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Planes, uno de los municipios alicantinos en riesgo de despoblación. J. Sellés
Más de un tercio de los 141 municipios de Alicante tiene menos de mil habitantes

Más de un tercio de los 141 municipios de Alicante tiene menos de mil habitantes

El envejecimiento de los vecinos, la falta de actividad económica y el abandono de los campos lastran al interior y el litoral norte de la provincia

Pau Sellés

Alicante

Jueves, 10 de noviembre 2022

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Directos, objetivos y concisos. Los datos son los mejores aliados para dar constancia de un fenómeno demográfico. Y de entre ellos, hay pocos que están más de actualidad que la despoblación. Gracias a esa realidad objetiva que ofrecen los datos podemos saber que más de un tercio de los municipios alicantinos (51 de 142) no llegan al millar de habitantes.

Esta realidad se explica en parte por la inexorable merma de población en el ámbito rural, y es que son 32 los municipios alicantinos que llevan perdiendo habitantes desde hace dos décadas. Se trata de un problema que azota especialmente a tres comarcas: El Comtat, la Marina Alta y La Marina Baixa; aunque de manera tangencial también afecta a l'Alcoià y l'Alacantí. Esta treintena de localidades han perdido en conjunto 3.586 habitantes desde el año 2000; una tendencia que contrasta con el total de la provincia, que en el mismo periodo ha ganado 436.618 habitantes (hasta llegar al 1.881.762).

Sin embargo, la despoblación no se circunscribe únicamente a la pérdida de habitantes. Hay otros indicadores como la densidad de población, la tasa migratoria o el índice de envejecimiento que permiten determinar si un pueblo está en riesgo de desaparecer. De acuerdo a los últimos datos actualizados por el Comité Económico y Social de la Comunitat Valenciana (CES), en nuestra provincia son 24 los municipios que se encuentran en esta situación, para lo cual se establece una escala de riesgo muy alto, alto y moderado.

Entre aquellos donde el problema es más acuciante se encuentran Balones, Benasau, Quatretondeta, Famorca, L'Orxa, Planes, Penàguila, la Vall d'Alcalà, la Vall d'Ebo, Vall de Gallinera, Confrides. Con riesgo alto está Alcoleja, Almudaina, Beniarrés, Benilloba, Benimassot, Fageca, Benifallim, Castell de Castells, Tárbena y Sella; mientras que en riesgo moderado aparecen Benillup, Tollos, Alcalalí, Vall de Laguar, Beniardá, Benifato, Relleu, Torre de les Maçanes.

14 de los 24 pueblos de El Comtat están en riesgo de despoblación.

Estos pueblos se reparten entre cinco comarcas alicantinas, aunque con cifras bien dispares. Destaca por encima del resto El Comtat, donde más de la mitad de sus pueblos están en 'peligro de extinción': 14 de 24. Le siguen las dos Marinas (con seis cada una), L'Alcoià (con dos) y L'Alacantí (con uno).

A pesar de lo llamativo de estas cifras, la provincia de Alicante no es ni de lejos la más afectada por este fenómeno demográfico en la Comunitat. Castellón encabeza esta lista con 87 municipios en riesgo de despoblación (el 64 % del total de la Comunitat), mientras que Valencia concentra 29 de estas localidades.

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Impacto en la agricultura

La despoblación repercute directamente en la principal actividad económica del ámbito rural: la agricultura. Los municipios alicantinos afectados por esta tendencia han disminuido en las últimas dos décadas en 2.336 sus explotaciones agrarias y en 4.559 sus hectáreas. Es la comarca de L'Alacantí donde más acuciante ha sido esta merma, y es que ha perdido cerca del 60 % de sus explotaciones agrarias (El Comtat el 58 %), y algo más de la mitad de sus hectáreas.

El secretario general de La Unió, Carles Peris, denuncia que «las actuales políticas no están sirviendo para evitar la pérdida de explotaciones y de superficie agrícola, una actividad «que es clave para evitar el despoblamiento». Entre algunas de las medidas que proponen desde La Unió para revertir la situación se encuentra el dar apoyo a los cultivos de secano tradicionales (como el olivar, los frutos secos, la viña y el cereal), así como ofrecer incentivos fiscales que induzcan a particulares y empresas a permanecer en el territorio o a radicar su domicilio allí.

«Excesiva» protección

Tàrbena ha perdido la mitad de su población desde mediados del siglo XX. La problemática que padece este núcleo urbano de la Marina Baixa es común al resto de municipios amenazados por la despoblación. En su colegio apenas hay 20 alumnos matriculados, y una vez llegan a la secundaria, se deben desplazar a la vecina Callosa d'en Sarrià para seguir su formación. La situación tampoco es especialmente favorable para los mayores del lugar, y es que a pesar de las peticiones del Ayuntamiento, el municipio no dispone de residencia geriátrica o centro de día. «Desde la Generalitat nos dicen que no resulta rentable, y que además no ayudaría a fijar población», lamenta el alcalde de la localidad, Francisco Javier Molines.

El primer edil también cuestiona las trabas burocráticas que afrontan los pequeños municipios para, por ejemplo, realizar modificaciones en su ordenación urbana. «Deberían ofrecernos facilidades para realizar ciertos trámites. El proceso no debería ser el mismo para Tàrbena que para una ciudad como Benidorm, que tiene una población 100 veces superior».

Otra de las trabas que encuentran en Tàrbena para desarrollar su actividad económica es el grado de protección que afecta a la mayoría de su término municipal, en concreto al 90 %, por tener categoría forestal. «Esa protección nos limita en exceso, ya que en esas zonas no se pueden urbanizar ni se pueden explotar económicamente. Parece que a la Generalitat le guste coleccionar suelo forestal», lamenta Molines.

Caldo de cultivo para los incendios

La provincia experimentó este pasado verano (y con toda crudeza) uno de los efectos colaterales de la despoblación: la proliferación de los incendios. Los expertos coinciden en afirmar que el abandono y la falta de cuidados de las tierras de labranza suponen un caldo de cultivo para la propagación del fuego.

El 76% de la superficie quemada en incendios forestales en la Comunitat correspondió a comarcas afectadas por la despoblación

En las últimas dos décadas

El incendio de la Vall d'Ebo (cuyas más de 11.000 hectáreas quemadas lo convierten en uno de los más virulentos en la historia de la provincia), afectó el pasado agosto a El Comtat y la Marina Alta, las dos comarcas alicantinas más azotadas por la despoblación. No se trata de un caso aislado, ya que durante los últimos 20 años, el 76% de la superficie quemada en incendios forestales en la Comunitat correspondió a comarcas afectadas por la despoblación.

En el caso de nuestra provincia, entre 1993 y 2015 se quemaron 28.381 hectáreas entre las cinco comarcas con al menos un municipio en riesgo de despoblación. Durante el mismo periodo de tiempo, en el resto de la provincia solo se quemaron 600 ha.

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Sociedades envejecidas y masculinizadas

Dos de los atributos que caracterizan a la población de las áreas despobladas es su progresiva masculinización y envejecimiento. «El proceso de envejecimiento constituye una consecuencia del éxodo rural, a la vez que una realidad más de la ruralidad», explica el catedrático de Geografía de la Universitat de Valencia Jorge Hermosilla, quien alude a un tipo de «sociedad subvencionada» donde predominan los pensionistas y los jubilados.

El turismo rural se ha convertido en uno de los principales reclamos que tienen los pueblos.
El turismo rural se ha convertido en uno de los principales reclamos que tienen los pueblos. J. Sellés

Así se refleja en el Plan Estratégico Valenciano Antidespoblamiento, donde se hace constar que en más de la mitad de los municipios la tasa de envejecimiento es superior al 20%. Esto significa que al menos uno de cada cinco de sus vecinos tiene más de 65 años. En nuestra provincia, estos municipios envejecidos se encuentran especialmente en la montañosa franja norte.

La masculinización también es una tendencia que se impone en los territorios despoblados, fruto de lo que Hermosilla llama un «éxodo selectivo». Son más las mujeres que emigran que los hombres, pues «la mejor formación de ellas genera que tengan que abandonar el medio rural». Las cifras reafirman esta realidad, y es que los municipios alicantinos en riesgo de despoblación han perdido 708 mujeres en lo que llevamos de siglo, un 130 % más que hombres.

Falta de seguridad

Tollos 'rivaliza' año tras año con la vecina localidad de Famorca por ser el municipio menos poblado de la provincia de Alicante. Diez vecinos separan a uno del otro según los últimos datos del INE, siendo Tollos el menos habitado con 35.

Sin embargo, lo que podría parecer un bucólico remanso de paz es en realidad una zona con «serios problemas de seguridad». Así lo asegura el alcalde de Tollos, el popular Félix Frau, quien reconoce la «intranquilidad» con la que viven muchos vecinos del valle.

Una de las razones para entender esta situación es la cada vez menos frecuente presencia de la Guardia Civil por la zona. El cuartel más cercano se encuentra en Cocentaina, un trayecto de poco más de 20 kilómetros que por la angosta y serpenteante CV-720 se traduce como mínimo en media hora. Tiempo más que suficiente para que los asaltantes puedan salir del municipio sin ser alcanzados.

Las viviendas y hasta la casa consistorial han sido objeto de allanamientos en los últimos años, aunque el asalto más sonado lo sufrió el bar municipal en 2016. En aquella ocasión los ladrones desvalijaron literalmente el establecimiento. Se llevaron hasta el vallado que circundaba tanto el bar como la piscina; un botín superior a los 10.000 euros.

Difícil acceso al emprendimiento

Las condiciones físicas adversas también caracterizan los territorios que padecen despoblación, ya que según apunta Hermosilla, «dificultan las actividades económicas y la atracción de nuevos residentes». Es el caso de la comarca de El Comtat, donde su característico terreno montañoso obstaculiza el desarrollo de actividades económicas. Esta comarca es con diferencia la que menos empresas tiene en toda la provincia: solamente 917 de un total de 61.119.

A esta falta de emprendimiento también influye el difícil grado de accesibilidad por carretera, especialmente notorio en el interior de la Marina Alta, donde el tiempo para llegar a las capitales urbanas es superior a los 40 minutos.

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