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La música amansa a las fieras y ablanda los corazones. Sobre todo en la época más especial del año, la Navidad. Unas fechas capaces de sacar lo mejor de las personas y centrar, en unos días, los mensajes de paz, amor y esperanza, acompañados de buenos deseos. Para ello, las melodías son imprescindibles. Pues «si hay algo que se asocia a la Navidad es la música, los ritmos y algunos instrumentos», asegura el maestro alicantino Ignacio García Vidal, director artístico del Ensemble Casa Mediterráneo.
Para acercar estos sentimientos y sensación de estar en Navidad, el artista -acompañado de una decena de músicos- ofrecieron un concierto el pasado fin de semana en Alicante. Un «encuentro reconfortante» entre profesionales, instrumentos y públicos para el resurgir de «un mundo en un estado de caos». Y es que ante las diversas situaciones pasadas y presentes a las que se enfrenta el planeta, gracias a la música -navideña- se «evoca un renacimiento» social.
Hay que «tomar esa idea», la de que «la vida nos da constantemente segundas oportunidades», incide García Vidal. Así se ha mostrado tras la «etapa negra de la pandemia», cuando «nos levantábamos y no podíamos salir de casa para ir a un concierto». Una situación posterior que ha mejorado y ha sido «como un regalo -en sentido metafórico- que nos ha dado» la vida. A la hora de poder asistir a cualquier acto cultural, en especial un concierto de Navidad, las personas «renacen» mientras las melodías invaden sus sentidos.
Esta cita, asegura el maestro, «no es un concierto más, no es habitual», ya que «la gente suele esperarlo con inquietud y alegría». Por ello, para sorprender al público y hacerlo disfrutar, existe un amplio abanico de partituras de «una música muy asociada a la Navidad desde la antigüedad, prácticamente desde el siglo XVII». A la hora de elegir las melodías que los músicos interpretarán, el director se puede encontrar con melodías que van desde «los primeros conciertos pastorales» hasta «música mucho más posterior como los balés de Chaikovski, como el 'Cascanueces' que se interpreta siempre en Navidad».
Los repertorios de estos conciertos que inundan la ciudad estas semanas «tratan de respetar la tradición de lo que la gente espera escuchar y, al final, eso reconforta». Sobre todo a la hora de hacer partícipe al público, un elemento añadido que el Ensemble de Casa Mediterráneo sabe jugar bien. «Un concierto no lo hacemos solo los que tocamos, también lo hacen los que comparten el espacio con nosotros», manifiesta García Vidal a la vez que apunta a que «todos formamos parte de esa misma energía» que desprenden los recitales navideños.
Para evitar que estos conciertos sean «meramente contemplativos», algo con lo que está formación musical no está de acuerdo, el maestro alicante plantea un encuentro «retroalimentativo» en el que se dirige al público para hablar con él, explicar las piezas que sonar, para lanzar preguntas a las que «la gente responde y se establece un formato muy cercano». Una experiencia que, en los tres años consecutivos que se está celebrando, corona con la interpretación de la 'Marcha Radetzky', «la sorpresa que todo el mundo espera, por eso reconforta. Si voy a un concierto de Año Nuevo y no está, me falta algo».
Como todo Alicantino sabrá, la sede de Casa Mediterráneo se ubica en el emblemático edificio que años atrás sirvió como antigua estación de tren. Ubicada en el barrio de Benalúa, daba servicio a la línea del ferrocarril Alicante-Murcia. Sin embargo, tras décadas de abandono el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación del Gobierno de España instauró en sus inmediaciones una de sus Casas.
Se trata de un espacio semiabierto que acoge multitud de actividades mensuales a lo largo del año. Entre ellas, los conciertos de su Ensemble, dirigidos por Ignacio García Vidal. Ambos, la Casa y la formación musical, siguen un mismo objetivo: «acercarnos nosotros al mundo, no que el mundo se acerque a nosotros». Por ello, con un tono abierto, de fácil acceso para la ciudadanía, el interior de la estación está acompañado de «ruido externo, viento y la puesta de sol». Unos factores a los que «lejos de molestarnos, nos hacen integrarnos en el mundo, es una metáfora», porque «el Ensemble se adapta al mundo, planteamos programas y conciertos que queremos que se acerquen a la gente. No al revés».
Además, tiene tiene claro que «lo que no esperamos que suene como un auditorio», pues en la actualidad «los artistas, la gente que nos dedicamos al mundo de la cultura, tenemos la responsabilidad de abrir nuestras puertas y llevar este derecho que es el arte al mundo». Por ello, la antigua estación de Benalúa es el lugar idóneo para este tipo de formatos «al que puedes ir desenfadadamente» porque también «sabes que te va hablar de tú y no de usted».
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