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La pared lateral del edificio anexo a la Iglesia de San Pedro y San Pablo en la isla de Tabarca con el mural. a.m.
Isla de Tabarca de Alicante | ¿Quién ha pintado el mural en la casa del cura de la Isla de Tabarca en Alicante?

Tabarca busca al autor del grafiti en la casa del cura

La pared exterior de uno de los edificios de la isla amanece con un mural a medio pintar | «Nos gusta lo que hemos hecho y esperamos que a otras gentes no les disguste», señala el presunto artista

Adrián Mazón

Alicante

Martes, 6 de diciembre 2022

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La señorita Escarlata fue la culpable, utilizó una pistola en el salón. Este podría ser el final perfecto de una partida de Cluedo, concluida con su asesino, el arma que empleó y la zona donde cometió el crimen. Algo similar a cómo podría acabar uno de los últimos sucesos acaecidos en la isla de Tabarca, donde se conoce el qué y el dónde: varios botes de pintura y brochas en la casa del cura, anexa a la Iglesia de San Pedro y San Pablo.

El problema es el quién. O más bien, el presunto quién. Todos lo saben, pero ninguno tiene un nombre. Aunque, como ya se conoce que en los pueblos y aldeas pequeñas -en este caso, en la partida rural en la que se enmarca la isla-, es la ley no escrita la que no permite dar a conocer la identidad íntegra. Por miedo, por respeto o, simplemente, para alejar a los curiosos. Todo puede ser, pero los dedos señalaron «de forma equivocada» a uno de los vecinos que supuestamente «nada tuvo que ver», relatan algunos de los isleños. Y es que, según fuentes de TodoAlicante, el autor de los hechos está verificado.

Todo ocurrió hace un mes. Fue un día tranquilo en la isla, de esos de otoño -cuando arranca la temporada baja- en los que no sucede nada. Tan solo algunos foráneos en grupos que visitan las calas a su antojo, sin tener en cuenta la ola de turistas que barre suelo y restaurantes como si de un tsunami se tratase. Las familias isleñas pasean, sus personajes ejecutan sus quehaceres y, de vez en cuando, algún que otro forastero les saluda para entablar una breve conversación.

El estado actual de la Casa del Cura de Tabarca. a.m.

Hasta este punto todo normal. El problema es cuando la confianza es capaz de superar la mano y agarrar el brazo. Pues fue un paseo vespertino en un día cualquiera del pasado mes el que hizo saltar las alarmas. La antigua casa del cura, para nada desapercibida por su destrozo físico tras la caída de su techo, atardeció con un fallido intento de mural plasmado en sus muros. Algo que a los vecinos no ha gustado en absoluto. Ese momento fue perfecto para comenzar la partida.

Para ello, hablaremos de varios personajes que entran en el juego, quienes han charlado con TodoAlicante durante una visita a Nueva Tabarca y prefieren permanecer en el anonimato bajo nombres de elementos típicos que se irán descubriendo conforme avance la jugada. Primero llegaron las críticas, de puerta a puerta, pues el tablero no es muy grande y, con el éxodo de extras, los protagonistas del día a día en la isla recuperan su espacio, su paz y su tranquilidad. El caos, como es habitual en este juego, copó los listados de nombres de todos aquellos que entran en la partida.

Salen los dados y se mueve ficha

Comienza el juego, las fichas comienzan a andar mientras se desvela el mural y para despejar las incógnitas apareció la señora Tintorera, esa que todo lo ve y todo lo sabe al pulular por la isla y escuchar antes de cazar a las presas. Al principio se mostró reticente, con los dientes fuera, pero solo fue una fachada. Y es que, tras varias preguntas, comenzó a desvelar parte de la trama: una persona bajó de un barco con varios botes de pintura y ese fue su error, un cálculo que falló y que permitió tachar varios de los nombres que aparecen en la hoja de juego.

A la conversación se suma el señor Llampuga, que reconoce haber visto al forastero bastantes días por la isla ya que «alquiló una casa durante un mes» y «hablaba de hacer varios proyectos», entre ellos construir una hoguera. Otra pista que concuerda para dar caza a la última incógnita: el -presuntamente- quién. Fueron varios los testigos que consiguieron facilitar la labor y denunciar este altercado, algo que, según fuentes de este diario, está en manos de las autoridades y del juzgado tras abrirse un procedimiento del que está pendiente conocer si supone un delito contra el patrimonio o, simplemente, una sanción administrativa.

Contraste del mural con la fachada en piedra de la Iglesia. a.m.

Tras conocer este detalle, entra a escena la señora Gallineta que, asegura, se trata de un acto supuestamente vandálico -pues no hay consentimiento ni permiso para pintar el mural, menos en esa propiedad del Obispado- hecho de «buena fe», sin mal ninguno, pero que ha acabado en el juzgado. Sin embargo, el forastero no iba solo, ni tampoco actuaba bajo este 'modus operandi'. Llevaba consigo un grupo de pequeñas medusas, bastante inocentes, a las que quería educar en valores y pensó que el arte sería de una de las mejores formas de poder hacerlo.

Lo que no pensó fue en el marrón en el que se estaba metiendo. Pues son muchos los ojos que observan la partida y otros tantos los que abren la boca para marcar a colectivos y -en concreto- a vecinos. Tal es el caso del niño de la morena que, con tal de resolver el caso en tiempo récord, no dudó en apostillar a uno de los jugadores, sin miramiento. Como también han hecho otros tantos, sin tan siquiera, entrar a valorar los hechos.

Una rápida jugada en la que otro jugador -la señora Posidonia- muestra su carta para corroborar que ese personaje está resguardado en su manga. Además, hace uso del comodín al añadir un elemento extra que exculpa a su intento de criminal. Un grupo 'online' en el que es el propio culpable el que reconoce el supuesto delito y expone los motivos que le llevaron a hacerlo. «El mural representa la historia de Tabarca y esperamos exponerla respetando el patrimonio», se lee en el mensaje.

El mural da a la fachada marítima, donde cada día pasan decenas de barcos para dejar a los turistas en la isla. a.m.

Y es que esta obra «de arte» pretendía poner «el mural en la pared y como es inmensa pintar un cielo» al que, posteriormente, añadir «tableros desmontables». Algo que ha salido malparado y este forastero reconoce en su grupo: «Repararemos la pared y no la volveremos a tocar por imperativo legal». Además de pedir perdón y disculpas «por la intromisión», este personaje -junto a su grupo de medusas- se autocalifica de «aficionado» al que le «gusta lo que hemos hecho y esperamos que a otras gentes no les disguste». Pero llega tarde, pues la partida ha comenzado y toca desvelar la identidad del presunto culpable. Aunque más bien, conocer cuál será el veredicto de aquellos que tengan autoridad para imponerlo, pues el daño en la isla ya está -por diversos lados- hecho.

¿Dónde está el cura?

Nadie se extraña en la isla de que el cura no dé aviso sobre la agresión a su casa, pues este personaje dejó de usar tan entrañable hogar allá por el año 1960. Ahora vive en el municipio vecino de Santa Pola, desde el que se desplaza en los meses de verano para traer la palabra del Señor a la isla. Es quizá durante las fiestas en la isla cuando hace uso del anexo a la iglesia porque, según señala el resto de participantes en la partida, «es difícil encontrar un sitio donde alojarse porque los hoteles están llenos».

Podría ser, en definitiva, una reparación y una puesta en valor del patrimonio cultural de la isla la que solvente este tipo de problemáticas a las que se añade el exceso de turismo en los meses «fuertes» de julio y agosto. Pues son muchos los vecinos que aseguran estar hartos de ver cómo la isla se está destrozando y nadie hace nada por evitarlo. Es aquí donde toca un replanteamiento de vecinos e instituciones para repensar cómo será el futuro del archipiélago que pide a gritos una segunda vida.

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