El robot que quiere ser perro guía de personas ciegas
Un prototipo desarrollado por un equipo de la UA combina inteligencia artificial, sensores láser y GPS para convertirse en lazarillo y mejorar la autonomía
Un pequeño robot con forma perruna se ha unido estos días a los famosos gatos y patos de la Universidad de Alicante en sus paseos diarios. Su nombre es Paws 2.0 —el modelo, cuyo nombre significa 'Patitas' en inglés— y tras él se encuentra un equipo de investigación que lo está entrenando para actuar como perro lazarillo para personas invidentes.
La premisa es tan simple que parece evidente: adiestrar un perro guía requiere años de formación y una elevada inversión económica, y solo la mitad de los animales que inician el proceso logran completarlo. Además, su cuidado y alimentación suponen un coste permanente para el propietario. En cambio, con Paws, una vez esté totalmente desarrollado, una persona ciega podría disponer de un guía en cuestión de días.
Tras este 'entrenamiento' está el equipo formado por Francisco Gómez, profesor de la UA; el doctor en Informática Félix Escalona; y la doctoranda Carmen Losantos. Carmen comenzó hace dos años a trabajar con el «hermano mayor» de Paws y ahora le quedan tres más para desarrollar todo el potencial de este robot.
AUX STEP FOR JS
El 'perro' guía emplea diversas tecnologías, como sensores láser —similares a los de un aspirador tipo Roomba, pero mucho más potentes—, tecnología GPS —como la del móvil, aunque más precisa— y procesamiento de vídeo mediante inteligencia artificial. Gracias a todo ello puede trazar rutas dentro del campus, esquivar obstáculos y, de paso, hacer algunas monerías que despiertan la curiosidad de quienes lo siguen en sus salidas.
Y es que Paws llama la atención: todos quieren fotografiarlo y grabarlo, pero tras el prototipo que da la patita y saluda se esconden años de investigación con un objetivo claro: aplicar la ciencia para mejorar la calidad de vida de las personas invidentes.
«No queremos sustituir a nada ni a nadie; sería un complemento natural. Mientras esperas a que te asignen un perro guía, puedes contar con uno robótico», explica Gómez. «Sería mucho más accesible, porque hay escasez de estos animales y largas listas de espera. Un robot se fabrica y es mucho más fácil de producir», añade Escalona. Además, al estar completamente programado, no hay comportamientos impredecibles.
Con Paws, una persona ciega podría llegar de un punto a otro solo pidiéndole al robot que la guíe. El sistema consultaría aplicaciones como Google Maps, trazaría el recorrido más seguro y se adaptaría en tiempo real a los obstáculos, pasos de peatones o semáforos mediante sus sensores de láser y vídeo. Pero es mucho más que eso: podría leer una carta en un restaurante, identificar productos en un supermercado o describir un entorno —por ejemplo, localizar la puerta de un establecimiento o contar cuántas personas hay en una sala—, todo ello mediante un altavoz integrado. Pequeñas acciones que permitirían ganar autonomía en el día a día.
Para Losantos, una de las ventajas más destacadas es la precisión de la ubicación GPS. El robot puede llevarte a un punto exacto, algo que un perro guía tradicional no puede hacer», explica.
La tecnología que hay detrás de todo esto parece de ciencia ficción, pero no lo es. Además del GPS y los sensores láser, el robot aprende mediante una red neuronal, capaz de reconocer patrones como semáforos, objetos, tipos de suelo o fuentes que se interponen en la ruta.
Los robots cuadrúpedos están cada vez más presentes en la investigación, con aplicaciones que van desde la entrega de paquetes hasta los rescates en zonas peligrosas. Sin embargo, este equipo, con una larga trayectoria trabajando junto a personas con discapacidad, sigue centrado en mejorar la vida de las personas.
Entre sus proyectos anteriores hay algunos que también beneficiarán a Paws. Es el caso de una aplicación ya operativa que, a través de una imagen o vídeo, describe el entorno, permitiendo a una persona invidente saber, por ejemplo, dónde ha dejado la mochila o de qué color es la camiseta que va a ponerse. Este robot lo lleva integrado con un altavoz.
Ciencia en beneficio de las personas
Paws no es el único proyecto en marcha de este equipo. Además de la aplicación Aiden, destinada a personas invidentes, trabajan también en Face It, una herramienta de realidad aumentada para tratar fobias o trastornos como el espectro autista. En colaboración con psicólogos, han desarrollado un programa que permite exponerse de forma controlada a estímulos para superar miedos de manera progresiva.
Asimismo, están diseñando un sistema que permita programar robots sin necesidad de conocimientos informáticos, mediante una interfaz visual y accesible.
«Todo lo que hacemos en el grupo de investigación va en esa línea: facilitar la vida, aumentar la autonomía y mejorar la calidad de vida a través de la tecnología», afirma Gómez. «Si lo que haces no sirve para vivir mejor, no tiene sentido», añade.
El reto es enorme, pero si todo avanza según lo previsto, en poco más de tres años estará listo un prototipo plenamente funcional. Su llegada a los hogares tardará más, ya que la fase de comercialización es lenta —se calcula que no estará disponible para el público antes de una década—, pero la investigación ya abre la puerta a un futuro posible.
Además, el proyecto cuenta con financiación del Instituto Universitario de Investigación Informática de la UA y de la empresa Synergy Tech, fabricante de Paws 2.0 y otros robots de su tipo. Lo que abre la puerta a seguir avanzando en su mejora.
Cada día que pasa, Paws crece y mejora su aprendizaje. Más allá de lo simpático que resulta este animal robótico en sus paseos por la UA, su verdadero potencial está en el futuro: ayudar a las personas ciegas a ganar autonomía y calidad de vida con un perro lazarillo hecho de metal y circuitos.