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El sistema sanitario es un juego de vasos comunicantes. Si un servicio se tensiona, otro deberá asumir ese excedente de pacientes. Eso es lo que ocurre entre la Atención Primaria y los servicios de urgencias. En un contexto en el que las esperas para ser visto por un médico de familia o un especialista se pueden prolongar durante semanas, el paciente acude allí donde puede ser atendido en todo momento. Es decir, a los servicios de urgencias.
Con este panorama, no es de extrañar que la actividad en esta área asistencial sufra un incremento año tras año, coincidiendo especialmente con el estallido de la pandemia del covid19. De acuerdo a las cifras que baraja la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias en la Comunitat Valenciana, el incremento de la actividad en esta área ha sido de un 5 % durante el pasado año, una cifra que asciende hasta el 30 % en el acumulado del último lustro.
Esta mayor carga de trabajo ha vuelto a poner encima de la mesa una demanda por parte de este colectivo que ya viene de lejos, y que podría llegar a buen puerto el próximo año. Se trata de la creación de la especialidad de Urgencias y Emergencias, inexistente hasta la fecha, lo cual implicaría que los facultativos recién graduados pudieran hacer su residencia (el MIR) formándose específicamente en esa disciplina.
Esta demanda está más cerca de satisfacerse que nunca, toda vez que el Ministerio de Sanidad sacó a consulta pública el pasado mes de septiembre el Proyecto de Real Decreto para la creación de la Especialidad de Medicina de Urgencias y Emergencias. Finalizado ese trámite, el Real Decreto que hará posible esta especialidad se encuentra en el Consejo de Estado, que tiene hasta el 17 de junio para ratificarlo. Tras ello, harían falta otros 15 días para tramitarlo, por lo que se espera que de cara al próximo año ya se pueda ofrecer esa especialidad.
El urgenciólogo Sergio Pardo, miembro de SEMES Comunitat Valenciana, explica que deben ser las comunidades autónomas las que estimen el número de plazas MIR que necesitan para esta especialidad, con tal de que luego sean aprobadas por el Ministerio de Sanidad. También se deberá crear una comisión nacional de la especialidad, así como un programa formativo de la misma, y las diferentes unidades docentes.
Para este facultativo, uno de los beneficios inmediatos de esta medida será poner fin a la «fuga» de profesionales que se produce de otras especialidades, «especialmente de Medicina de Familia y Comunitaria, más necesitada de personal que nunca, pero también por parte de internistas e intensivistas».
Por otra parte, «se conseguiría una formación regulada y homogénea para todo el país, de manera que la formación de un residente sea la misma en un hospital comarcal de Extremadura, que en el Hospital La Paz de Madrid». La actual ausencia de un itinerario reglado, según Pardo, obliga también a que muchos médicos deban costear por su cuenta cursos de formación para tener un mayor dominio de su especialidad.
La futura especialidad también promete cubrir la formación del llamado «hermano pequeño» de las urgencias, que no es otro que las emergencias extrahospitalarias. El integrante de SEMES pone en valor este apartado de la especialidad, «que supone llevar el servicio de urgencias a pie de calle», y que implica un profundo conocimiento en la gestión de catástrofes, la atención simultánea a múltiples víctimas de accidentes, y el conocimiento de medios hostiles.
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