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Imagen de una de las zonas que se quemó en el incendio de la Vall d'Ebo. Consorcio Provincial Bomberos
Los aguaceros ponen en riesgo la recuperación de la zona devastada por el fuego en Vall d'Ebo

Los aguaceros ponen en riesgo la recuperación de la zona devastada por el fuego en Vall d'Ebo

La DANA que ha azotado la provincia de Alicante se ha llevado por delante una gran cantidad de sedimento en forma de ceniza | Está en juego «la desaparición del suelo» necesario para la reforestación de la superficie

Susana Almenar

Alicante

Jueves, 25 de mayo 2023

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El gran incendio que se produjo en La Vall d'Ebo en agosto de 2022 ha sido uno de los más dramáticos que ha azotado la provincia de Alicante en los últimos tiempos. Con miles de hectáreas calcinadas, el escenario que mostraba el monte tras el paso del fuego era devastador. Ahora, un nuevo agente ha puesto en riesgo la zona: las lluvias torrenciales que ha traído la DANA a los municipios alicantinos.

Uno de los problemas más graves tras un siniestro de estas características es, tal como ha explicado el ingeniero forestal y miembro de la unidad de prevención de incendios forestales de la Generalitat Valenciana Juan Pérez, «la desaparición del suelo». Esto lleva a su vez aparejado un «proceso de degradación» por el que se asiste a un «empobrecimiento de la zona», según ha indicado el director del departamento de Ecología de la Universidad de Alicante e investigador en incendios forestales, Jaime Baeza.

La vegetación que se quema puede volver a brotar si las condiciones del suelo son favorables y no se ha perdido el 100% de la masa forestal, ya que las semillas que provienen de los árboles maduros pueden germinar de manera natural. Además, se puede acompañar el crecimiento con labores de reforestación o repoblación en caso de que sea necesario. «En 25 o 30 años puede parecer -a la vista- que no ha habido ningún fuego», ha asegurado Pérez.

Recuperar el suelo perdido en un incendio forestal puede llevar «miles de años»

Sin embargo, recuperar el suelo perdido puede llevar «miles de años» y no hay acciones que se puedan llevar a cabo, de acuerdo con la unidad de prevención de incendios. En este sentido, el ingeniero forestal ha lamentado que «si perdemos suelo no podemos repoblar ni reforestar». Y unas grandes enemigas de la recuperación del suelo son, precisamente, las riadas. Este martes, la lluvia torrencial llegó hasta La Vall d'Ebo y arrastró una gran parte de las cenizas que quedaron en la zona tras el incendio -que abarcó 12.150 hectáreas-.

Tal como ha indicado el miembro de la unidad de prevención de incendios, que la ceniza caiga en medios acuáticos puede causar un problema. «Enturbia el agua, impide que pase la luz y, aparte, asfixia y alcaliniza». Y es que, debido al tipo de pH de la ceniza, puede llegar a convertir las aguas en «tóxicas» o hacer «que cambie totalmente el ecosistema y que muchas plantas y peces puedan morir».

Pero el arrastre de ceniza no ha sido el único problema que derivará de la lluvia torrencial que ha caído sobre La Vall d'Ebo, además de otros numerosos puntos de la provincia. Como apuntan tanto Juan Pérez como Jaime Baeza, este tipo de precipitaciones favorecen el crecimiento de pastos y malas hierbas. O lo que es lo mismo, «combustible fino», tal como lo ha descrito el ingeniero forestal. Se le llama así porque, una vez seco, es la primera vegetación que prende en caso de que se origine un incendio forestal y se expande a gran velocidad.

Y dadas las fechas en las que nos encontramos, dentro de poco el terreno de todos los bosques de Alicante se habrá secado muy pronto, según han indicado ambos expertos. «Los montes de la provincia son un polvorín», ha asegurado el miembro de la unidad de prevención de incendios forestales. Además, como ha recordado Baeza, «llevamos dos veranos complicados» debido a las temperaturas extremas. «Tenemos muchas superficies quemadas y se esperan tres, cuatro o cinco olas de calor durante este verano», ha apuntado el experto en ecología e incendios forestales.

Riesgo alto de erosión durante cuatro años tras un incendio

De acuerdo con el director de Ecología de la UA, los cuatro primeros años posteriores a un incendio forestal son cruciales para la recuperación del entorno. Durante ese tiempo, el riesgo de erosión por lluvias torrenciales es mucho más alto, por lo que hay que tratar de proteger el suelo con los medios disponibles. Jaime Baeza asegura que una buena alternativa es astillar los restos quemados y utilizarlos como 'mulching', que es una especie de 'colchón' para aumentar el agarre.

Obras de restauración hidrológico-forestales tras incendio en Valencia.
Obras de restauración hidrológico-forestales tras incendio en Valencia. Ministerio para la Transición Ecológica

Una idea que sigue la línea de pensamiento del ingeniero forestal, quien considera que para tratar de prevenir la pérdida de vegetación y suelo derivada de lluvias torrenciales -especialmente en zonas en las que se ha sufrido un incendio forestal- es «necesario» llevar a cabo «obras de restauración hidrológico-forestales», como «pequeñas presas» hechas con troncos y trozos de madera.

Prevención de incendios: repoblar zonas rurales

Juan Pérez ha asegurado que una de las mejores maneras de actuar en materia de prevención de incendios es «luchar contra la despoblación de las áreas rurales». Según el ingeniero forestal, la recuperación de las actividades agrícolas y ganaderas tradicionales en los pueblos ayudaría a reducir de forma notable los incendios que se producen.

En parte, porque si se origina un fuego y hay población cerca se puede dar el aviso mucho antes. Y en otra gran medida, porque se utilizarían recursos que ahora mismo están «muertos» y que actúan como «combustible», tal como ha señalado el miembro de la unidad de prevención de incendios. A esto, el director de Ecología de la UA ha añadido que «asistimos a un escenario de masa muerta» que se convierte en un peligroso combustible.

En este sentido, Baeza ha incidido en la necesidad de «reducir la vulnerabilidad y el riesgo de nuestra vegetación» a través de la gestión, especialmente en un contexto de «cambio climático». Pérez, por su parte, ha recordado que «la superficie forestal es cada año más extensa» y que, definitivamente, «es necesario invertir más en prevención que en extinción» y establecer una «gestión forestal sostenible».

Punto en el que coincide Jaime Baeza, quien defiende que hay que poner en marcha una «gestión integral desde el medio natural» pero también «desde el punto de vista social». Y es que, según sus datos, «el 95% de los incendios se producen por causas humanas», ya que la mayoría de la sociedad «no percibe el riesgo» que hay detrás de sus acciones.

Ha destacado que la población rural sí que está un poco más concienciada en ese sentido por su cercanía con el entorno, «pero la urbana no», por lo que el campo de actuación de las administraciones responsables debe ser amplia e ir mucho más allá de «medidas preventivas para evitar el fuego», empezando por repensar la financiación y los recursos que se destinan a esta causa.

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