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Ángel G. Jiménez
Alicante
Viernes, 27 de septiembre 2024, 07:21
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En plena era digital, donde todo parece gestionarse desde la pantalla de un móvil, encontrar el amor no es la excepción. Las aplicaciones de citas, con sus algoritmos y perfiles llamativos, se han convertido en una herramienta común para quienes buscan a su 'media naranja'.
A pesar de la vorágine de estas plataformas, las agencias matrimoniales siguen vigentes y adaptadas a los tiempos modernos. Lejos de haber quedado obsoletas, estos establecimientos han perfeccionado sus métodos para conectar a personas de manera auténtica. Según Remedios Gomis, fundadora de la agencia de Alicante Amor Ideal Gayles, el perfil de sus clientes es diferente al que se encuentra en las aplicaciones: «No es gente que busque registrarse en una app de forma gratuita. Son personas que tienen claro lo que quieren y prefieren contratar a un profesional que filtre y les presente a alguien compatible, siempre con el objetivo de formar un proyecto de vida en común».
Lo que distingue a su agencia, explica Remedios, es el enfoque personalizado. No solo se limitan a organizar citas, sino que ofrecen un acompañamiento integral, con seguimiento continuo para que la relación funcione a largo plazo. «Hacemos un trabajo de matchmaking y coaching muy profundo. Antes incluso de que una pareja se forme, nos aseguramos de que ambos estén preparados emocionalmente, y una vez que estén juntos, seguimos acompañándolos para que su relación se fortalezca». Para Remedios, el amor sigue siendo una constante en la vida de las personas, pero cree que las formas de relacionarse han cambiado: «Hoy en día, muchas personas están volviendo a buscar el cara a cara. La piel, el contacto humano directo, es algo que las aplicaciones no pueden ofrecer».
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Un ejemplo de éxito de esta agencia es el de una usuaria que prefiere no revelar su identidad. Ana (nombre ficticio) es una mujer que, tras varios intentos fallidos en plataformas de citas, decidió dar el salto a Amor Ideal. «Había probado Meetic y otras, pero es como tirarse a un mar lleno de tiburones», comenta, en sintonía con lo que muchas personas sienten respecto al mundo digital. Ana, quien había pasado por dos divorcios, buscaba algo más serio y, después de varias citas organizadas por la agencia, encontró a su actual pareja.
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Lo más curioso es que lo logró gracias a otra oficina de Amor Ideal en Canarias, y ahora viven felices en Granada. «Para mí, lo más importante fue abrirme de nuevo al mundo, aunque no siempre descubras lo que esperabas al principio». Además, Ana ofrece un consejo que considera clave: «Antes de querer a alguien, tenemos que querernos a nosotros mismos». A sus 50 años, no buscaba un amor apasionado, sino «un compañero de vida, alguien con quien compartir el camino, y si además te atrae físicamente, mucho mejor», asegura con satisfacción.
Ros, una usuaria de las aplicaciones de citas, también comparte cierta frustración que describe Ana sobre las apps: «Lo que encuentras ahí son hombres con dobles vidas y demasiados secretos». Para ella, la experiencia de las citas digitales es igualmente comparada con un »mar lleno de tiburones«. Sin embargo, Ros no culpa del todo a las aplicaciones, sino a las personas que las usan con malas intenciones: «No es que las apps fallen, es que la gente muestra una versión falsa de sí misma. Además, con el 'anonimato', muchos se desinhiben y hacen cosas que no harían en persona». A pesar de sus desencuentros, Ros ha tenido algunas citas que, aunque no terminaron en una relación, le han dejado anécdotas divertidas para compartir con sus amigas. «Si no encuentras pareja, al menos te ríes un rato», confiesa con humor, y añade:« Al final el amor es como una ciencia, prueba y error».
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Y es que, a pesar de la omnipresencia de las aplicaciones de citas, solo el 27% de las personas en la Comunidad Valenciana ha conocido a su pareja a través de Internet, según revela una encuesta de Kaspersky, la empresa global de ciberseguridad. Por eso quizás, después de todo, el algoritmo no tiene la última palabra en cuestiones del corazón. Tal vez sea el momento de redescubrir el placer de lo fortuito, de las conexiones inesperadas que surgen en los lugares más cotidianos. Al final, puede que el amor esté más cerca de lo que creemos: en el compañero de trabajo que comparte el café de la mañana, en el desconocido del tranvía que siempre toma el mismo asiento o en un supermercado cualquiera con o sin piña.
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