Dispositivo por el crimen de Carolinas Altas en Alicante. SHOOTORI
Opinión

Cuando la alerta llega demasiado tarde

No podemos permitirnos que la violencia machista siga marcando el calendario con víctimas que ya no podrán contarlo

Adrián Mazón

Alicante

Martes, 2 de diciembre 2025, 22:42

A veces una llamada cotidiana -una simple pregunta desde una guardería- acaba destapando el horror que, una vez más, vuelve a golpear a una mujer. El caso ocurrido este martes en Alicante, donde una joven de 29 años ha aparecido apuñalada y su pareja ha sido hallada ahorcada, es un recordatorio brutal de que esta violencia no descansa, no avisa y no se detiene por sí sola. Es la hermana de la víctima, alertada porque nadie había recogido al bebé, quien descubre la escena que jamás debería haber visto nadie. Y una vez más, somos como sociedad quienes llegamos tarde.

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Si la investigación confirma lo que todo apunta, Oriana podría convertirse en la víctima número 42 de este año -cabe recordar que solo hace unas semanas también entró en esta terrible y vergonzosa lista Cristina- por violencia de género. Una cifra que debería avergonzarnos. No son estadísticas, son mujeres que tenían una vida, un proyecto, una familia, un hijo. En este caso, un bebé que nunca sabrá por qué su madre nunca volvió a recogerlo.

Y cada vez que ocurre, repetimos discursos, condenas y minutos de silencio. Pero la violencia machista continúa. No basta con indignarse. Hay que exigir que las instituciones lleguen antes, que los entornos familiares y sociales no callen, que la prevención no sea un eslogan sino un trabajo permanente. Que la sociedad entera entienda, sin matices ni relativismos, que combatir esta violencia -la más cobarde de todas- es un deber colectivo.

Porque lo que ha vuelto a suceder, por desgracia, en Alicante no es un suceso aislado, ni un drama privado, ni un 'problema de pareja'. Es un acto de de destrucción que deja huérfanos, familias rotas y comunidades enteras marcadas por el miedo y la impotencia.

El bebé está a salvo. Pero su vida arranca bajo la sombra de una tragedia que nunca debió ocurrir. Y eso debería interpelarnos a todos. ¿Cuántas vidas más hacen falta para que dejemos de mirar hacia otro lado? No podemos permitirnos normalizar ni un solo caso más. No podemos permitirnos olvidar. Y no podemos permitirnos que la violencia machista siga marcando el calendario con víctimas que ya no podrán contarlo.

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