Uno de los viajes «amables» de la Asociación de Mayores Plaza de América. TA

Las personas mayores de Alicante redescubren el mundo con excursiones y viajes que combaten la soledad

Una propuesta pionera ofrece rutas adaptadas, compañía y bienestar emocional, todo pensado para usuarios de edades avanzadas y con movilidad limitada

Adrián Mazón

Alicante

Lunes, 25 de agosto 2025, 07:21

Uno de los principales problemas a los que se enfrentan las personas mayores de Alicante es la soledad no deseada. Por ello, la Asociación de Mayores Plaza de América ha ideado un nuevo programa pionero e innovador dentro de su marco de acción: viajes y excursiones con los que volver a recorrer el mundo -en este caso la provincia- de forma inclusiva.

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Uno de los voluntarios de esta entidad es Antonio Pérez, antropólogo jubilado. Él mismo califica de «propuesta estrella» esta iniciativa, coordinada por Milagros Arnáiz. Así durante las jornadas de voluntariado «detectamos que muchas personas mayores se autoexcluían» de muchos planes que agencias y organismos proponen.

De hecho, explica Pérez, muchos de los usuarios de la asociación y de este nuevo programa «sentían que ya no podían seguir el ritmo de las excursiones habituales y preferían quedarse en casa», siendo esto el comienzo de «la soledad y del cierre emocional».

Una de las salidas de los mayores de Plaza de América. TA

Por ello, desde la Asociación de Mayores Plaza de América de Alicante idearon esta propuesta tan sencilla como revolucionaria, centrada en excursiones «inclusivas» diseñadas para quienes, por edad o por movilidad reducida, habían dejado de verse capaces de viajar, caminar o compartir un día fuera de casa.

«Pensamos que, si no podían adaptarse a los viajes, serían los viajes quienes debían adaptarse a ellas». Y así fue. La idea se convirtió en una serie de rutas accesibles, amables y sociales, en las que todo está pensado para que los mayores disfruten sin esfuerzo.

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Horarios flexibles, destinos cercanos, autobuses con plataforma elevadora, paseos suaves, apoyo de voluntarios son las claves de esta iniciativa

Desde horarios flexibles, destinos cercanos, autobuses con plataforma elevadora, paseos suaves, apoyo de voluntarios «que estén pendientes de cualquier necesidad» y, sobre todo, un ambiente distendido donde hablar es casi obligatorio. «Lo prohibido es no hablar», matiza Pérez sobre la característica principal de estos viajes.

El éxito se ha hecho notar en sus salidas. Benidorm y La Vila Joiosa han sido dos de los destinos para muchas de estas personas mayores que «no salían de excursión desde hacía ocho años». Gracias al programa han podido pasear junto al mar, «riendo y mojándose los tobillos en la orilla». Estas simples acciones «algunos creían que ya no podrían volver a hacerlo».

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Romper barreras y estereotipos

El proyecto ha realizado distintas salidas piloto con grupos reducidos de 18 a 20 personas. Cada excursión se convierte en una gran celebración. Y es que todo está pensado para las personas mayores, desde las salidas a las 10 horas con regreso tras la comida para descansar.

A todo ello se suman recorridos pensados para disfrutar del camino y no agotarse. «No hace falta subir castillos ni bajar escaleras. Pasear por el paseo marítimo, tomar el sol o una respiro en una terraza puede ser más sanador que mil museos», apunta Antonio Pérez.

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Y es que esta iniciativa, con modelos de excursiones «amables», rompe estereotipos. «A las personas mayores se les ha condenado a jugar al dominó o hacer ganchillo. Nosotros hemos demostrado que quieren participar, moverse, descubrir. Solo necesitan que alguien lo haga posible».

El impacto no es solo físico o social, también emocional. Gracias a estos viajes «muchas personas se sienten útiles, visibles y con derecho a disfrutar. Se restauran por dentro», explica el voluntario. Con ello se disfruta del ocio y se devuelve, también, la dignidad. «Hemos escuchado a gente decir: 'A esta excursión sí vengo, porque la última me dejó muerta'. No podemos permitir que el envejecimiento signifique aislamiento».

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Con el apoyo de entidades como Cocemfe y tras meses de reuniones, observación y ensayo-error, el modelo ha demostrado ser replicable. «Queremos que esto llegue a otros municipios. Que se entienda que caminar despacio no significa no poder viajar, sino que hay que hacerlo a otro ritmo más humano».

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