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Manuel Segade en al presentacion de la Musta de Juan Muñoz de la que es comiario. M. Lorenci
«Arte y política son una pareja indisociable»

Manuel Segade

Director del Museo Reina Sofía

«Arte y política son una pareja indisociable»

Aunar «intelectualidad y sensualidad» es uno de los desafíos de sucesor de Manuel Borja-Villel al frente de la pinacoteca / «Debemos mantener espacios para la rebelión que reconozcan el derecho del artista a equivocarse»

Miércoles, 7 de junio 2023, 17:57

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Casar intelectualidad y sensualidad, contentar a todo tipo de públicos y articular una oferta plural y coral está entre las premisas de Manuel Segade (La Coruña, 46 años) al frente del Museo Reina Sofía. Su nuevo director aterriza en la pinacoteca con el deseo de generar consensos y sin cuestionar la herencia de su antecesor, Manuel Borja-Villel. Cree que el museo público debe mantener espacios para la rebelión y reforzar su estructura administrativa.

–Recibe una herencia entre controvertida y envenenada.

–El Reina Sofía es, a nivel internacional, una institución fundamental del arte contemporáneo en occidente. Discrepo de que sea una herencia envenenada. Es fabulosa y hay que consolidarla, mantenerla y cuidarla. No es un mal momento. Al contrario. A pesar de todas las polémicas sobre la salida de Borja-Villel, que han sido un poco injustas y hasta un poco violentas en redes.

–¿Dará la vuelta al museo? Le criticarán lo haga o no.

–Trabajamos en lo público y escuchar lo que piensa la sociedad y la prensa es fundamental. Pero un relato debe apoyarse en otro para confrontarlo y discutirlo. Hay que articular una colección que ya no prescinda del presente, que nos permita contar la historia del arte contemporáneo vista desde España de finales del siglo XIX hasta hoy.

–¿Sus principales objetivos en la dirección?

–La estructura es crucial. Se ha trabajado mucho a partir de la Ley propia y con las dos fundaciones. Hay una estructura relevante que permite combinar lo público y lo privado y una estructura de personal en la que es necesario trabajar con intensidad. Toda la parte administrativa me interesa mucho. El cómo y el qué son igual de importantes para mi, y aquí hay mucho por hacer. Es la parte más gris, la menos visible y más dura para un gestor.

En el barro

–Recibe un museo a medio gas, con 44 millones de presupuesto y 500 empleados, cifras quizá insuficientes.

–Tengo muchas ganas de meterme en el barro y trabajar con la gerencia y la subdirección artística para desarrollar todas las herramientas que potencien el museo. Pero aún no me he remangado con el equipo. Sobre la programación no puedo avanzar detalles. Debo confrontarme con la realidad del museo y que el equipo conozca el proyecto por mí antes de hablar en público. Es importantísimo, necesario, y una demanda muy potente de los últimos años, ampliar relatos, meter muchas más voces en el museo, trabajar más con los contextos arte contemporáneo en España. Su capital simbólico, la internacionalización tan potente y la visión que se tiene desde fuera del museo debe trasladarse la escena del arte español.

–Es obligado generar la experimentación más radical, dice.

–Sin duda. Incluso en la organización. Las estructuras del arte contemporáneo español –MACBA, IVAM o MA2M además deI Reina– son de las más innovadoras del mundo y grandes espacios de imaginación. Los artistas innovan y nos llevan a sitios inciertos y desconocidos. Hay que consolidar el relato de la tradición, mantener una colección poderosa con un relato que permita interpretar el presente del pasado, pero también mantener espacios para la experimentación y la rebelión, como el Espacio Uno que creó Pepe Guirao, donde los artistas tengan derecho a equivocarse. Si no lo hace lo público, lo privado invertirá en lo incierto.

–Política y arte ¿son una extraña pareja obligada a convivir?

–Quitemos lo de extraña. Es una pareja indisociable que, como todas, a veces es efímera y siempre complicada. Es un binomio inseparable, sobre todo en el arte contemporáneo. El corazón de este museo es el 'Guernica', y es una obra no ya politizada, directamente política. El arte contemporáneo habla de su presente como lo hicieron los cuadros del Prado. 'Las Meninas' es también un cuadro político.

Pluralidad

–¿El arte tiene ideología?

–A veces la tiene. Lo fundamental en esto es la pluralidad de voces, la polifonía o la 'coralidad'. Como en cualquier proceso democrático, el museo debe tener multitud de voces que representen distintas posturas. Eso genera un espacio de tensión sana, de debate que se supone que los museos público debemos dar a la sociedad.

–¿Trabajará para mayorías y para minorías?

–Desde luego. Es lo que hacíamos estos años en el MA2M de Móstoles. Tiene que haber cosas de mucha intensidad intelectual combinadas con otras que pertenezcan al terreno del goce más directo, literalmente. A la sensualidad. Es algo que potenciaremos.

–¿Qué hará para generar consenso?

–Es obligado. El Reina Sofía tiene herramientas para lograrlo con su consejo asesor, y, sobre todo escuchando al sector. Presido la Asociación de Directores de Arte Contemporáneo (ADAC) que ha hecho un trabajo amplio en las asociaciones en la búsqueda de buenas prácticas con compañeros como el Instituto de Arte Contemporáneo (IAC), o Mujeres y Artes Visuales (MAV). Es fundamental trabajar en ello con el sector y tener una estructura.

–Llega al museo más visitado de España ¿Es erróneo medir el éxito en visitas?

–Hay una especie de competición. Cierto. Pero no es lo fundamental. Tenemos esa afluencia gracias al Palacio de Cristal, al de Velázquez y al 'Guernica', desde luego. Es importante mantener los públicos, pero tanto como alentar proyectos muy diversos que generen públicos distintos. Hay que atender al publico más mayor, a los adolescentes y a comunidad académica. Todos deben tener sus espacios y amarres. En arquitectura se llama 'transescalar', trabajar en varias escalas a la vez. El museo ya lo aplica e insistiremos en ello.

–¿La inteligencia artificial es una amenaza para el arte?

–Siempre que llega una tecnología nueva, surge un terror apocalíptico que nos arrolla y nos asusta. Las tecnologías siempre tienen consecuencias sobre nuestras vidas, pero la historia nos demuestra que nos adaptamos y que incorporamos estas herramientas a la creatividad humana. Supongo que pasará lo mismo. O al menos en eso confío. Soy lector de ciencia ficción, con lo que los miedos me vienen de serie, pero confío en que sean herramientas más que otra cosa.

–¿Sabe ya quien será su segundo o segunda?

–Todavía no. Estoy aterrizando y en contacto con el equipo actual. No me he reunido con calma con el Ministerio, así que es demasiado pronto.

–¿Veremos en las salas cuadros del relegado Antonio López?

–En la colección hay 24.000 piezas. La exposición más grande con sus fondos ha sido 'Vasos comunicantes' con toda la historia del museo y ha expuesto apenas un 5%. Hay cantidad de fondos y nombres que rescatar, de relatos agazapados que piden salir al museo. No es solo Antonio López. Hay muchas cosas que apetece sacar a luz otra vez es enorme. No creo que en cinco años dará tiempo a mostrarlo todo.

–Está orgulloso de llegar la periferia y reivindica su aportación a la cultura.

–Estudié Historia del Arte en Santiago de Compostela, el centro de Occidente en la Edad Media, cuando los experimentos en el románico y que se llevaban a las catedrales ocurrían primero en las iglesias de pueblo. Las aportaciones de lo menor son primordiales. El centro es importantísimo pero también sirve de proyección de cosas que son laterales, que la historia no recuerda y nos señala como fundamentales a la larga.

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