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Los foguerers de La Ceràmica en el taller de Palacio i Serra. TA

La Ceràmica enciende la chispa del proceso creativo en su hoguera

Palacio i Serra hacen un homenaje muy visual al arte de imaginar, soñar, construir y dejar huella, desde la primera idea hasta el legado eterno

Adrián Mazón

Alicante

Martes, 3 de junio 2025, 07:19

Crear una foguera es mucho más que agolpar ninots. Es un viaje hacia el interior del pensamiento, una danza entre la emoción y la materia. La tarea del artista exige abrir la mente y el alma para transformar ideas en formas, sentimientos en volumen y fuego en memoria.

Así lo demostrarán Palacio i Serra este 2025 con la foguera 'Procés creatiu' en La Ceràmica, la cual profundiza en el mundo interior del artista y su universo mental. Es ahí donde surgen el pensamiento y los cimientos para construir, como bien plantean, la mejor hoguera de Alicante.

Ninot de la base de la foguera La Ceràmica. TA

Para ello, abren la cabeza del artista, en la que convive un mundo de ideas diferentes. Estas, junto al cerebro, forman un gran pulpo, símbolo de inteligencia. Con sus brazos, representa la capacidad del ser humano para enlazar pensamientos y emociones en el complejo proceso de crear. A su alrededor, un banco de peces ilustra el flujo de pequeñas ideas que nadan por la mente y que, unidas, conforman la foguera.

Boceto de 'Procés creatiu'. PALACIO I SERRA

El cuerpo central de la hoguera cuenta con dos grandes ninots que encarnan los pilares fundamentales de toda creación: la creatividad y la imaginación. Son los encargados de encender la bombilla se eleva en el remate, símbolo de esa gran idea que da sentido y forma a todo el proceso.

A su alrededor, como satélites inspiradores, se encuentran las musas de las Bellas Artes: la literatura, la música, la escultura, la pintura, el cine, la arquitectura y la danza. Cada una de ellas representa un camino posible para transformar la chispa inicial en una obra de arte.

La foguera se estructura en diferentes escenas que abordan cada fase del proceso: soñar, construir, crear, hacer y, finalmente, legar. La última escena está protagonizada por Miguel Hernández, como símbolo del arte que nace incluso en la adversidad. Su poema 'Nanas de la cebolla', escrito en prisión, representa el poder del arte para resistir, emocionar y, ante todo, perdurar.

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