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Los envases de usar y tirar que contengan plástico, también en la comida rápida, tienen los días contados.
'Fast food', vajilla 'slow': fin del plástico de un solo uso en la comida rápida

'Fast food', vajilla 'slow': fin del plástico de un solo uso en la comida rápida

Francia obliga ahora a las cadenas a servir a sus clientes la comida en envases reutilizables. Es un paso que muestra cómo se pueden reducir de forma notable los plásticos de un solo uso

Raquel C. Pico

Martes, 21 de febrero 2023

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Es media tarde de un viernes de febrero en un McDonald's del centro de la ciudad francesa de Burdeos. Como en cualquier establecimiento de comida rápida en un día similar en España, los grupos de adolescentes ocupan las mesas, compartiendo espacio con algunas familias y con unos cuantos adultos. Pero, a diferencia de lo que ocurre en ese paralelo español, sobre las mesas hay algo diferente. Las patatas fritas, los refrescos y las hamburguesas han llegado en una vajilla reutilizable.

«No, no lo eches ahí que lo han llenado de basura», le dice una adolescente a otra en la breve cola para dejar la bandeja, dejando claro que estos nuevos envases no se tiran. McDonald's ha llenado esos espacios de cartelería didáctica que indica –desgranando los pasos y poniendo números que dejan claro qué tienes que hacer antes y qué después— dónde debe depositarse cada cosa, lo que es basura y lo que volverá para ser lavado y puesto nuevamente en circulación.

Sin embargo, todo es tan nuevo que la gente no parece tenerlo del todo claro y basura y vajilla comparten espacio con cierto desorden en esa tarde de viernes. Incluso, a principios de año, cuando se estrenaron los cubitos rojos reutilizables para las patatas, descubrieron que la gente se los llevaba a casa. Los medios franceses intentaron entonces averiguar qué misterio impulsaba a la gente a robar la vajilla: quizás era que no estaban acostumbrados al nuevo sistema, quizás que, como decía una consumidora en la televisión, eran «demasiado monos».

Francia, más exigente que el resto de Europa

La razón de este cambio está en la legislación y McDonald's es un ejemplo de algo que todas las marcas están obligadas a hacer. Con la llegada del nuevo año, entró en vigor uno de los puntos de la conocida como 'Loi anti gaspillage', la norma gala que intenta reducir el desperdicio en el consumo.

Los restaurantes de comida rápida que sirvan «más de 20 cubiertos de forma simultánea» no pueden emplear vajillas de usar y tirar cuando sirven a aquellos clientes que comen en el lugar. Deben ser «lavables y reutilizables». McDonald's y las demás cadenas de comida rápida han tenido así que cambiar qué ponen sobre la mesa.

El caso francés llama la atención porque está geográficamente cercano. También porque, y como apunta Julio Barea, responsable de residuos de Greenpeace, «ha ido más allá» de lo que exige la normativa europea. «El usar y tirar se tiene que acabar», añade Barea, «bienvenida sea cualquiera medida para acabar con el dispendio».

«El 40% del plástico que se utiliza en España y en Europa va a envases de un solo uso», indica. La comida rápida no es la única culpable, pero es un punto negro del uso de estos materiales: Barea invita a fijarse en las papeleras de un establecimiento de este tipo cualquiera.

«Se llenan las papeleras en una hora y no se recicla», lamenta. Con una vajilla 'slow', una que vuelva a la cocina y a ser empleada, estas cifras en el 'fast food' bajan. «De un plumazo te estás quitando cientos y cientos de toneladas de residuos», sintetiza el experto. «Bienvenida sea esta medida y ojalá se implante en nuestro país, España puede hacerlo», incide.

Al final, igual que en el bar de la esquina ponen un plato y un vaso, también se podría hacer en los demás establecimientos. La única razón por la que se usan estos envases de usar y tirar en en el 'fast-food' es, responde Barea, «por rapidez».

Cubito para patatas reutilizable lanzado por McDonald's en Francia.
Cubito para patatas reutilizable lanzado por McDonald's en Francia.

Revolución de los envases

Pero, además, la decisión francesa encaja en un marco mucho más amplio. «La prohibición de Francia no es en absoluto un esfuerzo pionero, sino más bien uno que sigue los pasos de otros países, regiones y estados e incluso ciudades individuales a lo largo del mundo», recuerda David Luttenburger, director global de 'packaging' de la consultora Mintel.

De hecho, estos días, la televisión pública alemana está educando en redes sociales sobre la nueva ley que, en Alemania, obliga a los restaurantes a ofrecer soluciones reutilizables cuando ofrecen comida para llevar: tras usarlo, el consumidor lo lleva de vuelta.

Así mismo, y más allá de lo que ocurre con estos envases concretos, el empaquetado lleva ya unos años preguntándose cómo puede tener un impacto menor en el entorno.

Aun así, para hacer esa transformación, como asegura Luttenburger, hay que calcular que lo que reemplaza esos plásticos de un solo uso sea «realmente mejor desde una perspectiva total de la huella de carbono» y no simplemente algo que se hace porque los consumidores presionan para eliminarlos. Educar sobre los valores de cada material y, sobre todo, qué es lo mejor en cada caso resulta clave, indica.

A eso el especialista suma, como retos para abandonar estos materiales, que aún se mantiene en parte el efecto de la pandemia —la preocupación por la higiene entre algunos consumidores— y que para las marcas encontrar opciones ecoresponsables puede resultar más caro.

«Las marcas deben ser capaces de encontrar el equilibrio entre la responsabilidad medioambiental y la financiera», indica, explicando que el gran reto de la década será descubrir esas materias que funcionan mejor para el medioambiente y para la cuenta de costes. Biomateriales o monomateriales podrían, de ese modo, dominar los envases del futuro no tan lejano.

Un criterio más para comprar

Para algunos grupos compradores, sin embargo, que el envase sea verde ya es fundamental ahora mismo. «Existen ciertas demografías de consumidores que modificarán sus comportamientos para ser más sostenibles», asegura Luttenburger.

E, igualmente, las estadísticas invitan a preguntarse si, a pesar de todo, no habrá llegado el momento del punto final a esa, como la denomina Julio Barea, «orgía de usar y tirar». La gran cuestión es si el planeta puede permitirse esperar ese poco más.

«Tenemos una pandemia silenciosa de plástico en el planeta», lamenta Barea. «Cada vez que te echas una pizca de sal en la comida, ya estás comiendo plástico», ejemplifica el experto en residuos, recordando que la sal viene del mar y que este está ya lleno de microplásticos.

Cambiar la vajilla en las cadenas de comida rápida —en las que ya en España usan tazas de cerámica en sus opciones «café»— podría ser uno de los cambios transformadores. Y, al final, la idea de los envases reutilizables ni siquiera es nueva: se hacía en los hogares hasta no hace tanto tiempo y se mantiene con algunas botellas en los bares.

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