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Javier Martínez
Martes, 3 de septiembre 2024, 07:22
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Los hurtos al descuido y los robos con violencia han aumentado este verano en las áreas de descanso de las autovías A-7 y AP-7 en las provincias de Alicante, Valencia, Castellón y Murcia. Una decena de bandas organizadas cometen a diario los delitos, según un informe de inteligencia criminal realizado por la Guardia Civil, y tienen como principal objetivo a los turistas extranjeros.
El grupo delictivo más numeroso está formado por varios clanes emparentados que proceden de Chitila, una localidad de Rumania con cerca de 15.000 habitantes. Los miembros de esta organización criminal están afincados en Málaga y otras ciudades de la Comunitat Valenciana. Delinquen como las mafias italianas, con células formadas por varios integrantes de la misma región, y comparten hasta la misma simbología en sus tatuajes. La especialidad de esta banda son los robos en áreas de servicio y estacionamiento de centros comerciales, casi siempre de noche.
En los últimos tres años, la Guardia Civil ha detenido a 43 presuntos miembros de las brigadas de Chitila, como llaman los investigadores a las células de esta organización delictiva. Otras tres bandas de ladrones que actúan en la autovía del Mediterráneo (Algeciras-Barcelona) están formadas por rumanos con antecedentes policiales en nuestro país.
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Tres grupos más los integran una veintena de argelinos cuyos nombres, fotos y tatuajes son consultados por los investigadores de la Guardia Civil cuando cotejan los datos de las denuncias. Una de estas bandas está liderada por Ahcene N. B. y comete robos también en las playas. Los tres restantes grupos delictivos están formados por doce albanokosovares, según los ficheros policiales, y suelen delinquir también en áreas de servicio y centros comerciales.
La mayoría de los delincuentes detenidos o identificados por robos en la A-7 y AP-7 son reincidentes y acumulan un gran número de detenciones. Muchos de ellos comenzaron a cometer delitos en España antes de 2010, mientras que otros forman grupos itinerantes y tienen antecedentes policiales en varios países europeos por hurtos y robos perpetrados en los últimos cinco años.
Llevan y muestran documentos falsificados con diversas identidades, lo que obliga a la Guardia Civil a pedir datos a otros cuerpos de seguridad para esclarecer más delitos que atribuyen a estos ladrones. Las denuncias por hurtos y robos con fuerza, violencia o intimidación se acumulan en cuarteles y comisarías de diferentes provincias, y la falta de coordinación policial favorece algunas veces a los delincuentes.
Muchas de las víctimas son europeos que veranean en la Comunitat Valenciana o ciudadanos magrebíes que se encuentran de paso en España y circulan por la autovía del Mediterráneo. El método delictivo preferido por estos ladrones es el hurto al descuido, pero también utilizan la violencia para robar maletas, bolsos y mochilas con dinero y objetos de valor como joyas y aparatos electrónicos.
Desde el verano de 2021, la Guardia Civil viene observando un cambio de comportamiento en la comisión de estos hechos delictivos. Las bandas organizadas de ladrones ahora cometen los delitos en la A-7 en cualquier época del año.
Los grupos territoriales de Policía Judicial y las patrullas de la Guardia Civil detectaron en los primeros meses de este año la presencia de estos delincuentes en varias zonas de descanso y gasolineras de la autovía. En 2022 y 2023 también denunciaron robos antes y después del verano.
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Cada vez es más habitual la publicación de noticias sobre robos en áreas de servicio de la Comunitat Valencia, y las víctimas suelen ser ciudadanos extranjeros. Tanta alarma se crea que los consulados de Reino Unido advierten de este tipo de delitos, e incluso han difundido un vídeo con imágenes reales de robos con el fin de alertar a los turistas. La oleada de hurtos y la multitud de denuncias daña la imagen de España como destino seguro.
Las denuncias analizadas en la Comunidad Valenciana y Región de Murcia indican también los métodos delictivos y la selección de objetivos. Los ladrones de la A-7 prefieren robar a turistas alemanes o franceses, fácilmente reconocibles por las matrículas de sus vehículos.
La segunda opción son los ciudadanos magrebíes, porque suelen llevar gran cantidad de dinero para su estancia en los países del Magreb, principalmente Marruecos. El número de este tipo de delitos perpetrados en la A-7 se dispara a lo largo de la Operación Estrecho, cuando circulan por las carreteras españolas miles de magrebíes con sus familias. Estos viajeros residen en la Unión Europea y se dirigen a sus países de origen.
Tras sufrir los robos de sus pertenencias, las víctimas tienen dificultades por el idioma para comunicarse con los guardias civiles o policías que investigan las denuncias, y suelen aportar escasos datos de los ladrones.
En algunos casos utilizan un vehículo lanzadera para entrar en el área de servicio, observar la posible presencia de una patrulla de la Guardia Civil y avisar a sus compinches para retrasar el robo o buscar otra zona de descanso sin vigilancia policial.
En caso necesario, los ocupantes de vehículo lanzadera, que suelen ser delincuentes que no tienen órdenes de búsqueda y captura, impiden que las víctimas o las patrullas policiales puedan perseguir a los autores del robo.
El método delictivo que repiten con mayor frecuencia es la fractura de la ventanilla de un coche para apoderarse de una maleta o bolso. Aprovechan el descanso nocturno de las víctimas, rompen o fuerzan los vehículos con personas dentro y causan lesiones en algunos casos a víctimas que ofrecen resistencia o intentan recuperar sus pertenencias.
En otras ocasiones tratan de no emplear la violencia contra las personas. Vigilan desde la distancia la llegada de un vehículo con matrícula extranjera, comprueban si los ocupantes han dejado pertenencias a la vista y rompen la ventanilla o fuerzan la cerradura cuando las víctimas se alejan del coche para ir al cuarto de baño o comprar un bocadillo. Otro método consiste en distraer a la víctima mientras otro miembro de la banda sustrae el bolso del interior del vehículo.
En cuanto a las denuncias por robo con violencia, «normalmente se deben a que tiran fuertemente del bolso, pero la víctima se aferra y es arrastrada varios metros e incluso con el vehículo de los ladrones en marcha», explica un guardia civil.
También utilizan inhibidores, mandos de garaje modificados que anulan el sistema de cierre de puertas o 'walkie talkies' que bloquean las señales. Uno de los ladrones se acerca al vehículo cuando el conductor está aparcando en el área de servicio, espera a que accione con la llave el sistema de cierre y utiliza el inhibidor para impedirlo. La víctima se aleja de su coche sin darse cuenta que se ha quedado abierto y uno o dos delincuentes aprovechan para desvalijar el vehículo en pocos segundos.
Otro método que emplean es el hurto con seguimiento. Controlan la llegada a los aeropuertos de turistas adinerados, siguen a la víctima hasta su llegada al hotel y aprovechan el momento del 'check-in' para robar las maletas en la recepción o el vehículo. Algunas veces acechan también a los turistas que se desplazan en autobuses para cometer los hurtos cuando realizan una parada de descanso.
Además de estos delitos, los ladrones de la A-7 tienen antecedentes policiales por estafas, lesiones y falsificación de documentos. Cuando roban tarjetas de crédito, intentan sacar dinero en los cajeros si la víctima tiene anotado entre sus pertenencias algún número que los delincuentes crean que pueda ser una contraseña.
Tras el estudio de las denuncias y el visionado de las grabaciones de las cámaras de seguridad, los investigadores han constatado que las bandas actúan de forma organizada con diferentes funciones. Están formadas por conductores expertos, ladrones escurridizos, 'hombres de paja' y falsificadores de documentos y matrículas. Como norma general, el conductor del vehículo suele ir acompañado de un copiloto y una tercera persona, y uno de estos dos últimos individuos perpetra el robo.
De esta forma, un miembro de la banda siempre está preparado en el asiento del conductor para emprender una huida rápida. El copiloto realiza funciones de vigía y en ocasiones también distrae a las víctimas. El individuo que ejecuta el delito suele ser un pasajero de los asientos traseros. Abre la puerta del coche o rompe la ventanilla y se apodera de los objetos de valor. Algunas veces intimidan a la víctima y otras tiran del bolso sin importarles si arrastran o lesionan al turista.
Los denominados vehículos lanzadera suelen alquilarlos y entran primero en el área de servicio para controlar la llegada de las patrullas de la Guardia Civil, recoger a otros miembros de la banda en caso de que hubiera algún imprevisto o dificultar incluso la persecución policial.
Los grupos delictivos también tienen un 'hombre de paja' para alquilar los coches que utilizan en los robos. Estos individuos sin antecedentes penales no participan directamente en los delitos, pero prestan apoyo a los ladrones, realizan los contratos de alquiler e incluso compran vehículos.
Los ladrones que integran las brigadas de Chitila, el grupo delictivo más numeroso de todos los que delinquen en la autovía del Mediterráneo, acumulan todos los años identificaciones policiales, detenciones y condenas. La Guardia Civil atribuye a esta organización criminal la autoría de más de 300 delitos cometidos en los últimos cinco años en la Comunitat Valenciana. En 2017, la Audiencia de Alicante condenó a penas que suman 23 años y medio de cárcel a cuatro miembros de esta banda por asaltar a extranjeros en España. Ese mismo año, la Guardia Civil detuvo a otros ocho miembros del grupo delictivo y esclareció un centenar de delitos. Las brigadas de Chitila están formadas por varios clanes emparentados que proceden de la localidad rumana (Chitila) que da nombre a sus células, y sus cabecillas hacen ostentación en las redes sociales de dinero, joyas y coches de alta gama.
En muchas ocasiones utilizan la documentación de una persona que ha sufrido un robo, quitan la foto de la víctima y ponen la del individuo que alquila el coche. De este modo, el empleado de la empresa de alquiler de vehículos no detecta la documentación falsa cuando observa la fotografía de la persona que realiza el contrato.
En caso de comprar un coche, presentan ante el vendedor documentación falsa del mismo modo que en el caso del arrendamiento, con fotografía original datos falsos, y adquieren un vehículo de alta gama.
En cuanto a las joyas y aparatos que roban, algunos acaban en manos de peristas, tiendas de artículos de segunda mano o de compraventa de oro, y otros muchos son transportados por un miembro de la banda hasta su país de origen, donde los venden por un precio inferior a su valor real. Pocas horas después de la comisión de algunos delitos, la Guardia Civil ha comprobado que los dispositivos Apple robados ya estaban en Rumanía o en la frontera con Francia.
Cuando utilizan un coche comprado por la organización criminal, durante un tiempo se desplazan en el vehículo para delinquir y luego lo estacionan varios meses en algún lugar con el fin de que la alarma policial descienda.
Una vez que el coche «se ha enfriado» (en argot policial significa que ya no es buscado por las fuerzas de seguridad), lo vuelven a emplear en la comisión de delitos. También son muy meticulosos para no dejar huellas, por lo que utilizan guantes y limpian con detenimiento los vehículos antes de abandonarlos.
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