Secciones
Servicios
Destacamos
Dos con vaqueros y uno con pantalones de cuadros. Este es el triple 'outfit' con el que Carmen Mola ha desembarcado este viernes en Alicante. Jorge Díaz y Agustín Martínez con el primer estilo, Antonio Mercero más clásico. Eso sí, de cintura para arriba los tres autores que se esconden tras el pseudónimo de una de las autoras más exitosas del panorama español comparten color, el mismo que impregna sus novelas: el negro.
El trío de guionistas, ya convertidos en escritores gracias a sus seis novelas -y con la séptima en cocción-, ha acudido a la ciudad del Postiguet para presentar su última obra 'El infierno' en las veladas literarias de Maestral.
Están en plena gira desde que sus páginas se colaron en las librerías de todo el país el pasado mes de octubre. Es en estos meses de trenes, aviones, coches, metro y cualquiera que sea su transporte, cuando antes de salir de casa ponen algo en común. «A veces nos llamamos para preguntarnos la etiqueta», según la sobriedad del acto o la firma al que acudan. «¿Toca americana o no?», pues «depende del día». Este viernes en Alicante, sí ha tocado ponérsela.
Página 92 de 'El infierno': «En los manjares que habían cargado para el banquete en la última escala, champán, ostras, perdices y quesos franceses, carne de lechón». ¿Escribieron esta escena con la intención de cenar estos ingredientes durante esta noche en las Veladas de Maestral?
Agustín: Esta vez lo hemos mejorado. Escribimos 'El infierno' pensando en comida. Teníamos que tener buenos platos para la cena en el Maestral, para no pasar hambre. Va a estar muy bien, es una manera especial para hablar de las novelas.
Jorge: Nos dejaron buen recuerdo porque fue una noche bastante divertida, la gente era muy cariñosa y, después, que te hagan un vino con algo referenciado de la novela. Esta noche nos van a servir uno que se llama 'Suripantas'.
La culpa de la anterior pregunta la tiene Pilar Eyre: «Me dijeron 'sí, pero la putada es que (en las Veladas de Maestral) hacen los menús en base a lo que sale en tus libros y en los nuestros todo es miserable».
Jorge: Por eso lo pusimos (los ingredientes y platos de la página 92).
Antonio: Nos estamos espabilando un poco (ríen los tres). Ahora ya en nuestras novelas salen viandas exquisitas.
Jorge: A ver si nos van a dar gachas (bromea al recordar la presentación de 'La bestia').
Uno de los puntos fuertes de la cena, como comentan, es el vino, 'Suripantas'. ¿Habrá también algún cántico como los de Leonor en el Variedades?
Agustín: Sí, Jorge interpreta la canción de las Suripantas porque la canta muy bien. Entonces tenemos preparado un espectáculo encima de una mesa…
Jorge: Y Antonio y Agustín van a bailar. ¡Pues claro que no! (Ríen los tres) Somos escritores, somos gente seria.
Antonio: Nos hemos prestado a alguna que otra payasada, las cosas como son. Seguro que hay escritores más serios que nosotros en el panorama literario. Esta noche, ya veremos. Vamos a dejarlo abierto, estamos dispuestos a cualquier cosa.
Agustín: Va a depender del vino, de las 'Suripantas'.
'El infierno'. Otra vuelta al pasado, al siglo XIX, esta vez con algo 'más de alegría' en las calles y edificios…
Jorge: Era una época bastante más luminosa, entonces hemos querido reflejarlo durante la escritura. Descubrimos, en medio, lo de la esclavitud en Cuba y nos fuimos hasta allí. No nos quedamos en Madrid todo el tiempo que, a lo mejor, habría merecido esa época tan divertida con las Suripantas, el teatro de los bufos, los cafés cantantes… Empezaba a haber actuaciones de flamenco en estos establecimientos, cantó en aquel año Silverio Franconetti, que es el gran creador del género, un sevillano, hijo de una sevillana y un italiano. Nos hubiera gustado haberlo puesto más en la novela, pero al final nos fuimos a Cuba y nos metimos en el son cubano.
Carmen Mola emprende en este nuevo libro su primer viaje al extranjero a través de las páginas. Menuda odisea de trayecto en barco hasta Cuba.
Agustín: Sí, es la primera vez que Carmen Mola sale de España. Somos un poco miserables. Las giras de promoción que hacíamos eran con billete de metro por Madrid y ya nos apetecía salir un poco. En esta ocasión, aparece el mundo de la Habana y el mundo de la esclavitud cuando estamos trabajando en las primeras ideas de la novela y nos fascina, era como una especie de imán que nos llevaba a reconstruir el mundo de aquella época, el mundo de los ingenios azucareros. Muy chulo y muy poco contado.
¿Por qué siempre Madrid en sus obras?
Agustín: Carmen Mola es una escritora muy madrileña y tiene mucha presencia en todas las novelas, pero también tiene que salir en algún momento de la ciudad.
Salir también de la parte más turbia. Esas barrios convertidos en cloacas y zonas denigradas en sus primeros libros y las calles tomadas por las guerras y epidemias en sus nuevas obras.
Antonio: Es verdad que nos hemos apoyado un poquito en el arranque -en lo que contaba Jorge- del Madrid más luminoso, del nacimiento de la Bohemia, digamos. De esas noches divertidas de Madrid nos hemos ido al esplendor de La Habana. Hemos cambiado un poquito el barro de Madrid por esto, lo que pasa es que somos incorregibles. En seguida encontramos que seguía funcionando la esclavitud y nos metimos en los ingenios de las plantaciones de azúcar a contar el trato que recibían los esclavos, que no era bonito en absoluto. Y, además, por si eso fuera poco ponemos a un asesino en serie que está sembrando el terror en la isla con crímenes muy macabros que van a sacudir a nuestros protagonistas.
Al final, tanto en la ficción como en la realidad, en el siglo XIX o en el XXI, ¿somos todos esclavos de algo?
Jorge: Supongo que sí. Supongo que todos mis compañeros son esclavos del tabaco (ríe), yo eso no lo tengo. Todos somos esclavos de algo, del trabajo, de la necesidad de éxito que tiene mucha gente. Sí que tenemos esclavitudes, pero bueno, podemos mantenerlas a raya.
¿Por qué califican 'El infierno' de 'folletín'?
Agustín: El esquema narrativo de la novela es el de un folletín. Es una palabra que parece que denigra al género y a nosotros no nos lo parece. Nos gusta mucho la literatura decimonónica, que es puro folletín. Hemos trabajado en lo que es su herencia natural, las telenovelas. Hemos escrito muchos guiones. Nos apetecía reivindicar un poco el género, lo que pasa, efectivamente, es que hemos cogido el folletín y lo hemos pasado por la trituradora de Carmen Mola, esa cosa de coger un género y traerlo a nuestro terreno y darle una vuelta. Digamos que el punto de partida es la clásica historia de amor imposible entre Mauro y Leonor, en este caso, pero los resortes a lo largo de la trama no son los típicos de la historia de amor, sino que son los típicos de un thriller, que es lo que nosotros hacemos. Entonces, lo que va a estar alejando o poniendo en peligro la relación es un asesinato en Madrid, son una serie de crímenes-rituales en Cuba, es una violencia desbordada en la isla, esa presencia del demonio del que se habla y parece que va persiguiendo a otros personajes… El esquema, digamos, del que partimos es del folletín con un deseo de reivindicar el género porque me parece que lo miramos con desprecio. Es una literatura que nos gusta mucho.
Antes de la pandemia, durante una visita a Alicante, Inma Chacón denunció la percepción social de que la literatura escrita por mujeres son folletines.
Antonio: Efectivamente, parece que es un género femenino, pero es una etiqueta absurda. Los géneros son para todos. Hay muchísimas lectoras de novela negra policíaca que también es un género que se consideraba, en origen, masculino y ahora mismo, de hecho, lo sostienen más las lectoras que los lectores. Y con el folletín, ¿por qué no se puede hacer el mismo experimento, la misma prueba? Hay un montón de lectores masculinos que pueden disfrutar de una historia de amor, ¿quién no disfruta de eso si son preciosas?
¿Han tenido algún tipo de formación policial o judicial para aplicarla a sus tramas?
Jorge: Somos guionistas desde hace años y, a lo largo de tu carrera, al final tienes que tener un montón de tramas que pertenecen al género policíaco, estés haciendo lo que estés haciendo. Haces 'Hospital central' y tienes una trama del género policíaco, haces 'La caza' y por supuesto, haces una telenovela y siempre hay. Entonces, vas teniendo relación con policías a lo largo de tu carrera un montón de veces. Llega un momento en que, más o menos, sabes cómo funcionan las cosas. Después, hay una cosa de la que siempre te tienes que fiar cuando haces todo esto, que es el sentido común. La mayor parte de las veces cuando dices '¿qué es lo primero que haría si me encontrara un cadáver?', normalmente es lo que hace la policía. A lo mejor no conoces la nomenclatura o los aparatos que tienen, pero normalmente el orden de lo que se hace es el mismo. Para esta novela, no hemos hablado especialmente con ningún policía, pero a lo largo de nuestra carrera hemos tratado con un montón de ellos, de la científica, de inspectores, de detectives, entonces más o menos, tienes ya las bases.
¿Conocen de cerca algún suceso que haya inspirado alguna de sus seis novelas, ya sea en la saga de 'La novia gitana' o en 'La Bestia' y 'El infierno'?
Agustín: A veces partimos de ideas reales. En el caso de 'El infierno', los crímenes que contamos, que son muy salvajes, están inspirados en una asesina, una terrateniente de Nueva Orleans, Delphine LaLaurie. Hacía con sus esclavos lo que precisamente se hace en la novela. En las otras novelas, en las de Elena Blanco como en el sustrato real de 'La red púrpura', sí partíamos de historias reales y, también, el fondo de la novela también está tomado de un caso real. Podemos partir de ideas reales, pero no estamos abrazando esa idea. Digamos que de ahí surge el concepto y, entonces, lo desarrollamos hacia donde nos interesa. No estamos haciendo 'true crime' en ningún momento.
Jorge: El 'true crime' nos interesa mucho. Quizá algún día Elena Blanco se meta a hacer uno, aunque todavía no ha llegado el momento. Con esta exploración de género que estamos haciendo, quizá algún día dejemos el folletín y nos metamos en un 'true crime'.
¿Cuál es el mayor conflicto que pueden tener seis manos a la hora de elaborar una trama y durante su desarrollo?
Antonio: El mayor conflicto es que a mí me guste una idea y a otro no, es puramente creativo. De esos hay constantemente. Cuando tienes que tramar, están tres mentes ahí reunidas y surgen discrepancias. Hay que convencer al otro de que tu idea es buena, a veces lo consigues y otras no. Ese es el conflicto, que es el pan nuestro de cada día. No entramos en pánico, es lo normal entrar en discusiones y no hemos tenido que llegar a las manos nunca, ni levantar la voz, ni nada de eso. Al final, las buenas ideas se terminan imponiendo solas. A veces aparece una idea que no es tan buena y merece un poquito de debate para ver si se puede convertir en una buena idea. Y así vamos tirando, se nos da bien eso de discutir.
¿Disfrutan de algún momento especial juntos, lejos de escribir?
Jorge: Sí, porque estamos siempre de promoción.
No, fuera de la promoción y del trabajo. Como colegas y amigos.
Jorge: Estamos ya hartos de vernos (estallan los tres en carcajadas).
Agustín: Preferimos ver a otras personas (vuelven a reír).
Jorge: Tenemos comida de Navidad, como las empresas.
Antonio: La comida de la empresa la hacemos (ríen de nuevo), los tres.
¿No tienen sindicato?
Agustín: No, no tenemos sindicato.
Jorge: ¿Te imaginas el enlace sindical de Carmen? No, no. No se puede trabajar esta tarde (otra vez las carcajadas).
¿Cómo les llaman cuándo van en grupo? ¿Carmen, los Mola o por sus nombres?
Agustín: Nos confunden con los nombres, eso es bastante habitual. Nos suelen llamar los Mola en el mundo editorial, nuestros amigos nos llaman Mari Carmen (vuelven las risas) y siempre respondemos a cualquier nombre. Si a mí me llaman Jorge o Mari Carmen también respondo, no pasa nada.
Hay puntos que pueden llegar a tener conexión entre sus personajes. Elena Blanco canta canciones de Mina en un karaoke. Leonor se dedica a las actuaciones de Revista. ¿Qué gustos tiene Carmen Mola, por qué música se decanta más?
Antonio: Son muy eclécticos esos gustos, no hay más que ver las entrevistas que daba Carmen Mola cuando estaba en el anonimato. Las contestábamos cualquiera de los tres, indistintamente, quien tuviera más tiempo libre en ese momento. Si las contestaba yo, decía que a Carmen Mola le gustaba el rock duro, si lo hacía Jorge pues la bossa nova y la samba, y si las contestaba Agustín pues el soul. A cada uno nos gusta una cosa, no hemos llegado a la uniformidad. Bastante es conseguirla en el estilo. Si encima tenemos que conseguir la uniformidad de aficiones y de gustos, estamos apañados.
La tecnología está presente en novelas como 'La red púrpura', ¿atacaréis en algún momento a la Inteligencia Artificial?
Jorge: La Inteligencia Artificial tiene dos cosas, una mala y otra buena. La mala es que nos va a dejar sin trabajo. La buena es que las novelas van a ser mejores (ríen). Es una cosa por la que nos preguntan mucho y es normal porque llevamos solo un año hablando de ella y resulta que ha avanzado muchísimo. No puedo imaginarme lo que va a pasar en cinco años. ¿Se va a quedar todo el mundo sin trabajo? Me parece que el progreso no se puede parar, pero habrá que regularlo de alguna manera. Llegará un momento en que le dirás a la Inteligencia Artificial, 'escríbeme una novela de Carmen Mola' y lo hará mejor que nosotros. No tendrá los fallos que nosotros tenemos. No sé que va a pasar, pero es una cosa que habrá que atender. Supongo, también, que llegará el momento de añadirla a nuestras novelas como forma de asesinar.
¿Tenéis alguna otra idea para una nueva novela alejada del universo de esta saga?
Agustín: Estamos preparando un libro de repostería, 'Aprende a cocinar con Carmen Mola' (ríen de nuevo).
Antonio: ¡Un plato de sesos!
Jorge: La que no queremos decir porque nos la van a acabar copiando es 'Aprende a matar con Carmen Mola', para público infantil.
Antonio: Estamos escribiendo la quinta (de la saga 'La novia gitana'). Más o menos saldrá en octubre.
Jorge: Es lo que suponemos, pero esas cosas las decide la editorial.
¿Qué ha significado el premio Planeta?
Antonio: Un cambio de vida brutal. La vida patas arriba, te podría decir. De estar en tu casa tranquilamente escribiendo y cuando acababas ponerte con la siguiente a hacer viajes de promoción tremendos. Te aleja mucho del entorno natural del escritor que es su escritorio y su ordenador, ese es el principal cambio. Luego la visibilidad la tenemos ya nosotros como personas, Carmen Mola ya la tenía. El éxito literario, que es algo que muy pocos escritores conocen porque es muy duro y muy desagradecido este trabajo. Todo eso. Un poquito de felicidad también, ver cuando te va bien en un mundo tan perro.
Y más si es compartida, como con el Gordo de navidad
Agustín: Sí, es como un décimo.
Publicidad
María Díaz y Álex Sánchez
Almudena Santos y Leticia Aróstegui
Álvaro Soto | Madrid
Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.