Leyendas del Rock se resta seriedad y gana enteros

Puede sorprender encontrarse en un festival de rock duro a decenas de personas con diademas coronadas con patitos de goma, o vistiendo ochenteras mallas de gimnasio con colores chillones. El yugo de las camisetas negras y la seriedad impostada de este género no deja mucho espacio a que en un evento de estas características haya una clara vocación por la parodia y el sentido del ridículo.

El festival villenero Leyendas del Rock ha conseguido en su decimoséptima edición aunar esas dos actitudes festivas que parecen irreconciliables, y lo ha hecho con una programación de 60 conciertos, donde a las leyendas rockeras que se le presuponen al evento, se han sumado bandas irreverentes y que han conseguido entrar en comunión con el público como ninguna otra.

El principal ejemplo de esto último es la inclasificable banda alemana Electric Call Boy, convertida en uno de los reclamos de esta edición. Su actuación del jueves fue sin duda algo para incluir en los anales del Leyendas, gracias a su estilo a caballo entre el metalcore y la música electrónica más comercial, y que, sorprendentemente, casan a la perfección. Sus bizarros outfits con peluquines estilo Beatles, bolas de espejo discotequeras reconvertidas en casco, o vintage ropa de gimnasio, fueron la estética elegida por más de un asistente. Con su estilo paródico pero intenso, los alemanes encendieron al público de principio a fin. 

En esa misma línea cabe mencionar a los escoceses Alestorm, cabeza de cartel del sábado, con un estilo más tradicionalmente metalero que los teutones, pero con una inconfundible vocación festiva. Tintes folky, espíritu piratesco, e incitación al desenfreno etílico, aderezados con tres gigantescos patos de goma sobre el escenario. A la vista de cómo saltaba y coreaba una de las audiencias más numerosas de todo el festival, a nadie pareció importarle esa aparente afrenta a la estética metalera.

La escena bávaro/escandinava se repartió el resto de principales figuras del cartel, aunque en este caso, más pensadas para los nostálgicos del lugar. Especialmente, la actuación de Blind Guardian, el más legendario nombre en el power metal, cuyo setlist en Villena dio protagonismo a dos de las obras culmen del género, a saber, 'Nightfall in the Middle-earth' e 'Imaginations From the Other Side'. Actuación sobria la de los amantes de Tolkien, pero impecablemente ejecutada. Amon Amarth y Dimmu Borgir completaron el póker de cabezas de cartel; los primeros con su enérgico death metal melódico, y los segundos con su sinfónico y sinuoso black metal. 

La nota más extrema del festival –por lo que se refiere a los dos escenarios principales del evento- la puso Behemoth, intimidando no solo con su estilo, sino también mediante la puesta en escena. Su corpse paint y su aura ocultista añadieron un poco más de carácter infernal al árido clima del interior de Alicante.

De hecho, no fueron pocos los artistas que aludieron durante sus actuaciones a las elevadas temperaturas que se han vivido en Villena estos días, en contraste con las latitudes europeas de donde provienen la mayoría de estos grupos. Los fineses Stratovarius y Sonata Artica fueron algunos de ellos, bandas clásicas e imprescindibles en todo festival metalero que se precie. Aunque para clásicos los argentinos Rata Blanca --una excepción en una escena dominada por europeos y norteamericanos--, que no se han movido un ápice de su estilo hard rock.

También merecen mención especial actuaciones como la de Jinjer, con la portentosa voz de su cantante Tatiana Shmaylyuk; o el metalcore de While She Sleeps y Bury Tomorrow. Bandas las tres que demuestran la vocación del festival villenero por no dejar de lado las nuevas tendencias de la escena metalera, y es que no solo de leyendas vive el rock.

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