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Núria Espert. Ep
Núria Espert: «Parece que a Netanyahu y sus secuaces no les conviene paz»

Núria Espert: «Parece que a Netanyahu y sus secuaces no les conviene paz»

La Fundación Mapfre premia a la intérprete por su talento en las tablas y su compromiso con causas humanitarias

Jueves, 26 de septiembre 2024, 20:12

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Núria Espert, la gran dama del teatro, no tiene intención de retirarse. Tres cuartos de siglo entregados a las tablas son sus credenciales. Aunque ha anunciado varias veces su intención de hacer mutis por el foro, nunca ha materializado su decisión. A sus 89 años, aún siente la emoción de las tablas, la excitación de encarnar otras vidas. Desde que siendo una niña de 13 años ingresó en la compañía del Teatro Romea de Barcelona, la vida de Núria Espert ha estado indisolublemente unida al escenario, que ejerce sobre ella un efecto sanador. Ha extraído toda la belleza de las palabras de Fedra, Medea, Bernarda Alba, Electra, Lucrecia o la Celestina, mujeres que ha interpretado. A pocos días de estrenar 'Todos pájaros', obra del dramaturgo de origen libanés Wadji Mouawad, bajo la dirección de Mario Gas en los Teatros del Canal de Madrid, Espert recibirá el 12 de octubre el Premio a Toda Una Vida Profesional, que concede la Fundación Mapfre, entidad que distingue a la actriz «por su inquebrantable dedicación al arte y su compromiso con causas humanitarias».

Desolada por la espiral bélica en Oriente Próximo, le cuesta ver las noticias de la televisión, últimamente llena de masacres, aunque tiene muy claro quién es el culpable. «Muchísimos millones de personas quieren la paz. Pero no parece que Netanyahu y sus secuaces crean que eso les conviene, y si no les conviene ahí no hay corazón que valga», dice la actriz.

Se enamoró antes del teatro que de los chicos, que de chavala le eran indiferentes. Por orden de su madre aprendió solfeo y danza, al mismo tiempo que se baqueteaba en la escena. Sus padres la obligaban a memorizar versos, unas veces de Rubén Darío y otras ripios horrísonos, tanto en castellano como en catalán. Musa de grandes directores de escena, desde el mítico Víctor García a Lluís Pasqual, fue descubierta de forma precoz por Josep Maria de Sagarra, cuando la actriz adolescente trabajaba en 'cau d'arts', bares donde se citaban los obreros y vecinos de barrios catalanes para escuchar los recitados de los aficionados. Sagarra, aún boquiabierto por lo que había visto, acertó a decir: «Esta niña tiene dos cojones como un toro».

Hija de un carpintero y una obrera textil, la actriz vio la luz en Hospitalet de Llobregat, en 1935, en un hogar pobre e infeliz donde los padres, sin mediar broncas ni gritos, acabaron separándose. Se casó a los 20 años con Armando Moreno, con quien fundó una compañía teatral propia. Él fue el que la alentó a aprender con los mejores directores de escena y ambicionar los papeles clásicos. «Mi maestra es la vida y mi don es saber escuchar», asegura esta leyenda viva de las artes escénicas.

Su gran virtud es que se atreve con todo. Fue la primera mujer que interpretó el papel de Hamlet en España y que liberó los textos de Sartre de los círculos del teatro de cámara donde permanecían encerrados.

Censura

En tiempos de la dictadura sufrió las intromisiones de la censura. «Viví tiempos muy difíciles, de sufrimiento y frustración, pero también de apretar puños y tirar hacia adelante», dijo al recibir hace poco un Max honorífico, en referencia a la prohibición de la gira que pretendía representar 'Las criadas', de Genet, algo que volvió a repetirse con 'Yerma', de Lorca. Curiosamente, la censura sentó de maravilla al montaje. La obra recorrió los escenarios de Londres, París, Nueva York, Filadelfia, Los Ángeles, San Francisco, Buenos Aires, Rosario, Córdoba (Argentina) y otras muchas.

Tiene un sexto sentido para rastrear el talento y trabajar con los mejores, aunque en el empeño en ocasiones sienta el vértigo, como cuando a las órdenes del Miguel del Arco apencó con siete personajes diferentes en 'Violación de Lucrecia', de Shakespeare. Se considera una mujer que ha hecho lo que ha querido. «He apretado con las dos manos para lograr un espacio. En ocasiones lo he conseguido y he sido feliz y otras he sido vencida».

Quienes mejor la conocen dice de ella que es disciplinada, leal y ocurrente, aunque no se esfuerza por ser cordial con quien le disgusta. Su gran amigo, el escritor Terenci Moix, la describió como una mujer de «aire y fuego». Y el grandioso y legendario Peter Brooks hizo la mejor alegoría de ella. «Es como un vaso de agua que, en tan solo un segundo, puede congelarse y hervir».

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