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Vivienda de la partida ilicitana de Daimés en la que se cometió el crimen. EFE/Pablo Miranzo

Las incógnitas del crimen de la casa de campo de Elche: un cumpleaños que acabó con un asesinato a sangre fría

Más de un año después de la ejecución en un inmueble okupado de la pedanía ilicitana de Daimés, el caso sigue marcado por el silencio, las contradicciones y un sumario que no termina de cerrarse

Sábado, 8 de noviembre 2025, 06:40

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Una celebración familiar en la pedanía ilicitana de Daimés se convirtió en escenario de un crimen tan brutal como desconcertante. El 26 de agosto de 2024, un ciudadano cubano de 44 años fue asesinado a tiros frente a varios familiares que, más de un año después, siguen repitiendo que «no vieron nada».

Aquella tarde de verano, la casa de campo -ocupada ilegalmente y sin suministro eléctrico- se llenó de parientes y conocidos. Era el cumpleaños de una de las hijas de la expareja de la víctima. Entre guirnaldas de colores y música alta, los agentes reconstruyeron más tarde una tensión familiar latente: discusiones por celos, resentimientos y viejos conflictos no resueltos.

A las once y media de la noche, según los registros de las cámaras de tráfico, varios coches abandonaron la zona. Minutos después, los vecinos escucharon tres disparos secos. Cuando la Policía Nacional llegó al lugar, encontró al hombre tirado en el suelo del patio, con tres impactos de bala: dos en el pecho y uno en la cabeza.

El escenario del crimen

El patio parecía detenido en medio del caos: una mesa volcada, vasos rotos, restos de comida y tres casquillos de bala junto a un cartucho sin detonar. La puerta trasera de la vivienda estaba abierta. Los investigadores sospecharon desde el principio que los autores huyeron por esa salida, hacia una segunda casa colindante okupada por familiares.

En sus primeras declaraciones, la expareja de la víctima -que residía allí con sus hijas- afirmó haber escuchado solo un «pam, pam» antes de descubrir el cuerpo. Otros invitados repitieron la misma frase, casi calcada. Para la Policía, aquel coro de silencios fue la primera señal de que alguien intentaba encubrir lo ocurrido.

Las declaraciones se contradecían entre sí. Algunos aseguraban haberse ido antes de los disparos; otros afirmaban no haber oído nada pese a estar en la cocina o el salón. Un agente lo resumió en el atestado con una frase seca: «Nadie vio, nadie oyó y nadie sabe nada.»

Sin embargo, la tecnología comenzó a llenar los huecos: las cámaras de tráfico captaron varios coches familiares saliendo de Daimés minutos después de los disparos. Las antenas de telefonía situaron varios móviles activos en la zona. Y las pruebas forenses confirmaron que los disparos se hicieron a corta distancia, con un arma aún no recuperada.

Detenciones

El 18 de octubre de 2024, la Policía Nacional detuvo a 16 personas por su presunta implicación en el crimen. Cuatro de ellas -la expareja del fallecido, su hija mayor, el hermano de esta y el novio de la joven- ingresaron en prisión provisional sin fianza.

Durante los meses siguientes, las versiones se cruzaron, los testigos se contradijeron y las sospechas se repartieron entre los distintos miembros de la familia. En diciembre, la jueza acordó la libertad bajo fianza de 12.000 euros para la exmujer del fallecido y una de sus hijas, al considerar su implicación secundaria en los hechos. La hija abonó la fianza y recuperó la libertad; la madre permaneció en prisión al no reunir el dinero.

El presunto autor material de los disparos, un joven de 27 años -pareja de la hijastra de la víctima, y su compañera sentimental continúan en prisión preventiva, señalados como principales responsables del tiroteo.

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