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Siete ligas, cinco Copas del Rey, dos Copas de Europa o una plata olímpica en el 84 en Los Ángeles. Y mucho más. Este es el envidiable palmarés del exjugador de baloncesto Fernando Romay, pívot en el Real Madrid y en la selección Española y que ha compartido hoy en Alicante varios consejos para alcanzar el éxito. Bajo su charla '¿Qué es el valor de la diferencia?' ha dado algunas de las claves para hacer de ese elemento diferenciador tu máxima.
Lo ha hecho durante una de las Conferencias Circulares del Cámara Business Club, celebrada en el Hotel Huerto del Cura de Elche. El primer acto del organismo cameral tras la DANA que ha asolado Valencia y el cual ha arrancado con un minuto de silencio en recuerdo a las víctimas. Romay ha estado acompañado del presidente de la Cámara, Carlos Baño, y del vicepresidente y dueño de Carmencita, Jesús Navarro, junto con empresarios del selecto club cameral.
Romay ha relatado durante su intervención varias de las anécdotas que le llevaron a ser el jugador que triunfó en el baloncesto nacional e internacional. Con recuerdos a jugadores como Petrovic, Fernando Martín o Corbalán. Con 12 años inició su recorrido en el baloncesto y con 14 ya estaba haciendo las pruebas para el Real Madrid. Unas pruebas que fueron «las peores que ha hecho alguien para entrar al Real Madrid», reconoce Romay entre risas.
Tras más de 20 minutos sin poder llegar a atacar ni defender le hicieron tirar a canasta. «No metía ninguna», recuerda el pívot, quien luego pasó con el preparador físico y la cosa tampoco fue mucho mejor. Romay, que lo daba ya por perdido, vio como el entrenador de los juveniles hablaba con los del primer equipo, por aquel entonces Pedro Ferrándiz y Lolo Sainz. Tras ello se le acercó y le dijo una frase que «me cambió la vida», admite el exjugador: «Chaval, te vas a quedar en el Real Madrid por un solo motivo, porque yo creo en ti».
Una frase que le hizo entrar a formar parte del mundo del baloncesto y que es su mantra desde entonces. Pasó seis meses apartado del equipo aprendiendo los básicos porque no tenía zapatillas. «Mi número era el 56 y no había zapatillas de mi talla», recuerda Romay, quien explica que tuvieron que enviar el contorno de su pisada por fax a Estados Unidos: «necesitaron dos folios», asegura entre risas el jugador.
Tras ir alternando etapas entre juveniles y primer equipo, Romay reconoce que sintió «miedo» y explica que precisamente consiguió hacer de este sentimiento, a priori negativo, un empujón para su carrera, apoyándose en el equipo. «Un equipo que se comunica, que es capaz de decir sus miedos, está más cohesionado, unido y fuerte», asegura el expívot del Real Madrid, quien remarca que «la confianza en el equipo es lo que hace superar los miedos».
Romay, que ha hecho hincapié en que la diferencia de altura con el resto, ese elemento que le hacía ser distinto, fue su motor para triunfar en el mundo del baloncesto y encajar ahí. Sin embargo, no solo ha hablado de esto. El exjugador ha puesto en valor a los compañeros que tuvo y ha remarcado que «yo soy lo que soy gracias a mis compañeros», al tiempo que, entre chascarrillos, ha destacado que «mi vida está gobernada por los bajitos, los bases en este caso».
Entre varias citas se ha quedado con una: «Tan efímera es la gloria como la derrota». Con ella ha recordado la plata alcanzada en 1984 en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, donde cayeron en la final derrotados ante los Estados Unidos de Michael Jordan. Tras conseguir el metal, Romay tenía muchas ganas de volver a intentarlo cuatro años después, en Seúl.
Sin embargo, una lesión de rodilla le truncó el sueño. «Intenté trabajar para llegar, pero no me dio tiempo», reconoce Romay, quien recuerda que no fue una derrota, sino que le sirvió «para llegar a tope a la temporada y conseguir ganar la liga al FC Barcelona», recuerda entre risas.
«Lo que nos hace diferentes es lo que nos va a hacer geniales», asegura Romay, dejando una gran frase para el recuerdo entre los presentes. El exjugador ha querido resaltar que «lo que importa es el camino, el éxito refrenda tan solo que ese camino es el correcto». Un inicio de conferencia que podría haber cerrado la charla de uno de los invitados más carismáticos que han pasado por el Cámara Business Club.
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