'Xiulets', caña dulce y huchas de cerdito: lo que puedes encontrar en el mercadillo de Santa Faz
De origen agrícola, el tradicional bazar ofrece algunos productos difíciles de conseguir el resto del año
¿Quién no ha tenido un xiulet -una pieza de cerámica con forma de pajarito que cuando le añades agua y soplas imita el canto de las aves-?, ¿a quién no le han regalado una hucha en forma de cerdito -ya sea del tradicional color marrón de la arcilla o más moderna, pintada de rosa-?, ¿has probado alguna vez la caña de azúcar?
Los tres productos son típicos del mercadillo de Santa Faz, el bazar que cada año, la semana de la Romería que el pasado jueves atrajo a más de 350.000 personas al monasterio, se monta en la pedanía.
«Venimos a por palos de esos de caramelo, a mí me encantan. Pero los de toda la vida, esos que saben a caramelo tostado y no los de sabores como la regaliz», dice Felete. Este hombre lleva acudiendo desde que era niño a la romería y ya entonces pedía siempre uno de estos dulces que el tiempo parece haber relegado a solo algunos días al año, al mercadillo de Santa Faz.
Pero no es lo único 'pasado de moda' que se puede comprar en el mercadillo. Uno de los primeros puestos es el de bastones, tridentes y palos de barear. Uno de sus vendedores, Carlos, de 76 años, cuenta que ya venía con su abuelo. «Entonces se vendían más horcas o aparejos del campo, ahora lo que más piden es el bastón de lujo, los que están decorados y labrados», explica este hombre desde su silla.
No es lo único que ha cambiado. También se han modernizado los puestos de cerámica. Los tradicionales 'xiulets' en arcilla blanca o marrón ahora llevan pintadas alas o pico, aunque su sonido sigue siendo el mismo y reconocible piar de las aves. Un tradicional juguete que suele compartir mostrador con las huchas en forma de cerdo, campanas y otros divertimentos infantiles tradicionales de arcilla.
Estos puntos de comercio, de los pocos que mantienen un puesto preeminente en la plaza de Santa Faz, eran de obligada visita para reponer ollas, cazuelas y morteros de este material, una alternativa barata hasta que el acero y el metal se impusieron en los utensilios de cocina de cocina.
También es tradicional comprar una medalla de la Reliquia o un rosario que muchos peregrinos lucen de un año para otro en su blusón. Hay media decena de puestos en los alrededores del monasterio con diseños para todos los gustos y colores, los tradicionales con cuentas de madera o modernos en cientos de colores.
Pero si de tradiciones del mercadillo de Santa Faz hablamos, la líder absoluta es la caña de azúcar. Esta rama se puede comprar entera o a trozos de unos 20 centímetros. Es habitual ver a niños y mayores mordiendo con ahínco uno de estos trozos. Retiran la corteza exterior y muerden el interior sorbiendo el jugo dulce de este vegetal.
«Yo llevo viniendo a Santa Faz desde que era niño, mi abuelo primero tenía una atracción de feria y luego pasamos a vender la caña», cuenta Luis. Él es el encargado de atender a los clientes en el primer puesto que vende este producto, mientras su padre septuagenario, detrás de la mesa, recibe, cuenta el dinero y da las vueltas de quienes compran este dulce o los palos de regaliz que hay sobre el mostrador.
Porque los tiempos han cambiado, pero aunque el mercadillo se ha modernizado y no es difícil ver gorros de Pikachu que comparten protagonismo con los puestos de berenjenas de Almagro, todavía hay una parte que permanece suspendida en el tiempo y que nos lleva a cuando Alicante era un pueblo agrícola que iba a rogarle a la Santa Faz agua para su tierras.