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Ciencia | Astronomía

Nacimiento y ocaso del sistema solar

Lllegará un momento en que el sol aumentará su tamaño hasta convertirse en una estrella gigante roja y se tragará a Mercurio, Venus y, posiblemente, a la Tierra

Manuel J. Tello

Miércoles, 1 de marzo 2023, 19:19

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El sistema solar está formado por el sol, los planetas, los satélites y algunos otros objetos menores girando a su alrededor. Los modelos teóricos actuales, con lagunas, predicen que el nacimiento del sistema solar ocurrió hace unos 5.000 millones de años y está, ahora, en la mitad de su vida. Además, el sol, desde hace años, vive su período más estable. En él se dieron las condiciones adecuadas para que surgiera y evolucionase la vida en la Tierra. Debido a que el final del sol ocurrirá con una larga agonía, a los terráqueos, si no hacemos barbaridades con nuestro planeta, nos queda de vida algo menos que los .5000 millones de años que le quedan al sol.

El sol se formó, como la mayoría de las estrellas, a partir de una nube fría de hidrógeno, helio y algunos materiales más pesados procedentes, mayoritariamente, de la explosión de una supernova (estrella masiva). De esta nube, también nacieron los planetas. Una perturbación, probablemente procedente de otra supernova, hizo que la nube comenzase a contraerse y a girar. A medida que aumentaba su contracción, su velocidad de giro se incrementaba, hasta que formó un disco, cuyo grosor crecía al alejarse de su centro de giro.

En el disco, las partículas de polvo chocaban entre si, llegando a producir pequeñas agrupaciones, debido a la fuerza gravitatoria. Estas agrupaciones, al seguir atrayendo partículas, crecieron en tamaño y dieron lugar a los planetas. Los llamados planetas interiores tardaron en formarse unos centenares de miles de años y, los exteriores, entre unos 10 y 20 millones de años. Se piensa que, al cabo de un millón de años de su formación, un viento solar barrió del disco todo el material que no se había acumulado en los planetas. La fuerza de ese viento decrecía con la distancia, por ello, los planetas interiores son más rocosos y los exteriores más gaseosos.

El sol también nació por la contracción de un volumen de partículas frías de la nube. A medida que ese volumen se contraía, se incrementaba su temperatura, hasta que alcanzó 12 millones de grados Celsius. En ese momento, comenzó la reacción nuclear de fusión que une dos núcleos de hidrógeno para formar uno de helio. Así, llegó un momento en el que la expansión por el calor producido con la energía nuclear de fusión se igualó a la fuerza de contracción generada por la atracción gravitatoria. En ese momento, el sol alcanzó una situación de equilibrio.

Desde su nacimiento, el sol ha consumido la mitad del hidrógeno, y el helio formado en la reacción de fusión se acumula en su centro. Llegará un momento en que el hidrógeno estará solo en una capa superficial. Entonces, el sol aumentará su tamaño hasta convertirse en una estrella gigante roja y se tragará a Mercurio, Venus y, posiblemente, a la Tierra. Su centro alcanzará 100 millones de grados y comenzará la fusión del helio, dando lugar a oxígeno y carbono. Finamente, nuestra estrella arrojará mucho material al espacio, se enfriará y se convertirá en una enana blanca del tamaño de la Tierra.

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