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Hace muchos años, Alicante creció entre el mar Mediterráneo y el monte Benacantil. A la sombra del castillo de Santa Bárbara, la que será una de mayores ciudades de España con el tiempo creció creando los barrios de Santa Cruz y Casco Antiguo y besando las olas en la playa se forjó el Raval Roig. Aquí se asentaron los pescadores y hombres del mar, que salían a faenar día tras día en sus barcos por la almadraba. Y aquí nació hace 70 años el bar Las Chapas.
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José Vicente Pérez Pardo
Era un refugio donde los pescadores acudían a tomar unos vinos al acabar el día y dejaban parte de los que habían capturado para que Antonio Martínez, su propietario original, se los cocinara y sirviera. Ahí se vivía el auténtico ambiente marinero con el que se desarrolló Alicante.
Años después, tras un segundo paso en la calle Lérida, en el Pla, se retoma el espíritu original en su nueva ubicación en la calle Altamira, al lado de la plaza del Ayuntamiento, de la mano del Grupo PIS PAS. Sus socios, Elisardo Antonín y Luis Miguel Cifuentes, han recuperado parte del original Las Chapas, como ese mosaico marinero que recibe al comensal a su llegada.
No solo el mosaico recuerda su origen, también las fotografías antiguas que han recuperado, que cuentan historias de pescadores y del Raval Roig, del Alicante que fue, de raíces agrícolas y redes de pescadores. «Hablamos con Ramón cuando se retiró después de una operación y nos cedió el nombre y el cuadro», explica Antolín, hostelero curtido en la barra del Nou Manolín y que en los últimos años se ha volcado en su proyecto personal.
El Grupo PIS PAS posee un restaurante con el mismo nombre del grupo en el PAU 5 y también el Iruña, en la plaza de Los Luceros. En sus proyectos de expansión se encuentra un segundo Iruña por el Hospital General y el nuevo Las Chapas, recién abierto tras meses de una profunda reforma.
El local es una enorme barra en azul y blanco, colores de la bandera de Alicante. Porque, en realidad, Las Chapas es un enorme homenaje a Alicante, su esencia marinera y el tapeo alicantino más tradicional y auténtico. En tiempos de globalización, la tradición puede ser una apuesta revolucionaria. Es el espíritu que ofrece: auténtica cocina de producto bien hecha.
En los mostradores se mezcla el productazo del Mediterráneo (gambas, cigalas, sepionets, calamares...) con joyas del Atlántico, mariscos gallegos difíciles de encontrar el otro lado del país como sus excelentes navajas de buceo, berberechos o mejillones. Nada de disfraces, eficientes elaboraciones donde se resalta el sabor a mar.
Nada de tapas de autor, sino de casa. Como imprescindible de Las Chapas está la pizza marina, un picadillo de salazones alicantinos con tomate; también el salpicón de pulpo. Algunas carnes como las mollejas o unos pepitos de solomillo, en plan top. De postres, un delicioso flan de turrón receta de la original Las Chapas con nata montada artesanal y tarta de queso, más popular.
Las Chapas recupera el sabor del Alicante más auténtico, aquel que un día fue un pueblo de marineros crecido bajo la protección de la Cara del Moro.
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