Perú recurre a la UMH para investigar el impacto del fuego en suelos andinos
El trabajo revela que los terrenos áridos tienden a repeler el agua debido a su tipo de materia orgánica
Las investigaciones de la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH) traspasan fronteras. Una de ellas ha cruzado el 'charco' y ha llegado hasta los áridos terrenos de los Andes peruanos, una de las regiones más áridas del planeta. El objeto de esa investigación ha sido conocer el impacto que tuvo un incendio que en 2018 arrasó casi dos mil hectáreas de matorral en el volcán Pichu Pichu, una zona de alto valor ecológico.
Los resultados, publicados en la revista Spanish Journal of Soil Science, indican que, cuatro años después del incendio, la combustión de la vegetación y el suelo y la erosión han causado una grave pérdida de carbono orgánico, un elemento esencial para la fertilidad del suelo.
«Los Andes peruanos no están preparados para los incendios», advierte Jorge Mataix Solera, catedrático de la UMH y experto en edafología con más de treinta años de experiencia en la recuperación de suelos quemados. Mataix recalca que, si bien el fuego es una fuerza ecológica natural, sus efectos pueden variar mucho dependiendo del ecosistema.
Difícil regeneración
Según se desprende del análisis realizado, el suelo del Pichu Pichu se ha degradado física y químicamente tras el incendio, por lo que la regeneración del ecosistema será más difícil. Además, la erosión producida tras el incendio ha desencadenado más procesos degradativos, reduciendo por ejemplo el contenido de arcilla, lo que debilita aún más la estructura del suelo.
Uno de los problemas detectados en estos suelos áridos es su tendencia natural a repeler el agua debido al tipo de materia orgánica que, junto con su alto contenido de arena, es un fenómeno que persiste tras el incendio. Sin vegetación para retener la humedad y la repelencia al agua, ésta se desliza en la superficie en lugar de infiltrarse, lo que acelera la erosión del suelo.
«Mientras que los suelos bien estructurados y evolucionados como los mediterráneos poseen una elevada capacidad de retención hídrica, los suelos volcánicos andinos, muy jóvenes y arenosos, tras la pérdida de materia orgánica en el incendio pierden la capacidad de retener agua»
Minerva García Carmona
Investigadora de la UMH
«Mientras que los suelos bien estructurados y evolucionados como los mediterráneos poseen una elevada capacidad de retención hídrica, los suelos volcánicos andinos, muy jóvenes y arenosos, tras la pérdida de materia orgánica en el incendio pierden la capacidad de retener agua» explica la investigadora de la UMH Minerva García Carmona. «Por eso es tan importante conocer las consecuencias del fuego en este tipo de suelos jóvenes y frágiles», declara la experta, «y un factor determinante es cómo influyen las plantas en el suelo, que son las que conforman el material combustible en el incendio».
El estudio se centró en dos especies nativas con un papel clave en el ecosistema: Berberis lutea, conocida como 'palo amarillo del Perú', y Parastrephia quadrangularis, llamada 'Tola'. Los investigadores analizaron si el fuego había afectado de manera diferente a los suelos según la vegetación predominante. Descubrieron que en las zonas dominadas por el palo amarillo la degradación fue más severa. «Es una planta más grande, con mayor biomasa, lo que seguramente intensificó los efectos de la combustión en el suelo», aclara García.
Debido a las escasas precipitaciones, el cinturón volcánico de los Andes es una fuente de agua crucial para las áreas adyacentes. «Si bien Pichu Pichu está dominado por matorral, las faldas de la montaña están también cubiertas a una cierta altitud de bosque y albergan una gran diversidad de especies animales y vegetales», señala el profesor de la UMH. A las faldas del volcán, se encuentran los bosques de queñuales (Polylepis), cuyas especies endémicas del Perú se encuentran en peligro de extinción.
El investigador de la UNSA Lunsden Coaguila explica que «no es fácil tomar muestras de suelo a tanta altitud». En el estudio, realizado en colaboración con investigadores de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa (UNSA), ha sido crucial la colaboración de la Comunidad Campesina Polobaya y la de la Comunidad Campesina Pocsi, que han permitido el acceso a las áreas de toma de muestras. «También, hemos contado con el apoyo del Servicio Forestal y de Fauna Silvestre de Arequipa», relata el experto.