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Catorce meses de prisión para el dueño de Ragnar por un delito de maltrato animal, además de cuatro meses de multa con cuota diaria de seis euros por delito de abandono y cuatro años de inhabilitación especial para la tenencia de animales.
Esta es la pena recogida en la sentencia que la Justicia ha impuesto al dueño del perro Ragnar, fallecido el pasado 2020 en Elche. El animal fue encontrado en un contenedor de basura en la partida de Vallongas del municipio, donde permanecía en estado abandono y enfermo, ya que presentaba un avanzado estado de desnutrición.
Ragnar solo pesaba 18 kilos cuando un ciudadano que paseaba por la partida lo halló en dichas condiciones. Al ver al animal en aquel estado, dio aviso a la asociación Huellas Salvadas, que se hizo cargo del mismo trasladándolo al veterinario. El mastín falleció a los pocos días.
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Fue gracias a una investigación de la Policía Nacional y de la Policía Local de Elche cómo se logró identificar y localizar a su dueño. Así, la Justicia lo citó el pasado 2 de junio en el banquillo de los acusados imputándole de dos delitos tipificados en el Código Penal: el de maltrato animal y el de abandono.
La acusación particular, la asociación Huellas Salvadas a través de su abogado Eloi Sarrió, solicitó 18 meses de prisión, multa de seis meses y cuatro años de inhabilitación; mientras que la Fiscalía solicitó una pena de 14 meses de prisión y tres años de inhabilitación para la tenencia de animales. Con el fallo del Juzgado, la sentencia ha quedado resuelta con 14 meses de prisión, multa de cuatro meses y cuatro años de inhabilitación por dos delitos.
«Nos han dado la razón», ha manifestado el letrado de la entidad, al insistir en que eran dos delitos y debían condenarse. El primero de ellos de «maltrato por omisión» al haber dejado a Ragnar «desamparado toda su vida» sin ofrecerle los cuidados que necesitaba y «no visitar en su vida a un veterinario». El segundo, por subirlo a un vehículo que «podría haber utilizado para llevarlo a una clínica» y utilizó para «dejarlo tirado y abandonado al lado de un contenedor de basura».
Según explica Sarrió, el dueño de Ragnar es propietario de un negocio relacionado con los animales, por lo que cuando la sentencia sea firma deberá abandonar su cargo y abstenerse de tener animales como demanda la sentencia porque «si no lo cumple, posiblemente entraría en prisión». El letrado desvela también que durante el juicio, el responsable del animal insistió en que montó la empresa «por hobbie», a pesar de los altos costes de mantenimiento de sus instalaciones y de los propios animales.
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