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Donald Trump y Kim Jong-un dando rienda suelta a su pasión, pinta de cerveza en mano, con un apasionado beso. Marilyn Monroe perreando junto a Freddie Mercury. Policías británicos muy ligeros de ropa insinuando todo su 'armamento' a Jack Sparrow y sus secuaces. Emperadores ... romanos compartiendo copas con media familia real británica, incluida la difunta Isabel II y su hijo Carlos. Shrek y Fiona perseguidos por un ejército de indios y vaqueros de lo más colorido. Y todo ello, al atronador ritmo del 'Sweet Caroline' de Neil Diamond, los gorgoritos de The Beatles, los acordes furiosos de The Rolling Stones o las desgarradas voces de Rod Stewart y Bonnie Tyler.
Nada de esto, por dadaista que pueda parecer la descripción, es imposible. De hecho, todo ello no es más que la descripción de algunos de los momentos vividos en 2019, el último noviembre prepandémico, en la conocida como 'zona guiri' de Benidorm durante la 24ª edición de la Fancy Dress Party, un enorme akelarre en el que se dan cita más de 30.000 almas cada año para dar rienda suelta no sólo a sus ganas de pasarlo bien sino, sobre todo, a su imaginación a la hora de confeccionar el disfraz más disparatado y llamativo.
Un evento que este jueves, 17 de noviembre, regresa a la capital turística de la Comunitat Valenciana con su 25ª edición en 28 años y es que, además de las correspondientes a 2020 y 2021, las de la pandemia; antes también hubo una cancelación «porque nos salió un día de muy mal tiempo», como recuerda el promotor de la idea, el empresario local Manuel Nieto.
Él fue quien hace casi tres décadas se inventó una fiesta que pronto se le fue de las manos. Es noviembre un mes complicado para los hosteleros benidormenses centrados en el mercado británico. No hay festivos en Reino Unido. Los estudiantes ven acercarse ya los exámenes y las familias hacen cuentas de cara a la inminente Navidad. Sólo algunos abuelos se aventuran a subirse al avión y buscar el sol mediterráneo que tanto echan de menos cuando miran por la ventana hacia el plomizo gris cielo de la campiña inglesa.
Tiempos difíciles que requieren de imaginación y arrojo. Así que hace ahora 28 años «compré 20 disfraces y organicé, con un grupo de clientes y con los camareros, una fiesta de disfraces en mi local». Lo pasaron bien todos y se selló allí un pacto de esos que, entre copa y copa, nunca se sabe si se cumplirán o no: «me dijeron que si yo invitaba a los que vinieran disfrazados, ellos volverían el año siguiente vendrían con mucha más gente». Manuel Nieto, claro, aceptó y el resto es historia.
Año a año la cosa fue creciendo y «a los cuatro o cinco años yo ya no podía organizarlo solo», así que más y más locales se sumaron a una iniciativa que mantenía aquello de la copa gratis para los que acudieran disfrazados. Y así, casi sin darse cuenta, la Fancy Dress Party se ha convertido en el gran epílogo a las Festes Majors Patronals, fuera del programa de actos, pero con una relación simbiótica innegable; que es hoy en día.
Buena prueba del enorme interés que despierta la Fancy Dress Party en Reino Unido es que, pese a que inicialmente su celebración en 2021 no estaba contemplada por las autoridades municipales para minimizar el riesgo de contagios en un evento caracterizado por la gran afluencia de personas, finalmente el tirón popular de una fiesta que los turistas decidieron celebrar sí o sí –en noviembre, la sexta ola todavía era una pesadilla poco predecible– llevó al Consistorio a claudicar habida cuenta de que prohibir esa concentración podía causar más problemas que permitirla.
No hubo desfile de carrozas ni actos organizados. Tampoco hubo barras a la vía pública; pero nada de eso impidió que la afluencia fuera masiva y que la Fancy Dress Party de 2021 volviera a prender la mecha de una tradición que, aunque arrancó con apenas dos decenas de participantes, se ha convertido en uno de los principales atractivos turísticos del otoño benidormense.
La literatura está llena de versos que recomiendan al lector no tratar nunca de volver al lugar de la memoria donde un día fue feliz, porque las cosas cambian al ritmo que lo hacen las personas que las hacen. Eso mismo es lo que ha ocurrido con la Fancy Dress Party, que en estos 25 años no sólo ha crecido espectacularmente en número de participantes, sino que también ha variado su forma de celebración para acompasarse a la realidad y sensibilidad de los nuevos tiempos.
«Yo empecé sacando un burro», cuenta Manuel Nieto, que hace una pausa, como pensándose si lo que va a soltar a continuación es buena idea o no. Decide, finalmente, que a lo hecho, pecho… y lo contextualiza.
A menos de 24 horas de que la zona de pubs británicos se inunde con los más extravagantes, locos y coloridos disfraces, las estimaciones que se hacen desde el Ayuntamiento de Benidorm cifran la asistencia a la Fancy Dress Party en entre 30.000 y 35.000 personas de las que unas 9.000 arribarán exclusivamente para ese día, algo que, pese a la práctica ausencia de incidentes a lo largo de los cinco últimos lustros acarrera, a su vez, un importante despliegue de seguridad para que todo transcurra en el ambiente festivo y de diversión que todo el mundo busca.
Así, el concejal de Seguridad Ciudadana del ayuntamiento de Benidorm, Lorenzo Martínez, subraya que la Fancy Dress Party «es muy segura gracias al trabajo de todos y al buen ambiente que se respira».
Martínez ha explicado, así mismo, que debido a la gran afluencia de personas que se espera en esta edición del reencuentro, se ha establecido «un dispositivo de seguridad que superará el medio centenar de efectivos entre los agentes de la Policía Local y el Cuerpo Nacional de Policía». Un número, ha afirmado el edil, «proporcionado y adecuado al número de personas que se congregarán en las calles».
Del mismo modo, Lorenzo Martínez ha advertido de que esta celebración conllevará cortes de tráfico que «comenzará alrededor de las 16:00 horas» y que se irán levantando, en algunos casos, conforme termine el desfile de carrozas (que partirá de la calle Lepanto para seguir por Derramador, Gerona y Cuenca antes de volver al punto de partida) y que permanecerán activados hasta bien entrada la noche en la calle Gerona que es, junto a la peatonal Mallorca, la que más gente concentra durante la celebración de la fiesta de disfraces.
La elección de la fecha del jueves posterior a las Festes Majors Patronals (que terminan menos de 24 horas antes) fue, a medias, fruto de la casualidad y la necesidad. «Para hacer un evento así necesitas permisos. Hay cortar calles o salir con un animal y en esa semana de fiestas no pude hacerlo antes porque el Ayuntamiento está cerrado. ¡Es que yo he llegado a sacar un oso!».
Y no, no era una persona disfrazada de oso. Ni un oso de peluche. «Un oso. De los de verdad. De los que pesan 500 kilos», insiste a carcajadas el hacedor de la Fancy Dress Party. «Es el oso que salió en un anuncio con Messi pegándole una patada a un balón. Eso ahora ya no se puede hacer. La sociedad se ha sensibilizado mucho y, aunque el animal nunca sufrió ningún tipo de maltrato, hay que ser respetuoso con todo el mundo».
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