Soziedad Alkoholika, SFDK y La Pegatina conquistan el Rabolagartija

Los festivales se consolidan cada vez más como uno de los planes imprescindibles para jóvenes y no tan jóvenes. Así lo ha demostrado la octava edición del festival Rabolagartija que entre el jueves 15 de agosto y el domingo 18 (el festival se alargó hasta la madrugada) llenó Villena de miles de festivaleros y de una de las ofertas más variadas del panorama musical actual.

Desde grupos que beben del punk más 'bestia' como Soziedad Alkoholika que prendió la traca durante la jornada del jueves, hasta el otro extremo del pop latino y electrorrumba de los inclasificables Ladilla Rusa que actuaron el domingo de madrugada.

Y es que si por algo destaca este festival es por conseguir una variedad poco vista en los festivales, que tienden a especializarse en un público concreto. Una apuesta que se vió desde la primera edición y que lo convierten en uno de los encuentros más variopintos e interesantes.

Desde punkis con camisetas cortadas y crestas, hippies con rastas haciendo malabares durante los conciertos o modelitos de lentejuelas y maquillaje de purpurina, todos caben en el Rabolagartija en una mezcla que sorprendentemente funciona.

Esta edición comenzó pasada por agua con una rápida tormenta de verano durante el montaje que obligó a retrasar la apertura de puertas durante el primer día. La lluvia, pese a que hizo mella en alguno de los rabolagartijeros que en aquellos momentos plantaban sus tiendas no afectó al horario de los conciertos y la jornada se desarrolló con total normalidad.

El escenario del Rabolagartija acogió durante el primer día a algunas de las bandas más esperadas como Soziedad Alkoholika, Lia Kali o Muchachito Bombo Infierno. También algunas apuestas más cercanas como grupos de la Comunitat como el sonido urbano de Maluks, el punk-rock de El Último ke Zierre y el mix de reggae, ska, música tradicional y rock que solo un grande como Xavi Sarrià, con los añorados Obrint Pas en el recuerdo, es capaz de conseguir.

Los platos fuertes de la jornada fueron sin lugar a dudas Soziedad Alkoholika con un espectacular concierto de 90 minutos de espectáculo que se pasaron en un santiamén gracias a una propuesta contundente e inapelable, como solo la apisonadora vasca es capaz de hacer, descargando los sonidos más duros de la jornada para un público que no tuvo más que cambiar de escenario para continuar la fiesta con Boikot, que ponía patas arriba con sus clásicos de siempre un recinto en el que el público se encontraba ya desatado.

La noche siguió con un cambio de ritmo total y absoluto pasando del punk clásico a la música urbana más moderna de Lia Kali. Una apuesta en la que también se mezclan el soul, el flamenco, el jazz y la música negra. La noche volvió a dar un giro con The Locos en el escenario, un grupo más desconocido pero que tiene entre sus músicos a Pipi, ex Ska-P, por lo que siempre es una apuesta segura de diversión y caña en un festival. La noche acabó con la electrónica de Bassgame que exprimió hasta la última gota de energía de los festivaleros hasta las 5 de la mañana.

El viernes comenzaba la jornada con una de las apuestas más locales, y es que Alademoska tocaban en casa, la banda villenense desafió el calor de media tarde con su salto a los escenarios grandes tras su éxito del año anterior en el Caparrilla, tras ellos el ska y reggae de los gallegos Dakidarría, que están celebrando su 20 aniversario, y el mestizaje rockero de los catalanes Buhos.

Sin embargo, las horas grandes empezaban con un multitudinario concierto de El Niño de la Hipoteca que dio paso a uno de los pesos pesados de la noche, Chambao, la banda andaluza de flamenco chill que está arrasando con todo a su paso tras su triunfal vuelta a los escenarios en 2023.

A las 23.30 horas, con la puntualidad acostumbrada, daba comienzo el concierto más esperado de la jornada y, para muchos asistentes, del festival, el show de SFDK, el dúo sevillano de hip-hop que está haciendo historia en nuestro país.

Tras meter 60.000 espectadores en el estadio olímpico de La Cartuja hace unas semanas, Acción Sánchez y Zatu siguen celebrando sus 30 años de carrera, una carrera honesta, admirable y envidiable que les ha elevado a lo más alto del panorama nacional y latinoamericano, algo que celebraron en Villena con un concierto que va a pasar, por derecho propio, a la pequeña historia de Rabolagartija, más aún tras la colaboración sorpresa de «su hermana», La Mari de Chambao con Zatu, sin lugar a dudas un momentazo.

La noche siguió con grupos de la talla de Green Valley - que mezclan reggae dancehall- , Jenny and the Mexicats -donde inglesa, español y mexicanos mezclan sin dudarlo ritmos de jazz, rockabilly, folk, flamenco, reggae, son, country y cumbia-, el reggae fundido con rap y hiphop de Pure Negga; y la sesión electrónica del dúo sevillano Dub Elements, una auténtica institución dentro de la escena drum'n'bass que puso al público a bailar con desenfreno hasta la hora de cierre de recinto.

La última noche comenzó pronto y con otra de esas bandas que han dado el salto del escenario pequeño en la edición 2023 a uno de los grandes, este año Cactus desafiaba al calor abriendo el recinto el último día. Tras ellos comenzaba una retahíla de viejos conocidos como Trashtucada, Esne Beltza o Lendakaris Muertos que tomaron el recinto por asalto en las apuestas más festivaleras de la jornada.

La noche cambiaba de rumbo hacia los grandes del cartel. El rumbo del festival viraba hacia otros derroteros, dejando paso al rap y el pop de Rayden, cuya despedida de los escenarios cada vez es más cercana y cada vez nos duele más, porque está en plena forma, y por supuesto, al indiscutible cabeza de cartel de la jornada, La Pegatina, que ofreció 90 minutos de espectáculo que se pasaron en un santiamén gracias a una propuesta llena de ritmo y diversión y que venía a poner patas arriba (lluvia de confetis mediante) con su fusión de la rumba catalana, la cumbia y el ska a un público ya entregado y poseído por el espíritu de la fiesta.

Pero la noche siguió. La traca final de esta edición venía muy fuerte, empezando por El Canijo de Jerez, que volvió a arrasar con su simpatía y con el eterno recuerdo de Los Delinqüentes, y siguiendo por el electropop gamberro y surrealista de Ladilla Rusa, que tomó por asalto Rabolagartija en su primer paso por el festival.

Las letras reivindicativas y feministas de Mafalda, en su gira de despedida, pusieron un punto de emoción al evento, coronado por la banda tributo Pedrá, que tras su triunfo en 2023 en el escenario Caparrilla se ganó el derecho a cerrar la edición 2024 desde el escenario Camarón recordando los mejores temas de Extremoduro a los asistentes que todavía seguían en el recinto con ganas de fiesta.

Una de las propuestas más interesantes de este festival es justamente el escenario Caparrilla Stage. En él se pueden escuchar a muchos de los grandes grupos que comienzan a despuntar, para aquellos que disfrutan de la música y de descubrir nuevos sonidos es el lugar perfecto para alejarse de escuchar una vez más a los cabezas de cartel y encontrar a grupos que llenan escenarios allí dónde van.

En él desfilaron desde tributos como La Leñera o Gato López, propuestas más acústicas como La Otra o Colomet, y otros ya conocidos como Sara Socas o Me Fritos a Gimme Chetos que a pesar de que sus horarios coincidían con algunos de los grandes del cartel consiguieron llenar el escenario.

Grupos alicantinos como Los Ibiza, otros que empiezan a llenar salas como los murcianos Awakate o que llevan años sobre los escenarios como los madrileños El Sombrero del Abuelo desfilaron por este espacio que no se vació en los tres días.

Este año el festival también ha organizado un formato acústico en la plaza Mayor de Villena que ha llevado a la cantautora madrileña Grex y a los extremeños Sanguijuelas del Guadiana a tocar en pleno corazón del municipio.

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