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Cada año se generan en el mundo más de 10 millones de toneladas de conchas de moluscos, algo que debido a la falta de procesos de valorización, los convierte en un residuo difícil de gestionar y en un reto ambiental para la industria acuícola. Por ello, una investigación llevada a cabo por el Centro Tecnológico del Calzado (INESCOP) y otros centros de similar índole, han impulsado un proyecto con el que dar una segunda vida a los subproductos generados por la industria de moluscos bivalvos, como el mejillón o la clóchina.
El proyecto lleva por nombre BIVALVOS y en él han tomado partido ASINCAR, ITC, La Unió Llauradora i Ramadera, Clóchinas Navarro e Inescop. Su objetivo es dar respuesta al problema transformando estos residuos en nuevos productos sostenibles y de alto valor añadido, con aplicaciones en los sectores agrícola, alimentario e industrial.
Inescop interviene en la valorización de la carne excedente del mejillón para obtener hidrolizados proteicos que sirvan como bioestimulantes agrícolas. Durante este proceso de valorización «hemos podido recuperar entre el 60 y el 75% de la proteína presente en el mejillón con un contenido proteico superior al 40% y un porcentaje en aminoácidos libres que oscila entre el 15 y el 26% del total», afirma Henoc Pérez, investigador de Inescop y experto en revalorización.
Esta composición, que se encuentra mayoritariamente compuesta por arginina, leucina, lisina y ácido glutámico, «favorece la producción de clorofila, la absorción de nutrientes y la estimulación del crecimiento de las plantas», explica el experto de Inescop. El proyecto, que en julio cumplirá un año de recorrido, se encuentra en pleno desarrollo de las pruebas de germinación in vitro y, de hecho, se están consiguiendo mejoras muy significativas en el crecimiento por germinación de las plantas.
Además del desarrollo de biofertilizantes agrícolas, el proyecto BIVALVOS trabaja en otras dos líneas de investigación: la fabricación de snacks funcionales, donde la carne no comercializable de los moluscos se transforma en un nuevo producto alimentario, y en la formulación de bioplásticos y soportes cerámicos gracias al trabajo de investigación desarrollado por el Instituto Tecnológico de la Cerámica, ITC, de Castellón.
Del snack se espera que tenga propiedades inmunomoduladoras que contribuyan a la mejora de la salud a través de la alimentación. Para esta línea de investigación, se cuenta con ASINCAR, el Centro Tecnológico Agroalimentario situado en Asturias.
En el caso de los bioplásticos y los soportes cerámicos se aprovechará el carbonato cálcico extraído de las conchas del mejillón, para que sean utilizados en sistemas de depuración de aguas, así como en otras aplicaciones industriales.
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