Templo: un santuario de la carne madurada en Alicante
El restaurante alicantino incluye entre sus platos elaboraciones propias de chuletones madurados de hasta 100 días
Suave, pero de sabor intenso. Casi como si se deshiciera en la boca pero con un toque concentrado. Quien ha probado la carne madurada sabe que es toda una experiencia diferente a la de comerse un chuletón y es justamente de esa vivencia de la que el restaurante alicantino Templo saca su mejor saber hacer.
Porque, como bien explica Ángel García, propietario e ideólogo de este restaurante, «lo que va a encontrar un cliente en Templo es carne de la mejor calidad, madurada en ambientes secos y tratada con el mayor cariño». Pero incluso va un paso más allá, comerse un chuletón, madurado entre 30 y 100 días, en este restaurante es todo un espectáculo.
«Queremos que el cliente disfrute del 100% de la calidad», explica García. Entre los pequeños detalles que marcan la diferencia la carne se corta a mano, no con sierra, lo que mantiene las fibras intactas y le da un plus de suavidad, «cortar la carne es un show y ayuda a que el cliente esté contento con la pieza porque no a todo el mundo le gusta la misma cantidad de grasa», añade. También atemperan la pieza a temperatura ambiente, sin utilizar fuentes de calor extra como el horno, para conseguir el punto perfecto.
Una propuesta gastronómica en la que es imprescindible dejarse acompañar. «Los camareros estamos preparados para guiar al cliente a la carne que más le va a gustar», afirma García, como un sommelier sabrá cual es el mejor vino para degustar. «Cuando llega alguien a Templo preguntamos si ha comido antes carne tan madurada porque entendemos que no es un producto para todo el mundo igual, intentamos llevar un poquito más allá la experiencia», añade.
Los imprescindibles de El Templo
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Canelones de vaca vieja
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Chuletón de maduración propia de más de 60 días
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Selección quesos artesanos
La seña de calidad de Templo es justamente ese cariño hacia el producto que no solo se ve reflejado en la carne. Entre los entrantes de la carta hay una de las 'delicatesen' con apellido alicantino más particulares, los semisalazones. «Este producto supone traer parte de las tradiciones milenarias alicantinas a nuestra cocina», explica García. Un proceso en el que compran la hueva fresca y realizan un ligero ahumado con madera de manzano antes de continuar con el proceso de semisalado. «Todo lo hacemos casero, con cariño. No pensamos en aumentar el tiempo de conservación sino en maximizar las texturas y los sabores del producto», remarca este experto.
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Al pasear por la calle Periodista Pirula Arderius es imposible no fijarse en el escaparate de Templo. Los chuletones madurando se pueden ver de puertas para afuera en un alarde de transparencia que pone a plena vista el cariño con el que este local trata su materia prima. ETemplo se ha convertido en uno de los santuarios de obligada peregrinación para los amantes de la carne en Alicante.