'La Nevà Grossa': el día en que Alicante quedó cubierta de nieve

Los alicantinos solo pueden disfrutar de la nieve los meses fríos en los que las zonas del interior de la provincia presentan su manto blanco. En las carreteras que conducen a la Carrasqueta, la Sierra de Aitana o Alcoy se apiñan -sobre todo los fines de semana- los coches con niños ilusionados de ver, posiblemente por primera vez, la nieve.

La duda de si es posible una nevada en la ciudad se despeja si se bucea por los archivos históricos. En la capital de provincia puede ocurrir porque así lo ha hecho en el pasado, eso sí, en contadas ocasiones, por lo que la probabilidad de ver Alicante cubierta de blanco es mínima.

Todavía se recuerda en la ciudad -a través del boca a boca y de las crónicas de la época- la Navidad de 1926. Una gran nevada cubrió de blanco la provincia que dejó una estampa imborrable y marcó un hito histórico: 'La Nevà Grossa', el día que Alicante se vistió de blanco.

Según las referencias periodísticas de aquel año, desde el día 23 de diciembre una bolsa de aire polar continental congeló el Mediterráneo Occidental y la Península Ibérica. Los días fueron gélidos, los termómteros alcanzaron los 5 grados bajo cero en algunas zonas costeras. La conocida como 'Nevà Grossa' registró hasta dos metros de espesor en algunas sierras y se dejó ver en las mismas costas.

Uno de los municipios en los que esta recordada nevada causó más estragos fue Alcoy, que estuvo incomunicado varios días tras alcanzar los 85 centímetros de nieve. Con temperaturas de -7º, los efectivos municipales tuvieron que quitar la nieve de los tejados para evitar su hundimiento. Varios sectores quedaron incomunicados con la capital durante varias semanas debido a la gran acumulación de nieve que ocultó las carreteras y al precario estado de la red de comunicaciones de la época.

La nevada provocó la paralización de la vida económica al cortar algunas carreteras y aislar a muchas poblaciones como Alcoy o Xixona. Además, dificultó la vida diaría al cortarse los servicios de comunicaciones como: los tranvías, los trenes y cortarse el suministro telefónico, eléctrico y telegráfico.

El temporal quebró y la nieve cayó con una intensidad poco habitual en numerosas localidades del este y sur de España, incluso en ciudades y pueblos costeros como Cartagena, Málaga, Almería o Alicante, nada acostumbrados a este fenómeno meteorológico.

Junto a las oleadas de frío acaecidas en febrero de 1956, diciembre de 1970 y enero de 1985; la navidad de 1926 entrá en el ranking de los temporales de frío y nieve más intensos que ha sufrido España desde que se tiene conocimiento. El dato más antiguo registrado en el Banco Nacional de Datos Climatológico es el de la precipitación mensual de enero de 1805, medida en el Real Observatorio Astronómico de San Fernando (Cádiz).

La zona que más nieve registró -210 centímetros- fue la ermita de la Virgen de los Lirios, en el paraje de la Font Roja de Alcoi, que se encuentra a 1.100 metros de altitud. De hecho, en este punto se conserva una figura que reza con carácter conmemorativo la leyenda: «Hasta aqúi llegó la nieve el 17 de diciembre de 1926. 2,10 metros.»

Los meterólogos Jorge Olcina Cantos y Enrique Moltó Mantero, del Instituto Universitario de Geografía de la Universidad de Alicante, recogen en su investigación crónicas de los diarios de la época en la que se resaltaba los centímetros y las toneladas de nieve que cubrían la provincia de blanco.

En la Gaceta de Levante, relataban que en Alicante «la nieve el primer día llegó a alcanzar cerca de un palmo de espesor; cosa desconocida en nuestra capital, pero los dos días siguientes llovió abundantemente, disolviéndola» o «en Orihuela la nieve ha alcanzado 40 centímetros de altura». Otro de los periódicos, El Diario de Alicante, añadía más datos sobre la histórica nevada: «el domingo cayeron en las calles de Alicante mil toneladas de nieve».

En esas fechas nevó en la ciudad de Alicante, un fenómeno que casi un siglo después, no se ha vuelto a producir. A pesar de las bonitas imágenes que dejó este temporal, la ciudad sufrió las consecuencias del manto blanco y se quedó sin servicio de teléfono, luz, telégrafo o tranvías.

En contadas ocasiones se ha producido este fenómeno meteorológico en Alicante. La primera sobre la que se tiene constancia en la capital de provincia se produjo el 29 de diciembre de 1572. Según narran las crónicas de la época, la nieve formó una capa sobre las calles de poco más de un palmo de espesor.

También hubo precipitaciones en los gélidos inviernos de 1945, 1954, 1957 y 1960, que colapsaron todo el interior de la provincia. Pero en la capital apenas llegaron a cuajar los pocos copos de nive que se aglutinaron en algún árbol o rincón de las partes más altas de la ciudad.

En Alicante parece que la nieve es tímida, que se niega a hacer acto de presencia para no eclipsar al principal protagonista, el sol. Los alicantinos ya acumulan casi un siglo de espera. Nadie sabe si la ciudad volverá a vestir de blanco, mientras tanto, habrá que poner rumbo a las cotas más altas de la provincia para ver este fenómeno meteorológico tan buscado.