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Está considerada como la isla habitada más pequeña de España. La Isla de Tabarca, ubicada a unos 20 kilómetros de Alicante y a 8 del puerto de Santa Pola, es un lugar de contrastes. Contrastes, digamos, estacionales. Porque su censo tan solo registra un total de 49 habitantes, pero en la época estival los turistas y visitantes ascienden a más de 150.000.
Las masificación turística en este lugar considerado como «la joya alicantina» es un problema que viene de atrás, de muy atrás; al igual que las promesas por atajarlo. El pasado mes de julio, el Ayuntamiento de Alicante descartó la posibilidad de limitar el aforo en el archipiélago e informó de que será el próximo 9 de septiembre cuando se abran las sesiones de trabajo para abordar la situación del emplazamiento en los meses de verano.
Hace alrededor de cincuenta años, la Isla de Tabarca era un pueblo de pescadores, campesinos y ganaderos. El boom turístico hizo que se convirtiera en el paraíso veraniego del turista medio, pero más allá del verano el lugar no dista tanto de lo que en el pasado fue. En 2023 tan solo registró 49 habitantes en su censo (25 hombres y 24 mujeres).
La población en Nueva Tabarca (denominación oficial) es tan escasa durante el año que el lugar sufre diversas carencias en sus servicios. Uno de los principales asuntos es que el archipiélago necesita un sistema público de transporte. La última convocatoria de concurso para dotar a los isleños del mismo quedó desierta. En su lugar, los vecinos tan solo disponen del servicio privado de las famosas tabarqueras, barcas de particulares que navegan desde el puerto de Santa Pola hasta el islote.
Por otro lado, la llegada constante de embarcaciones en verano tiene un impacto sobre la pradera de posidonia de la zona. De hecho, en 1986 se prohibió la pesca en la zona al ser declarada reserva marina. La creación de amarres ecológicos para evitar la destrucción de la pradera es un asunto al que el Consistorio también tendrá que atender.
No hay que olvidar que la Isla de Tabarca tiene una extensión aproximada de tan solo 1.800 metros de longitud y 400 de anchura. Cada verano, la afluencia de viandantes aumenta la friolera de un 25.000% en un lugar que se recorre de cabo a rabo en tan solo veinte minutos a pie.
El islote fue declarado Bien de Interés Cultural y Conjunto Histórico-Artístico en 1964, y es la primera reserva marina de interés pesquero gracias a la biodiversidad de su flora y fauna marina. Además de eso, en el pasado 2022 recibió la certificación 'Paraje Starlight', que acredita la calidad del cielo de la zona para la observación astronómica. La isla también está declarada como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).
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