Joaquín Amills, presidente SOS Desaparecidos
Aparece en buen estado la chica de Elche desaparecida en PerúLa Policía de Lima ha hallado a la ilicitana en un domicilio de la capital | La joven ya ha contactado con la familia a través de videconferencia
Anna Marín Sánchez, la joven de Elche desaparecida el pasado 29 de agosto, ha sido hallada en buen estado de salud en un domicilio de Lima (Perú), según ha confirmado a TodoAlicante.es la organización SOS Desaparecidos. La Policía peruana ha dado con su paradero en una vivienda de la capital: «La Policía de Perú la encontró, revisó cómo vive y le acompañó a la comisaría para que desde allí hablara con su familia», ha relatado el presidente de la asociación SOS Desaparecidos, Joaquín Amills, a este diario.
Amills anuncia que han desactivado la alerta de búsqueda, pero considera que «hay muchas connotaciones que generan temor», ya que puede tratarse de una desaparición por efectos de posible «captación, inducción, manipulación». Por ello, insta a la familia de la joven ilicitana a desplazarse a Perú para «aclarar preguntas que quedan sin respuesta». «Todas las dudas y temores deben quedar despejadas».
La familia ya ha podido ponerse en contacto con Anna. La Policía de Perú realizó una videconferencia donde la joven ha hablado con su hermano, según indican las mismas fuentes.
SOS Desparecidos desactiva la alerta de búsqueda
Las sospechas de la implicación de una secta en la huida de una joven española vuelve a estar bajo lupa. Anna Marín Sánchez, de 21 años, salió de su casa de Elche el pasado 29 de agosto bajo el pretexto de un viaje con amigas al campo y no volvió. Les dijo a sus padres que volvería el pasado 5 de septiembre, pero ese mismo día recibieron un inesperado mensaje: «Me voy a vivir a Madrid porque he encontrado trabajo».
Desde la asociación quieren mostrar su enorme satisfacción por la pronta localización de la joven ilicitana «a pesar de las enormes dificultades al tratarse de una desaparición internacional, de las serias y alarmantes características en la desaparición, y los acontecimientos de los últimos diez meses».
SOS Desaparecidos destaca la labor de CHS, la entidad peruana que trabaja en la trata de personas, que junto a su asociación forma parte de la Red Internacional de Asociaciones de Personas Desaparecidas (Riapds), quienes difundieron y alertaron de forma inmediata a las autoridades peruanas.
También quieren gradecer a Patricia Aguilar, otra joven ilicitana que estuvo 548 días capturada cuando esta tenía 18 años por el gurú Steven Manrique -miembro de la secta Gnosis- en 2016; y a sus padres Alberto y Rosa la ayuda prestada en apoyo a los familiares de Anna, el asesoramiento constante por su experiencia personal. Asímismo, destacan la labor del Cuerpo Nacional de Policía.
Mentiras
El pasado mes de julio la joven ilicitana partió rumbo a Perú por primera vez. Estuvo una semana por «un viaje con la universidad», según la explicación que proporcionó a su familia. Tras su vuelta, los familiares comenzaron a notar un cambio en su comportamiento. El 29 de agosto Anna se fue «al campo con unas amigas», o eso le dijo a sus progenitores.
Durante su escapada, la joven ilicitana y su familia mantuvieron el contacto por WhatsApp. El día que se esperaba su vuelta a Elche -el 5 de septiembre-, le comunicó a su familia que se quedaba en Madrid, ya que había encontrado trabajo en la capital. Cuando su entorno comenzó a sospechar, volvieron a comunicarse con Anna, quien les dio una noticia que les dejó helados: en la mesilla había una nota de despedida en la que aseguraba que se había marchado por voluntad propia.
La noticia dejó descolacada a la familia de Anna, que buscó explicaciones. Tras ponerse en contacto con las amigas de la facultad, se enteraron de que la joven desaparecida había dejado la universidad el pasado noviembre, a pesar de que ella seguía supuestamente yendo a clase todas las tardes.
Todas esas mentiras hacen sospechar a Amills que detrás del cambio radical de vida de Anna Marín está una secta, y sostiene que los casos de las dos jóvenes ilicitanas guardan ciertos paralelismos. Se trata de chicas de 18 a 25 años, que son «estudiantes preparadas y vulnerables», «con ansías de conocer mundo», con «baja autoestima» y con un ámbito social reducido que les «hace ser más propensas», apuntala Amills.