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Son las doce de la mañana cuando suena el timbre de la puerta de Elsa. El pulsador coincide con el repicar de las campanas que envuelven el entorno de la Casa Carbonell para anunciar el mediodía. Tras mirar el reloj y comprobar que es la hora correcta, esta mujer alicantina -a caballo con su vida en Dublín- abre la puerta y da la bienvenida a la planta principal, la primera, de este emblemático edificio en la Explanada de España.
Un pañuelo ataviado, de forma elegante y sofisticada, a su cuello deja entrever las buenas maneras de Elsa Gómez Reus para con sus invitados. Su sonrisa puede con el cansancio de la noche del homenaje a la Casa Carbonell y da paso a narrar la historia de su residencia, construida por el arquitecto Juan Vidal Ramos a encargo de su bisabuelo Enrique Carbonell Antolí (Alcoi 1870 – Madrid 1924) hace un siglo. Eso sí, con mención al final de una visita muy particular y exclusiva para TodoAlicante, en la que aguardan su hermana María José y su hija Elena.
Nada más poner un pie en el pavimento original de la casa principal de la Casa Carbonell -ocupa dos viviendas con 460 metros cuadrados-, llega la primera pregunta sobre los orígenes del inmueble, acompañada por un breve repaso por el árbol genealógico del ilustre empresario e intelectual alcoyano. «Esta era su casa, pero por desgracia nunca vivió aquí» explica Elsa Gómez Reus ante la prematura muerte de su bisabuelo, tras una operación de úlcera.
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Miriam Gil Albert
El empresario alcoyano, dedicado al mundo del textil, puso los ojos en los terrenos que antaño acogieron el mercado de la Puerta del Mar, anterior al actual Mercado de Abastos más conocido como el Mercado Central de Alicante. Fue en 1918 cuando Enrique Carbonell los adquirió para elevar su residencia, en la Casa que porta su apellido, con la intención de que hija Herminia, delicada de salud, pudiera residir junto a él. Su nieta Elsa Gómez Reus explica también que «tenía ambiciones de ampliar su negocio, fueron las dos cosas».
Sin embargo, hubo dos contratiempos en esta historia, a la que le siguen multitud de leyendas. El primero fue la muerte prematura de Enrique Carbonell, quien no pudo ver terminada esta obra de la arquitectura alicantina. Falleció en noviembre de 1924, cuando los exteriores de la Casa Carbonell estaban terminados a falta de concluir detalles interiores en los siguientes meses. Además, «a mi tía Herminia no le gustaba Alicante, era muy de Alcoi» narra su sobrina nieta. «Decía que no se le había perdido nada y siempre vivió allí».
Fue su hermana Enriqueta Carbonell Sempere, abuela de Elsa, quien heredó la casa. «Vivió con sus hijos aquí», pues fue la única de las hermanas que tuvo descendencia. Entre ellos, Elsa Reus, quien también disfrutó de este inmueble único y conservado como en su primera visita hasta pasar a manos de su hija, la actual propietaria. No es la única de todo el edificio, pues «mis hermanos tienen varias viviendas», detalla Gómez Reus. Estas sirven en la actualidad para el uso residencial mientras otras están alquiladas para oficinas, estando la Casa Carbonell concebida para ambos fines desde su primera piedra.
Vivir en este enclave convertido en postal de la ciudad de Alicante «es un privilegio» y, también, una ardua responsabilidad. La familia conserva tanto el edificio como la planta principal en un estado perfecto, trasladando a sus invitados a los años 20 del pasado siglo. «Somos muy amantes de lo que tenemos». Esta encomiable labor de cuidar del legado de sus antecesores ha llevado a su comunidad de propietarios a obtener el Premio Mediterráneo por su cultura de la conservación, otorgado el pasado mes de mayo por la empresa homónima que administra la finca.
Prueba de todo ello se aprecia en todos los rincones de la Casa Carbonell, desde sus dos pórticos de acceso, los números 1 y 2 de la Explanada de España que sirven para acceder a las dos escaleras, como en el forjado de su ascensor y en la decoración de sus rellanos. Sin embargo, el espíritu de Enrique Carbonell permanece intacto, con mínimos cambios, en el interior de la vivienda principal, donde reside Elsa Gómez Reus.
El retrato del bisabuelo y el piano firmado por Arthur Rubinstein
Es al acceder a la vivienda principal de la Casa Carbonell, cuando la primera mirada se sitúa en la superficie. Las baldosas hidráulicas que conforman el suelo original de esta estancia son obra de los artesanos catalanes Doménech y Montaner. Los techos también cuentan con la misma distinción. «Aquí no ha cambiado nada», se enorgullece Elsa Gómez Reus. «Está como hace cien años».
A mano izquierda se halla la primera estancia convertida en despacho por la actual propietaria. Es aquí donde se alza, en una de sus paredes con mirada a la calle San Fernando, el retrato de Enrique Carbonell, junto a otro del abuelo paterno de Elsa Gómez Reus. Es ahí donde convergen sus raíces, de Alcoi y Burgos. La estancia está decorada con mobiliario irlandés, de su marido Bryan.
Al volver al recibidor y continuar por él, aparece un amplio descansillo en el que reposa el piano de la familia. «Está firmado por Rubinstein en su interior» y sobre la tapa que protege el cordal se alza una fotografía del compositor, dedicada a Carbonell. Tras este jueves le acompañan las teselas del paseo de la Explanada, concedidas por el Ayuntamiento tras el homenaje impulsado por la comunidad de propietarios con el encendido de luces.
A espaldas del piano se aprecia una gran vidriera de origen francés. Este fue elaborado por la Casa Maumejean, empresa familiar francesa, vidrieros oficiales de la Casa Real de Alfonso XII con taller en Madrid y delegaciones en Barcelona. Sus obras, además de en la Casa Carbonell, también se admiran en el Palacio de Telecomunicaciones ubicado en la plaza de Cibeles de Madrid, en la Catedral de Bayona y el Ayuntamiento de Biarritz.
Esta vidriera instalada en Alicante cuenta con una particularidad. «Se hizo al revés y se ve mejor desde la cocina», se muestra aún sorprendida Elsa Gómez Reus al presentar esta obra de arte antecedida por el piano familiar. En su lateral enfrentado se ubica una nueva estancia, el salón dedicado en sus inicios al instrumento. Esta conserva todavía el papel original con el que se recubrieron sus paredes, con un único cambio: uno de los laterales es de espejos debido al deterioro. Pese a su buena acústica cambió también de función y alberga en la actualidad una salita.
Una alfombra de la Real Fábrica restaurada por la 'herencia textil' de Carbonell
El recibidor de la casa principal -repleto de fotografías de todas las generaciones y también de la saga irlandesa, formando así el rincón familiar- desemboca en otra estancia, el antiguo salón principal. Este cuenta con visión a la calle Cervantes de Alicante con el edificio del antiguo Hotel Palas y a la Explanada de España. Se ubica en la fila de los torreones laterales de la Casa Carbonell, con esquina circular.
«Es una maravilla», admira Elsa Gómez Reus tras confesar que ha cambiado la decoración al noventa por cien para dejarlo con «un toque informal». La estancia era el salón principal de antaño, el cual contaba con «tapicerías preciosas» entre otros elementos que lo elevan a la categoría del oro. Recuerda, bien, cómo andaban de puntillas cuando accedían en su infancia.
Entre los detalles más relevantes, la propietaria de la planta principal de la Casa Carbonell desvela que el suelo original es el mismo que el del Liceo de Barcelona y la lámpara también pertenece al salón original. Al fondo se extiende una alfombra de la Real Fábrica que ha sido restaurada para su conservación. Esta cuenta con una forma un tanto peculiar, «creo que mi abuela la cortó», mostrando la herencia y experiencia textil de la familia Carbonell.
Una chimenea que refleja el espíritu empresarial de Enrique Carbonell
Un nuevo pasillo desemboca en lo que en su día fue el gran comedor de la planta principal de la Casa Carbonell. En la actualidad está repleto de mobiliario y detalles originales, como la chimenea que corona la estancia. Esculpida en mármol cuenta con un relieve obra del escultor alcoyano Lorenzo Ridaura. La pieza representa la industria y el comercio en memoria y homenaje a la fábrica de Enrique Carbonell. Las pinturas del techo son obra de Julio Pascual; mientras las baldosas del pavimento son las mismas que las del Museo Nacional de Arte de Cataluña.
Frente a ella, sentadas en dos sillones, esperan María José Gómez Reus y Elena Ranalow Gómez, hija de Elsa y tataranieta de Carbonell. Ambas se unen a la conversación y desvelan numerosos detalles y anécdotas familiares. Entre ellas, la admiración por el bisabuelo, un hombre «inteligente y con una visión de futuro enorme».
María José continúa señalando que su bisabuelo era un hombre de principios de siglo que «supo tener una enorme visión de negocio, del arte y de la sociedad, era verdaderamente increíble». Elsa se une a sus palabras para recalcar que Enrique Carbonell procedía de una familia humilde. «Era feminista», reconoce también con orgullo al contar la educación que brindó a sus dos hijas en el Instituto Internacional Americano de Madrid, precursos de la Institución Libre de Enseñanza.
«Mi abuela obtuvo la carrera de piano con premio extraordinario y hablaba un inglés perfecto», asevera María José, mientras Elsa narra una anécdota. Se casó con su marido Bryan -irlandés- en Alcoi y sus padres acudieron a la ceremonia. «Mi abuela sirvió un 'after on tea' que ni la reina de Inglaterra», recuerda mientras ríen las hermanas. «Mi suegra se quedó sorprendida porque era muy adelantados a su tiempo».
Al mismo tiempo, Elsa Gómez Reus incide de nuevo en los orígenes humildes de su bisabuelo, «era muy humano», los cuales le hicieron preocuparse por sus trabajadores de la fábrica «para que tuvieran las mejores condiciones». Sobre ello, apunta «sus huelgas eran las primeras que cesaban porque acedía a las peticiones».
Asimismo, también tuvo visión sobre Alicante y «tenía grandes planes» para crear una gran plaza frente al Ayuntamiento, tras la explosión de la Armería El Gato, cuya configuración cambió a un enorme rectángulo -antes de elevar la Audiencia Provincial, cuando la Casa Consistorial miraba directamente a la espalda de Carbonell- tras ser en un sus inicios una plaza triangular. «El centro hubiera tenido un diseño de Ridaura porque la ubicación es única».
Tras este gran comedor se halla el dormitorio de Enrique Carbonell, el cual nunca llegó a estrenar por su prematura muerte en el hotel Ritz de Madrid. En la actualidad es la alcoba de Elsa Gómez Reus, la cual mantiene todavía los muebles originales del siglo XX, los cuales combinan con una vista única a la Explanada de España, sus teselas y al mar alicantino que se mece en las aguas del Puerto de la ciudad.
Muchas de estas anécdotas han pasado de generación en generación, mientras otras tantas han sido recuperadas gracias a la labor de Isker Torrecillas Sempere, biógrafo-historiador de la familia Carbonell. Del mismo modo, el recuerdo de la fábrica en Alcoi todavía se conserva al permanecer erigido su edificio, reconvertido en la sede de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV) en la ciudad de los puentes. Fue este viernes cuando donaron un retrato de Enrique Carbonell a la institución, tras una mesa redonda donde se homenajeó su figura.
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