Borrar
Imágenes de uno de los ensayos de Stabat Mater Álvaro Riera.

El costalero, el motor de la Semana Santa alicantina

Disciplinado, buen compañero, comprometido con la labor y bien preparado físicamente son algunas de las características que definen a esta figura clave en las fiestas religiosas de la provincia

Viernes, 7 de abril 2023

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Una de las figuras imprescindibles en la Semana Santa es la del costalero. La persona o personas que tienen el privilegio de llevar los pasos por toda la ciudad, de posibilitar que cualquier visitante pueda apreciar la belleza de las imágenes religiosas que procesionan por las calles al ritmo de la música.

El motor de la Semana Santa debe cumplir con una serie de requisitos: ser disciplinado, buen compañero, comprometido con la labor, bien preparado física y psicológicamente para poder cargar con las figuras, y devoción; no tiene por qué ser creyente.

Ya lo recalcó el presidente de la Junta Mayor, Alfredo Llopis, en la entrevista que recientemente concedió a TodoAlicante: «En la Semana Santa hay muchas sensibilidades». Y es cierto, dentro de un colectivo de 10.000 personas se mezclan una gran diversidad de sentimientos. Hay quienes participan porque son creyentes, otros porque muestran devoción a una imagen en concreto, otros por fe y otros por tradición.

Pero lo que está claro es que hay que tener devoción, porque la afición sin devoción no lleva a nada. Colocarse bajo los pasos no resulta tarea fácil y debe moverte la fe, que puede llegar por muchos caminos. Si hay algo que ha de llevar en la espalda un costalero es sufrimiento y compromiso. Y eso, sin nada que te motive, no se consigue.

«El paso pesa, y pesa mucho». Esta frase sale de la boca de Fer Brugarolas, uno de los capataces de Stabat Mater. Se escucha en los ensayos que cada viernes de febrero y marzo reúne a costaleros y costaleras que entrenan para que el paso procesione de la mejor manera.

Y tiene toda la razón. Son muchos kilos los que carga un costalero durante varias horas por calles estrechas en las que hay que hacer complejas maniobras. Incluso en algunos casos con pendientes que fuerzan a inclinarse hacia atrás para que el paso no caiga. El cuerpo se desgasta, y la mente también. El ánimo y la emoción de la gente que se apiña por las calles de Alicante inyecta esa energía que necesita el costalero en momentos en los que el físico va justo de gasolina.

La importancia de ensayar

Pero ser costalero no es cosa de un día al año. Para que los pasos bailen y se muevan al son de la música hay que ensayar. Los ensayos sirven para conjuntar la cuadrilla, para hacerte al peso, a la forma de andar, a trabajar el paso en sí y las caídas de las calles. Y es que no solo es fuerza lo que necesita un costalero. La coordinación juega un papel fundamental para que el ritmo cobre sentido. Y eso, al igual que el físico, se entrena.

Uno de los momentos claves de los ensayos es la 'igualá', donde se decide en qué varal va a ir situado el costalero según la altura. Por lo que es uno de los aspectos más importantes para que un paso avance bien y también para evitar lesiones. Estar en una posición no adecuada puede acarrear que cojas mucho peso o nada. Si los varales no estuviesen igualados, los pasos no podrían procesionar.

Para ello hay diferentes formar de medir. Hay quien utiliza el metro, otros miden los hombros para organizar el varal y otros lo hacen mediante el método tradicional, que consiste en tocar a la gente en la cerviz, en la séptima vértebra que es la que carga los kilos.

Imagen de uno de los ensayos de Stabat Mater
Imagen de uno de los ensayos de Stabat Mater Alejandro Hernández

Como en un equipo de fútbol, cuando entran nuevos fichajes hay que hacer pretemporada para que al comenzar la liga regular el equipo esté rodado. En una hermandad sucede lo mismo. Es común que cada año entre gente nueva y tienen que acoplarse y saber qué hacer en cada momento. Por eso se ensaya bajo las órdenes de los capataces.

Porque un rebaño de ovejas no sería nada sin su pastor, sin su guía. La figura del capataz, esa persona que da órdenes y toca la campana, es fundamental para que los imágenes religiosas sean presentadas por las calles de Alicante de la manera que se merecen.

Cuando un costalero se encuentra bajo el varal no ve la calle. Los que están fuera pueden atisbar a la gente que se reúne emocionada en la acera. Los que están dentro no ven nada. De ahí la importancia de los capataces, que actúan como los progenitores en una familia: te guían, te ordenan, te cuidan y te animan. Sin ellos el barco estaría a la deriva.

Las emociones que se viven bajo los varales son indescriptibles, seas o no creyente. Al final del recorrido el cuerpo está exhausto, con la energía al mínimo, pero el orgullo de haber podido mostrar los pasos a la gente que ha acudido a contemplar la Semana Santa hace que todo el esfuerzo, tanto físico como mental, haya merecido la pena.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios