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Vero peina a una de las primeras clientas tras la DANA. Virginia Carrasco

'La pelu de la Vero', una historia de esperanza en Catarroja

Con la ayuda de toda su familia, Verónica Martín consigue reabrir su peluquería en una de las calles de este municipio valenciano más afectadas por la DANA

Álvaro Soto

Valencia

Martes, 12 de noviembre 2024

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Con un peine rojo en la cabeza para hacerse el moño y una alegría que no le cabe en el cuerpo, Verónica Martín alivia la tristeza general de Catarroja con su sonrisa de oreja a oreja. Es lunes y tras diez días de durísimo trabajo, suyo y de todos los suyos, ha reabierto su negocio, 'La pelu de la Vero', en Catarroja. La luz de su peluquería ilumina un municipio castigado como el que más por la DANA y es una esperanza para todos aquellos vecinos suyos que dudan si bajar la persiana para siempre.

La misma puerta que el 29 de octubre tenía medio metro de barro es ahora un símbolo de la lucha por la normalidad. «Hemos tirado todos los muebles de madera y el mostrador porque se han estropeado, pero se han salvado muchas cosas», cuenta Vero, señalando los champús que estaban en las baldas más altas de las estanterías, donde no llegó el agua, y los sillones de piel donde se sientan las primeras clientas. Un marciano que aterrizase hoy en Catarroja y visitara solo 'La pelu de la Vero', en el Carrer Nou, no podría siquiera imaginar que hace dos semanas una riada arrasó con el municipio, tal ha sido el cambio de cara del establecimiento desde el día que cayó el diluvio hasta el día de la reinauguración.

«Aquí hemos trabajado todos, los vecinos y mi familia al completo, incluyendo a todos los jóvenes, que tienen 15 o 17 años y se han dejado todo», explica Vero, que ahora se va a la parte de atrás del local y muestra la huella del agua, que no ha sido tan alta como las ganas de volver a coger la laca y la gomina. En los días en que la peluquería estaba cerrada, sus clientas habituales no dejaban de preguntarle cuándo abriría de nuevo, y esa ha sido su gran ilusión. «Tengo clientas que vienen todas las semanas y hoy se han puesto muy contentas», dice, risueña, Vero.

Servicio esencial en la pandemia

Los que frecuentan las peluquerías saben lo importantes que son este tipo de negocios. En lo más duro de la pandemia de covid se consideraron un servicio esencial y siguieron abiertas y cuando el confinamiento quedó atrás, los sillones se llenaron de hombres y mujeres deseosos de recuperar su mejor imagen porque «todo el mundo quiere estar guapo», continúa Vero.

Y es que en los tiempos difíciles una peluquería ayuda a mejorar el aspecto interior, pero también puede curar el alma. 'La pelu de la Vero' ha comenzado a repartir comida a los vecinos del barrio que la necesitan y sobre todo, ha vuelto a ser ese lugar en el que se comparten confidencias mientras se lavan las cabezas. «Estar en la peluquería de charleta es mejor que ir al psicólogo», suelta con desparpajo Pilar Antequera, que se acaba de cortar y teñir y se define como «mayor, pero arreglada».

Pilar ha pasado días sin salir de su piso, un tercero sin ascensor, pero una vez puestos los pies en la calle, la visita a la peluquería era obligada. Mientras todo esto ocurre, la puerta se vuelve a abrir: «Vero, ¿pueden venir mis hijos mañana a cortarse el pelo?», pregunta una joven madre. «¡Claro!», responde la peluquera. «Qué bien, vienen también los niños». Y las tijeras parece que de repente vuelven a brillar.

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