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La Casa Carbonell de Alicante, ubicada en los dos primeros números de la Explanada de España, continúa dando mucho de qué hablar. Cien años han pasado desde su construcción, entre 1922 y 1924, y su origen ha sido motivo de muchas leyendas que han pasado por el boca a boca y de generación en generación.
La realidad, según explican María José Gómez Reus y Elsa Gómez Reus a TodoAlicante, es que su bisabuelo Enrique Carbonell puso el ojo en los terrenos del antiguo mercado de la Puerta del Mar -antecesor del actual Mercado Central- allá por el año 1918. Tras obtener los permisos municipales, realizó el encargo de construir el edificio al arquitecto Juan Vidal Ramos.
Hace justo un siglo, la fachada de la Casa Carbonell ya estaba terminada a la espera de concluir las obras con los últimos detalles de su interior. Sin embaro, su propulsor no pudo residir nunca en su vivienda principal, reservada por él mismo. Enrique Carbonell murió de forma prematura y su primogénita, Enriqueta Carbonell Sempere ocupó la residencia.
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El empresario alcoyano, «muy honorable y reconocido públicamente» como bien matiza la familia, mandó construir la Casa Carbonell por dos motivos: para expandir su empresa -una fábrica de textil- y por la salud de su otra hija, Herminia Carbonell, «delicada del corazón». Eso sí, a ella no le hizo gracia salir de Alcoi y decidió permanecer en la ciudad de los puentes.
En cambio, su hermana mayor, Enriqueta, era una enamorada de Alicante y no dudó en residir en la Casa Carbonell. Fue en la capital de la provincia donde conoció a su gran amor, su marido Alfonso Reus, con quien tuvo descendencia y, a día de hoy, llega hasta los choznos (hijos de los tataranietos).
Las leyendas sobre la Casa Carbonell permanecen, al igual que el edificio, vivas desde hace un siglo. Muchas de ellas incluyen al inmueble contiguo, el antiguo Hotel Palas de Alicante. Estas dicen que Enrique Carbonell acudió a su recepción para solicitar la mejor habitación y al verlo -supuestamente iba cubierto de polvo- se la negaron por sus pintas.
La familia de Enrique Carbonell matiza que esto «no es cierto, es una contradicción» al ser el alcoyano «un industrial importante, un mecenas de las artes y un hombre de gran fortuna». Al mismo tiempo exclaman que «¿Cómo una persona que tenía un Hispano-Suiza y llevaba a sus hijas al mejor colegio de España iba a ir de esa manera?».
Esta leyenda también ha sufrido los efectos del 'teléfono loco'. «Han llegado a decir que vino en burro y en caballo». No obstante, las descendientes de Enrique Carbonell saben bien que frenar estos rumores «es imposible» y prefieren verlo como una «leyenda romántica» más que como un ataque a su bisabuelo. Aunque, eso sí, «queremos que el nombre del bisabuelo quede como es, que se cuente la verdad».
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Miriam Gil Albert
Y es que el alcoyano ostentó diversos cargos públicos como teniente de alcalde de su ciudad natal y presidente de la Asociación de Fabricantes de Punto. También un adelantado a su tiempo. De nuevo aquí la historia: bautizó a su primogénita como Enriqueta cuando «lo normal en aquellos tiempos era querer tener hijos varones». Podría haber puesto Adelina como su esposa, pero honró así a la abuela de María José y Elsa.
La propietaria actual de la vivienda principal de la Casa Carbonell asegura haber escuchado a guías turísticos propagando las leyendas frente a la fachada. «Dijo que la casa era una vivienda familiar», cuando sus plantas disponen de viviendas separadas e independientes. También que «se construyó para que su hija, a la que le gustaba mucho tomar el aire, se asomara cada día por una ventana y que por eso hay 365».
El número de ventanales es lo único correcto, afirma Elsa Gómez Reus. ¿Por qué? Lo desconocen, pero están contadas en sus cuatro fachadas: principal, laterales y trasera. «Fue una curiosidad, mi bisabuelo lo quiso así». De todas estas leyendas, asegura junto a su hermana que «no sabemos de dónde han salido, son contradicciones».
Eso sí, en el seno familiar existe una cuestión pendiente y es el por qué del nombre de Elsa. «Pensamos que era porque mi abuelo era forofo de (Richard) Wagner», por eso podría haber decidido homenajear así al compositor. «Mi madre nació en 1927», una época en la que este nombre no era común. Según el Instituto Nacional de Estadística, solo 21 mujeres fueron registradas en el censo español como Elsa antes de 1930, entre ellas la descendiente de Enrique Carbonell.
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