El monasterio alicantino que exporta sus dulces a medio mundo
Las hermanas dominicas de Orihuela ofrecen repostería conventual con sabores representativos de la gastronomía local
M. Jesús Escobedo
Martes, 27 de agosto 2024, 07:22
La repostería del Monasterio de la Santísima Trinidad y Santa Lucía de Orihuela traspasa fronteras. Tortadas y almojábanas llegan al océano Atlántico y también conquistan el continente asiático. Una producción de dulces monacales de gran calidad, que tienen una larga historia y son totalmente artesanos, «hechos con cariño, responsabilidad, dedicación, en silencio y oración», indica Sor María Pilar.
Un gran recetario que se conserva y se pone en valor en este convento, un lugar de culto que deja espacio también al saber hacer y a la creatividad de las religiosas en el obrador. Sabores ancestrales que se adaptan, con delicadeza, a las nuevas fórmulas del dulce. Elaboraciones tradicionales que no dejan indiferente al paladar por la variedad y la exquisitez en el bocado, que saben a gloria. Tanto es así, que estas monjas dominicas reciben encargos de todas las partes del mundo.
«Lo más fácil de enviar es la cajita de 6 chatos. Muchas personas quieren obsequiar con productos típicos del lugar de origen, y cuando lo han comprado nos han hecho partícipes a dónde iban». Desde países europeos, pasando por «Estados Unidos, Argentina, Ecuador, Perú, Chile, México, India y Japón», por ejemplo. Productos artesanales que llevan «ingredientes de nuestra tierra y con pausada elaboración» para acompañar momentos especiales, expresa Sor María Pilar.
La producción de dulces de este oriolano convento se conoce desde su fundación. Hay que remontarse siglos atrás. «En nuestro antiguo convento de Santa Lucía, fundado el 31 de julio 1602, sito en la actual plaza de Santa Lucía de Orihuela e incendiado en la guerra civil en 1936, consta documentalmente la elaboración de: alfajores, crespillos, meladas, orejitas, pastel de soplillo, huesos de santo, frutas escarchadas, chatos, pastelitos de dulce de boniato, pasteles de carne, pellas, rollos murcianos, almendrados, almojábanas, pasta flora, zamarras, toñas y tortas de calabaza, por citar algunos ejemplos».
Receta de la tortada
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Ingredientes 1 libra de almendra, 1 docena de huevos, 4 onzas de azúcar y 4 flor de almidón.
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Para el calado: Una libra de azúcar en medio litro o poco más de agua. Se hace un almíbar y se calan las dos partes.
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Para el relleno: 6 yemas y 6 onzas de azúcar. Se hace el dulce de yema deshaciendo el azúcar en una tacita de agua cociéndolo hasta que tome punto. Se separa del fuego y se deja enfriar un poco. Después se le incorporan las yemas ya batidas y se cuecen. Llevar cuidado para que no se corten. Cuando rompa el hervor se separa del fuego, se le ponen a las yemas raspadura de limón.
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Batido para el merengue: Para 10 claras de huevo 32 onzas de azúcar, el mismo punto de los almendrados.
Una dedicación que se mantiene hasta la fecha, con alguna pausa en el camino por motivos de fuerza mayor, como en la II República y la Guerra Civil española. Fue después de este episodio bélico, cuando las religiosas acudieron al monasterio de la Trinidad, se reagruparon y se potenció el obrador. «Nuestra dedicación principal es la oración y todo el horario se distribuye a este fin. Cuando hay trabajo en el obrador empleamos las horas de la mañana, aproximadamente de las 9 a la 13». Para la comunidad se trata de un sustento económico. «Todas estamos implicadas en la medida de nuestras habilidades bajo la supervisión de una encargada. Nuestro trabajo es comunitario y constituye nuestro medio de vida».
Una venta que las hermanas realizan con mucho cariño y agradecimiento a través del torno, que gira para ofrecer productos, como brazos de gitano, empanadas de tomate, tarta reina, palos de crema, rollos de anís o huevo, galletas de naranja y mermeladas de tomate, frutas aromáticas, naranja, pomelo e higo, entre otros manjares, sin olvidar las tortadas y los bizcochos de diversos tamaños. «Siempre ha habido una costumbre de obsequiar a la recién mamá con bizcocho a su regreso del hospital». Tampoco faltan elaboraciones en la campaña de Navidad, como las yemas, toñas, polvorones, cocos, sultanas, nueces con mazapán, almendrados, pastelitos de boniato o de cabello de ángel, imperiales y mantecados, que destacan en una larga lista.
Producto estrella
Uno de los productos más demandados es la tortada. Una receta que se conserva en una libreta, en el archivo y de uso particular, de alguna monja que fue encargada del obrador en el desaparecido convento de Santa Lucía. «Es un clásico y dulce estrella desde que la comunidad se estableció en el convento de la Trinidad y optaron, a partir de la década de los 50, a dedicarse casi exclusivamente a proseguir la elaboración de dulces como medio de vida.». En este sentido, destacan que «todo es natural. Compramos la materia prima: harina, almidón, huevos y azúcar.
A partir de estos productos elaboramos el bizcocho, la yema y el merengue. Creo que el ingrediente estrella es el almíbar con el que se cala el bizcocho de almendra, relleno de yema. Y la decoración manual con manga del merengue, aunque son muchos los clientes que prefieren la yema y piden la tortada con doble capa y sin adorno de merengue, solo yema tostada», explica Sor María Pilar, quien añade que «el secreto no sólo está en el bizcocho de almendra, en la yema y en el merengue, sino también en el almíbar con el que 'bañamos' la tortada. Es muy común oír cuando la encargan: «Bien caladica, hermana».
En los últimos años, la novedad es el chocolate. «Se sigue pidiendo la misma tortada pero con relleno y cobertura de chocolate. Y para dar gusto a todos en la familia, piden la mitad de la tortada que sea tradicional y la otra mitad de chocolate. También hemos reducido el tamaño de la tortada hasta conseguir la denominada 'tortadita individual', equivalente a una ración». Para ellas «es hermosos constatar cómo hay familias que para todo evento prefieren las tortadas de las monjas. Les hemos acompañado en los cumpleaños, bodas, jubilaciones y fiestas». Recetas con siglos de historia, representativas de la gastronomía local, que son un referente internacional.