bomberos.
Una década después, una verja del estadio se desprendió por el viento y rompió la luna de un coche. Afortunadamante, ocurrió en un día que no había partido, y tan solo hubo que lamentar daños materiales.
Tras el suceso, el propietario del estadio, a preguntas de TodoAlicante, despejó balones fuera y señaló que el encargado del mantenimiento era el Hércules. De nuevo, unos por otros, la casa sin barrer.
A pesar de todo, la afición, el tesoro de este club, sigue respondiendo, fiel a sus colores y a su historia centenaria, a pesar de que el templo herculano se cae a pedazos entre promesas rotas y silencios cómplices. Alicante no merece un estadio en ruinas.
El tiempo de mirar hacia otro lado ha terminado: o se actúa, o el Rico Pérez acabará siendo un recuerdo más entre los escombros del olvido.
