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El orgullo 'Carolo': un club alicantino que es una familia
El SCD Carolinas, con más de 70 años de historia, es un lugar donde jóvenes del barrio se forman en unos valores mientras disfrutan del baloncesto
Siempre se ha dicho en muchos lares del baloncesto alicantino que el SCD Carolinas es una secta. Su peculiar manera de ver el baloncesto y sus métodos hacen que sea totalmente diferente al resto. En una ocasión, uno de los bautizados como 'Carolos' resumió a la perfección este sentimiento que despierta el basket de Carolinas: «si esto es una secta, me siento orgulloso de pertenecer a ella».
Esfuerzo, humildad, trabajo, compañerismo y pasión. Estos valores están a la misma altura que las mejores tácticas y técnicas baloncestísticas. Con el concepto de equipo llevado hasta a límites inabarcables, los 'carolos' basan su formación de cantera en enseñar y transmitir unos valores que han ido pasando de generación en generación.
Los entrenadores fueron jugadores en otras épocas. Algunos incluso lo siguen siendo. Transmiten aquello que aprendieron en su familia del baloncesto. Una segunda familia que casi iguala a la primera por las horas que se pasa no solo en la cancha, sino también fuera de ella.
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Compromiso y sentimiento de pertenencia. Dos ejes vertebrales que han hecho que los equipos no pertenezcan a una categoría, sino al club. Los chavales más jóvenes van a ver a los más mayores, y estos, a su vez, disfrutan de los partidos de la cantera.
Que un chaval de 12 años decida ir a ver un partido con sus compañeros en lugar de jugar a videojuegos o hacer cualquier otro pasatiempo habla a la perfección de esta familia. Los vecinos del barrio se dan cita con los 'Carolos' cada fin de semana para ver los encuentros que disputan en su emblemática cancha.
No me malinterpreten. No todo el mundo está hecho para aguantar el ritmo frenético y el férreo compromiso que demandan desde el club. Sin embargo, aquellos que pasan el bautizo de fuego, no querrán salir ni de su singular Patio, ni del barrio.
Un club que es mucho más que un club. Abanderado de la formación, del compromiso y del esfuerzo. Un cóctel que hacen que la familia baloncestística sea un lugar de culto del balón naranja en Alicante. Y es que, tras 74 años con el balón naranja botando ininterrumpidamente, algo saben. Un club que es mucho más que un club. Algunos lo llaman secta, otros familia. Sea como sea, el orgullo carolo está por encima de cualquier calificativo.
