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Joaquín Sabina vuelve a hacer historia. Nadie duda que hablar del maestro es hablar de éxito. Así lo ha demostrado con su llegada a Alicante, en la que 14.000 personas han logrado que el jienense colgase el cartel de «todo vendido» antes de salir ... al escenario de la plaza de Toros de Alicante.
Fue la pasada noche de miércoles cuando el artista de la voz rasgada llenó el coso hasta la bandera con su primer concierto de la gira 'Contra todo pronóstico' en la ciudad. Un hito que repetirá este viernes con su segunda actuación en el mismo emplazamiento.
Esta entrada por la Puerta Grande se suma a los más de 40 años que Sabina lleva haciendo historia en el panorama de la música española. Todas estas décadas se repasaron minutos antes de su salida al escenario a través de sus clásicos, esos que no cantó en concierto porque un recorrido completo por su discografía supone más de 24 horas sin pausa sobre el escenario.
Fue a eso de las 21.45 horas del pasado miércoles cuando el artista, nacido en Úbeda y adoptado por Madrid -además de por los corazones de sus millones de fans, esos de muchas generaciones-, apareció frente a los 7.000 asistentes con su mítico bombín. Esta vez en color blanco, que sirvió para absorber el rugido del público al escuchar sus primeros acordes.
Sabina comenzó el concierto con 'Cuando era más joven', una canción que es toda una declaración de intenciones y con la que le saca la lengua al tiempo y lanza la promesa de que nunca le bajarán del escenario sino es en camilla.
Y es que, aunque el tiempo ha pasado, las miles de personas que llenaron la plaza de Toros de Alicante vieron al Sabina de siempre, más mayor, pero el mismo que ha puesto la banda sonora a dos generaciones de españoles. Justo a esa broma del tiempo se refirió el cantante. «Qué gusto volver a tocar en una plaza de Toros, con el Mediterráneo ahí al ladito».
No es la primera vez que Sabina pisa el coso alicantino. En los años ochenta, cuando veraneaba en Altea dejó de lado sus vacaciones para acercarse a la capital de la provincia a ver a otro de los grandes, su inseparable Joan Manuel Serrat, que aquel día actuaba en el mismo escenario que él cautivó la pasada noche de miércoles.
Entre versos y canciones el concierto avanzó con temas como 'Sintiéndolo mucho', pero también un poema dedicado a la ciudad, 'Lo niego todo', 'Mentiras piadosas', 'Vivir para cantarlo' o 'Cuando aprieta el frío', canciones coreadas por una plaza de Toros iluminada por los móviles que, como velas, irradiaron en el ruedo y los tendidos.
El primer homenaje de la noche vino de la mano de uno de sus clásicos 'Por el bulevar de los sueños rotos', el tema que Sabina dedicó a la cantante mexicana Chavela Vargas. «No es una canción para llorar por su muerte, sino para celebrar su vida», aclaró el maestro antes de bajarse de la banqueta alta en la que hasta ese momento había realizado el concierto, para sentarse en una pequeña mesa con sillas -que recuerda a la de cualquier bar- y tomar su guitarra.
El espectáculo siguió después de poner en pie a toda la plaza de Toros con 'Llueve sobre mojado', una canción en la que presentó uno a uno a su banda. Son los músicos que le acompañan los que llenaron también el intermedio en el que Sabina desapareció del escenario y fueron sus compañeros los que interpretaron 'Yo quiero ser una chica Almodóvar' y 'La canción más bonita del mundo'.
El maestro volvió a las tablas para cantar 'Ni tan joven ni tan viejo', 'A la orilla de la chimenea' y 'Una canción para la Magdalena'. El preludio perfecto para otra de sus grandes canciones '19 días y 500 noches' que puso en pie, una vez más, a un público que era incapaz de mantenerse pegado al asiento. Desde que empezó a sonar el conocido «lo nuestro duró» de los coros se encargaron las miles de personas que llenaban la plaza.
El espectáculo continuó con otros de los clásicos de Sabina, como 'Peces de ciudad', 'Y sin embargo' y 'Princesa', un tema que acabó con el artista saludando al público y quitándose el sombrero, antes de desaparecer del escenario que fundió a negro.
Pero el concierto todavía no había acabado cuando los espectadores se dieron cuentas que de la guitarra comenzaron a sonar los acordes de 'La rubia platino' al que la banda puso voz. Sabina reapareció para cantar 'Contigo', 'Noches de boda' y 'Nos dieron las diez', una de las primeras canciones que le auparon al éxito.
El cierre del concierto fue toda una declaración de intenciones. 'Pastillas para no soñar' puso en pie al público para despedirse del maestro. Un concierto en el que Sabina dejó claro que todavía le queda fuerza para esto y mucho más, a pesar del accidente que le mantuvo alejado de los escenarios, de sus 78 años y de una industria musical que camina por otros derroteros. Un cantante que ha sabido mucho más que mantener la dignidad sobre el escenario, a pesar de que -como reza uno de sus temas- «nunca quise envejecer con dignidad».
Será este viernes cuando el artista vuelva a conquistar al público alicantino en la plaza de Toros mediante su segundo concierto, donde volverá a poner voz a sus míticos temas convertidos -desde hace décadas- en himnos de toda una generación de españoles.
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