La Guardia Civil rescata en una vivienda de Alicante a un felino africano que una familia tenía como mascota
La intervención se produjo después de que los dueños solicitaran ayuda al no poder controlar el comportamiento del ejemplar
Una llamada a la Guardia Civil ha destapado otra retahíla de casos que las ONG llevan años denunciando: la compra impulsiva de animales salvajes convertidos en mascotas domésticas. El Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) ha rescatado en una vivienda Alicante a Tila, una hembra de serval de cinco años cuya familia reconoció que ya no podía hacerse cargo «con seguridad y responsabilidad». El ejemplar ha sido trasladado al centro AAP Primadomus, en Villena, referente europeo en rehabilitación de especies exóticas.
No es un caso aislado. Los servales -un felino originario del África Subsahariana, incluido en el apéndice II del convenio CITES- se han colado entre los cinco animales con mayor número de solicitudes de rescate tanto en España como en Europa. Y cada intervención, subrayan los expertos, es un recordatorio de un fenómeno incipiente que empieza a adquirir una dimensión preocupante.
El serval es un cazador ágil, solitario, capaz de saltar tres metros para derribar aves en pleno vuelo. Un depredador adaptado a las praderas africanas, no a un salón con juguetes infantiles ni a un patio interior. «El hecho de que haya nacido en cautividad no lo convierte en un animal doméstico», advierte la Coalición para el Listado Positivo. «Conserva sus instintos, sus necesidades de territorio. La frustración derivada del cautiverio genera conductas discordantes, más agresivas de lo normal: arañazos, mordiscos, destrozos, ataques a otros animales o incluso a personas», añade.
La escena se repite con inquietante frecuencia. Impulsados por su apariencia «salvaje» y por la verborrea estética de las redes sociales -donde se muestran como mascotas dóciles y exóticas-, muchos propietarios ignoran el coste real, el espacio necesario y la dificultad de manejar a un felino que puede alcanzar los 18 kilos.
La familia de Tila lo admite sin ambages: «Solo ves los momentos bonitos. Pero, cuando crece, mantenerlo en casa es muy complicado, sobre todo si tienes niños o recibes visitas y el animal se altera. Si lo hubiéramos sabido antes, no la habríamos adquirido».
La ley 7/2023 ya prohíbe la tenencia como animales de compañía de mamíferos silvestres que superen los 5 kilos en estado adulto -el serval triplica esa cifra-, a la espera de que entren en vigor los Listados Positivos previstos para el próximo año. Esas listas marcarán qué especies pueden convivir legalmente en hogares y cuáles quedan descartadas por motivos de seguridad, bienestar animal o impacto ambiental.
Para las organizaciones que impulsan este marco regulatorio, el rescate de Tila es un ejemplo edificante de lo que ocurre cuando un ciudadano reconoce los límites y decide pedir ayuda antes de que el estrés del animal derive en una tragedia. La Coalición para el Listado Positivo -formada por ANDA, FAADA y AAP Primadomus- insiste en que cualquier persona en una situación similar debe reportarla cuanto antes.
Mientras tanto, en Villena, el felino inicia ahora una nueva etapa, lejos de un entorno doméstico que jamás pudo serle propio. Una decisión tardía, pero que le evita seguir atrapado en un escenario que dista muchísimo de su naturaleza.